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Traición: despacito, pasito a pasito…

  • Jimy Ríos / Agencia Bolivariana de Prensa
  • 20 nov 2017
  • 2 Min. de lectura

El Estado nos traicionó. Hay que decirlo con todas sus letras. Y la historia ha demostrado que paso sigue a la traición. Según el diccionario que tengo a la mano, esa palabra significa “falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda fidelidad debida.” Esa es la actuación de los tres poderes: el ejecutivo, el judicial y el legislativo. ¿Y el poder militar qué dice? ¿O solo espera la orden de quien en también lo traicionará?



Ya no se trata de maleza jurídica a un acuerdo que se supone político: por eso ya no es un asunto de abogados. Ya no es dilación en el desarrollo legislativo: por eso no es cuestión de vocerías en el congreso. No estamos hablando de los problemas de implementación o ejecución de cualquier política pública por parte de un Estado ineficiente: por eso ya no es cuestión de comisiones técnicas.

Se trata de una traición que, como cantan los artistas puertorriqueños, se ha venido construyendo despacito, pasito a pasito. La traición se justifica por el miedo al pueblo, hermano del miedo a la democracia. La traición es un recurso mezquino de quienes buscan preservar los privilegios a costa del sacrificio de los demás. Los traidores actúan así cuando ven cerca su derrota. La traición es la muestra más dramática del poder en decadencia.

Y por eso la traición tiene un objetivo: la derrota del traicionado. Ese es el objetivo del Estado colombiano y de la clase que representa: intentar, otra vez, derrotar la oposición, propósito que no logró con las armas. Derrotarnos a fuerza de miseria y reducirnos a la lucha por la sobrevivencia en los ETCR, como ha intentado someter a la clase trabajadora. Derrotarnos en los estrados judiciales, antes de la contienda electoral donde sabe que están derrotados por su propia decadencia y por la fuerza de nuestra razón.

De los traicionados perduran las ideas. También las generaciones venideras que valoran la traición como propia y motiva su lucha. Las FARC también recogieron las banderas de otros traicionados. Nos quedan los recursos del traicionado: la pervivencia histórica, la verdad, la razón, la consistencia de nuestras acciones. Nuestro pueblo. Nos queda la política y esta la desarrolla el Partido cohesionado. El Partido impedirá que la traición se convierta en derrota. Y así torcer la historia de las organizaciones que acordaron un pacto de paz con el Estado colombiano, luego traicionadas, para finalmente desaparecer.

 
 
 

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