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MARIÁTEGUI Y EL CHE, EN EL CAMINO HACIA LA REVOLUCIÓN.

  • MOVIMIENTO GUEVARISTA TIERRA Y LIBERTAD para ABP
  • 11 jun 2018
  • 6 Min. de lectura

El marxismo latinoamericano tendrá en José Carlos Mariátegui a su exponente más destacado a lo largo de su proceso de conformación histórica, y lo será porque encontró en el Amauta peruano a un revolucionario donde confluyeron dialécticamente teoría y práctica. Teoría por cuanto a la gigantesca producción intelectual que “El Amauta” constituirá una fuente inagotable de aplicaciones del marxismo a los diferentes aspectos de la realidad de los países andinos, esa aplicación que Mariátegui reclamaba no puede ser “ni calco, ni copia, sino creación histórica”, y que llevará los planteamientos de los grandes maestros de la ideología proletaria a interpretar la historia peruana, el problema del indio y la tierra, la literatura andina y universal, el arte de su época, las vanguardias, etc.; su obra cumbre serán los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, donde realizará su propuesta de análisis histórico de las sociedad andinas, que será la base de todo el pensamiento marxista posterior en la región. En lo práctico, El Amauta, será el fundador del Partido Socialista del Perú, (del que se desprenderá el Partido Comunista del Perú), y desde esta trinchera desarrollará su lucha contra el Estado peruano por la implantación del socialismo en el Perú. El Partido de Mariátegui será un Partido de Nuevo Tipo, es decir, un partido combatiente, disciplinado, centralizado, selectivo y que tenía como objetivo la conquista del poder político por el proletariado como vanguardia de las clases populares fundamentalmente campesinas.

A pesar de los intentos revisionistas y oportunistas de cooptar el pensamiento de Mariátegui para hacerlo pasar por un “marxista crítico”, el Amauta era una marxista “convicto y confeso”, que asumió los postulados marxistas para aplicarlos a la realidad peruana, pero sin alejarse de los principios y fundamentos de la teoría revolucionaria, es por eso, que el Partido de Mariátegui fue parte de la Tercera Internacional, de la KOMITERN, de la Internacional Comunista; y como tal, en la disputa entre Stalin y Trotsky, el Amauta tomó partido por el primero, y condenó el oportunismo de la mal llamada “Cuarta Internacional”.

De la misma manera, Mariátegui no fue un “indigenista”, su lectura del problema indígena, como el mismo lo planteó, no buscaba respuestas en lo cultural, educativo o jurídico, buscaba sus respuestas en la propiedad sobre la tierra, y lo enmarcaba dentro de las reivindicaciones generales que la revolución socialista tendría que englobar para ser verdadera. Siempre afirmó que una “revolución indígena” a lo que llevaría es al aparecimiento de una “burguesía indígena”, y que por lo tanto la revolución era proletaria, y el proletariado sería la clase que podría vanguardizar las demandas de los pueblos indios integrándolos en un “marxismo hablado en quechua”, donde la comunidad como fundamento económico podría convertirse en la base de la propiedad colectiva sobre la tierra y la formación de cooperativas agrícolas socialistas y colectivizadas. Mariátegui moriría en abril de 1930, pero dejaría una huella imborrable en el comunismo latinoamericano y mundial, convirtiéndose en uno de sus principales ideólogos y referentes, y que además, gracias a su capacidad de análisis de la realidad, sería acogido, no solo por comunistas, sino por todo estudioso honesto de la realidad de los países andinos como base para cualquier propuesta teórica de “Interpretación de nuestra realidad”.

Dos años antes en Rosario, Argentina, había nacido Ernesto Guevara, quien pasaría a la historia de la Revolución Proletaria Mundial como el Comandante Che Guevara, y en la historia del Che, existe sin duda un antes y un después de la experiencia de Guatemala, uno es el Ernesto Guevara, joven pequeño burgués viviendo aventuras por América en motocicleta, y otro será el Che al que le nacerá la conciencia frente a una estampa del “viejo y llorado camarada Stalin” ¿Qué cambió en el Che?.

Mientras viajaba por Sudamérica conoció a Hugo Pesce, comunista peruano, quien le había hablado ya del Amauta, y a quien dedicaría una edición de Guerra de Guerrillas con el siguiente texto "Al Doctor Hugo Pesce, que provocara, sin saberlo quizás, un gran cambio en mi actitud frente a la vida y la sociedad, con el entusiasmo aventurero de siempre pero encaminado a fines más armoniosos con la necesidades de América" y luego Hilda Gadea, le volvería a introducir en la obra de Mariátegui fundamentalmente al estudio de los Siete ensayos, y El alma matinal . A partir de entonces el pensamiento del Che estaría marcado por las tesis del Amauta.

Las nociones del carácter socialista de la Revolución Latinoamericana serían fundamentales en el pensamiento del Che, la idea (defendida en ese entonces y hasta la actualidad por los falsos “partidos comunistas”) de que era necesaria una Revolución Democrático- burguesa para dar el paso al socialismo siempre fue combatida por Mariátegui, denunciando su carácter reformista y contrarrevolucionario, planteando la existencia de una burguesía débil y servil con el Imperialismo incapaz de llevar adelante procesos de liberación nacional, sería la base para que el Che proponga que nuestros países deben llevar adelante procesos revolucionarios socialistas que se compongan de dos etapas, una primera de Liberación Nacional encabezada por las clases populares, y una segunda socialista, en las cuales no estaba presente la burguesía como clase revolucionaria, y por el contrario, ésta, debía ser aniquilada.

Este proceso, para el Che, era un proceso donde la vanguardia proletaria debía movilizar a las masas populares fundamentalmente campesinas del continente; en otras palabras, la solución al problema agrario y campesino, no era jurídica, educativa, moral, cultural, etc., era una solución económica, y solo la premisa socialista podía integrar la demanda de las masas de campesinos en una lucha por la construcción de una sociedad dialécticamente superior a la capitalista. En el discurso ante la asamblea de la ONU, el Che esbozará aquella famosa idea de que: “Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados; la van a escribir las masas progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina. Lucha de masas y de ideas, epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraban rebaño impotente y sumiso y ya se empieza a asustar de ese rebaño, rebaño gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya sus sepultureros el capital monopolista yanqui”, que constituye una síntesis maravillosa del pensamiento de Mariátegui, el papel de las masas campesinas, la construcción histórica de un socialismo latinoamericano, la revolución proletaria como único camino para la reivindicación de las demandas de las clases populares, el papel de los intelectuales en la revolución, y el despertar de los pueblos como una masa de millones que es capaz de enfrentarse con el imperialismo en una guerra de masas capaz de conmover al mundo.

El pensamiento del Che, era un pensamiento que partía del marxismo más radical y ortodoxo, entendiendo ortodoxia (como lo plantea el Camarada Arenas desde su encierro en las prisiones del fascismo español) por fidelidad a los principios fundamentales de la ideología proletaria: es decir el papel de la lucha de clases como motor de la historia, la revolución socialista como camino para la liberación de los pueblos, la caducidad del parlamentarismo, la construcción del poder y asalto al mismo como resultado de la violencia revolucionaria, la denuncia, condena y combate contra toda forma de oportunismo, reformismo y revisionismo; y sobre esta base desarrollaría una propuesta de transformación de la sociedad conocida como la “Guerra Revolucionaria del Pueblo”, la misma que sería el cumplimiento práctico del mandato del Amauta de “un marxismo que no sea calco ni copia, sino creación histórica, creación heroica”.

El marxismo latinoamericano actual sigue marcado por estos dos grandes exponentes, y al mismo tiempo su pensamiento sigue siendo deformado por los oportunistas de turno para acomodarlo a sus prácticas conciliadoras que legitiman el orden burgués de dominación. Lenin advertía que, el triunfo teórico del marxismo es tan abrumador, que obliga a sus enemigos a disfrazarse de marxistas deformándolo; en nuestro caso el triunfo de las tesis de Mariátegui y del Che es tan abrumador que ha obligado a que todos los oportunistas de moda se hayan puesto la camiseta y el nombre de nuestros grandes referentes para llevar adelante prácticas que contradicen sus postulados básicos: pactar con gobiernos fascistas o burgueses, para acaparar cargos de dirección y fraccionar a los movimientos revolucionarios, prácticas clientelares y electoreras, etc. ; pero el pensamiento marxista de ambos es tan poderoso que son incapaces de deformarlo y termina apareciendo en esa entrañable transparencia que vuelve a dar sentido a las demandas de los pueblos empobrecidos del capital, y deja de lado a los oportunistas para calar en las masas de pobres que han comenzado a andar y que marchan bajo la sombra de ese mito andino que mencionaba el Amauta, ese mito rojo que guiará a los pobres del campo y la ciudad, que tiene la cara de ese guerrillero ejecutado en La Higuera, mientras se jugaba el pellejo para probar sus verdades.

 
 
 

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