REORGANIZAR LA IZQUIERDA ES UNA EXIGENCIA HISTÓRICO-SOCIAL EN EL ECUADOR
¿HUBO UN MODELO DE ESTADO SOCIALISTA?
La historia de la izquierda ecuatoriana arranca oficialmente en 1926, cuando se fundó el Partido Socialista, gracias a la influencia de la Revolución Bolchevique liderada por Vladimir Ilich Lenin, científico marxista y político revolucionario. En 1932, un ala del Partido Socialista fundó el Partido Comunista, como para demostrar la real existencia de concepciones diferentes sobre el proceso que debía conducir a la lucha por la igualdad económica y social; es decir por la justicia social que debía conquistarse para beneficio de las mayorías desposeídas, explotadas y marginadas de la economía del ejercicio de la política y de los derechos humanos y libertades que eran de propiedad y uso de los poderosos. Antes, en 1922 el movimiento obrero fue masacrado el 15 de noviembre y en 1925 se inauguraba la Revolución Juliana con clara tendencia de un incipiente izquierdismo. Pero la lucha popular había comenzado con el nacer el movimiento obrero en Guayaquil bautizado con la matanza del 15 de noviembre, que sembró en el río Guayas las “cruces sobre el agua”.
Socialistas y comunistas desde la escisión nunca estuvieron de acuerdo ni en sus tácticas, ni en sus estrategias, aunque los dos partidos hablaban de revolución, de transformación radical de las estructuras y superestructuras. Los dos partidos se creían dueños de la verdad absoluta. Jorge Oviedo en su análisis histórico sobre la izquierda sostiene que el favor de las masas no fue precisamente para ellas. El proceso político-social en el Ecuador tomó un giro inesperado desde comienzos de los años treinta con el surgimiento del caudillismo velasquista. Las consecuencias de la revolución liberal, el reordenamiento institucional del Ecuador de los años veinte, la crisis capitalista de 1929 y el avance del socialismo en la ex Unión Soviética, configuraron un marco histórico en el que los fenómenos políticos no podían dejar de lado a las masas trabajadoras. En el Ecuador, ni el partido liberal, ni el conservador eran capaces de capitalizar su apoyo. La oligarquía vio en Velasco Ibarra la figura que bien podía neutralizar el ascenso de las masas y preservar sus privilegios. Con un discurso anti oligárquico y de adulación a las masas insurgentes Velasco se convierte en la pieza necesaria del dominio oligárquico y de la articulación capitalista en el Ecuador. La izquierda “boba” creyó, no una, sino cinco veces, que Velasco Ibarra podía convertirse en la punta de lanza de sus aspiraciones transformadoras. Un Velasco que iniciaba sus campañas con el “corazón a la izquierda”, terminaba, invariablemente, entregado en cuerpo y alma a la oligarquía. Toda la izquierda repitió una y otra vez el error, hasta que se convirtió, sin querer queriendo, en cómplice de la estabilidad oligárquica.
Las dos alas tradicionales de la izquierda ecuatoriana sostuvieron, casi por medio siglo, tesis irreconciliables. Tanto en el PSE como en el PCE surgieron corrientes divergentes que terminaron fraccionándoles” y ese divisionismo influyó negativamente en las masas y en sus “dirigentes y líderes” que crearon o fundaron movimientos de izquierda, cada uno con sus tesis, cada uno con sus verdades, cada uno con las ambiciones de los iluminados fundadores del movimiento o grupo de amigos, más de que de masas o trabajadores. Sin embargo, de las negativas experiencias, los mismos vicios se han mantenido a lo largo de la historia de la izquierda ecuatoriana dividida y subdividida hasta cansar al pueblo que no comprende de las ambiciones personales de algunos de los “líderes y dirigentes”. La mayoría de las cúpulas pancista vendieron a sus partidos al gobernante de turno que se declaraba de izquierda y se olvidaron la verdadera razón de su ser y existir. ¿Acaso vale más más el sueldo o un plato de lentejas que la verdadera posición revolucionaria de la izquierda?
Oviedo sostiene que en seno del PSE, después de la ruptura con el ala comunista, a lo largo de su historia y durante diferentes etapas, ha existido una corriente colaboracionista que puso de lado los intereses populares. Privilegió las figuras individuales y nunca se ocupó de dotar al partido de un instrumento programático que propusiera un nuevo modelo de sociedad. Esta corriente “patiamarilla”, ilustrada, que tuvo en sus manos la dirección oficial del socialismo colaboró, por medio de sus figuras, con gobiernos de la oligarquía y contribuyó, de esa forma, a su dominio. En los años cincuenta el PSE era un partido más del espectro político nacional, sin que su presencia constituyera ningún peligro para el sistema. Cosa similar pasaba con el PCE que, sin embargo, dada su vinculación con el PCUSS, aparecía como más agresivo y peligroso; pero uno y otro partido se habían convertido en fichas del tinglado político en el Ecuador cuya presencia no significaba ningún peligro para la estabilidad del sistema.
Otra escisión importante de la izquierda es el aparecimiento del llamado Socialismo del Siglo XXI que, algunos analistas de la tendencia, niegan que en realidad exista más que como una de las tantas teorías que, aparentemente, surgen del Marxismo o son interpretaciones personales de sus autores y “ejecutores”, en este caso los autoproclamados gobiernos progresistas o socialistas del Siglo XXI, que sin aplicar siquiera esa teoría de Dieterich, eran representantes del sector progresista.
“El socialismo del siglo XXI es un concepto formulado en 1996 por el sociólogo alemán-mexicano Heinz Dieterich Steffan.1 El término adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez el 30 de enero de 2005 desde el V Foro Social Mundial” conforme un texto constante en Wikipedia..
¿Hubo un modelo de Estados Socialista o fue una práctica de las derechas que aspiraban modernizar sus viejas teorías de dominación? “El modelo de Estado socialista del socialismo del siglo XXI es un socialismo revolucionario que bebe directamente de la filosofía y la economía marxista y que se sustenta en cuatro ejes: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y protagónica y las organizaciones de base” según el texto en Wikipedia.
Dieterich, en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx sobre la dinámica social y la lucha de clases. Dieterich revisa la teoría marxista con ánimo de actualizarla al mundo de hoy, incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, develando sus limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre de explotación. Resumiendo, el socialismo del siglo XXI supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar el desarrollo”. En esa práctica nada de eso ocurrió y esos gobiernos han cometido tantos y tan graves errores que, ahora, es una muletilla que usan los reaccionarios para denigrar a la izquierda y tildarla de socialista corrupta.
UNA EXPERIENCIA REEDITABLE
En 1978, cuando se terminó la famosa dictadura del triunvirato presidido por Guillermo Durán Arcentales que reemplazó al progresista gobierno de Rodríguez Lara, se constituyó el Frente Amplio de Izquierda con claros principios programáticos.
El Frente Amplio de Izquierda fue una real alternativa que tuvo como meta la transformación revolucionaria de la sociedad ecuatoriana. Ese Frente estuvo integrado por el Partido Comunista del Ecuador, el Partido Socialista Ecuatoriano, el Movimiento Revolucionario de la Izquierda Cristiana, el Movimiento Segunda Independencia, el Comité del Pueblo y la Unión Democrática Popular -MPD- que terminó priorizando su particular visión “revolucionaria” “Es necesario rescatar la declaración de principios ideológicos, el Estatuto y la formulación del Proyecto de Programa de Gobierno del FADI. La declaración de Principios ideológicos expone que el FADI es un instrumento de lucha popular, democrática, antiimperialista y revolucionaria que permite la unidad de los diversos movimientos de la izquierda ecuatoriana y de amplios sectores de la población, con la finalidad de instaurar un gobierno que haga posible el establecimiento de un nuevo tipo de los partidos que constituyeron la Unidad Democrática Nacional Anticonservadora, conformaron con sus organizaciones juveniles, la Unión Revolucionaria de la Juventud Ecuatoriana (URJE) en 1958. Ésta pasó a ser la expresión de unidad juvenil más importante en la historia del Ecuador. La URJE, en medio de un intenso ambiente de luchas campesinas, obreras, estudiantiles y sociales y al calor del triunfo de la Revolución Cubana, se potenció pasando a ser un referente y actor que en muchos casos rebasó la acción de los partidos que le habían dado nacimiento. En este período se instaló en el Ecuador, en el marco de la guerra fría y para contener el poderoso movimiento social, una Estación de la CIA en Quito.
Para conocer los daños ocasionados y el fraccionamiento a la izquierda y a las organizaciones sociales producidas por esta oficina, es importante conocer el diario denominado “La CIA en el Ecuador”, escrito por el ex-agente Philip Agee, quien dejó consignado y al descubierto los métodos de división y filtración de los intereses foráneos, en los partidos, centrales sindicales, instituciones democráticas y en particular en la izquierda. En la década del 60 continuó y se acentúo la crisis en el Ecuador. El Vice-presidente, Dr. Calos Julio Arosemena derrocó a Velasco Ibarra, y luego, este fue derrocado por una Junta Militar, presidida por el Capitán de Navío Ramón Castro Jijón, para contener mediante la violencia el avance de las luchas populares y de la unidad de la izquierda. A mediados de la década del 60, un poderoso movimiento popular derrocó a la dictadura militar y al convocarse a elecciones se redefinieron las fuer-zas de izquierda al constituirse la Unión Democrática Popular que impulsó la candidatura del Binomio Presidencial integrada por el Doctor Elías Gallegos Anda y el dirigente sindical Gonzalo Villalba. En este período se forman nuevos partidos autodenominados de centro izquierda: la Izquierda Democrática de tendencia Social Demócrata y la Democracia Cristiana expresión de la doctrina social de la iglesia católica, según se afirma en un estudio de la Flacso, denominado La innovación partidista de las izquierdas en América Latina, ILDIS -FES Primera edición: Octubre 2008 ISBN, bajo responsabilidad del editor Franklin Ramírez Gallegos.
Jorge Oviedo Rueda al referirse a la izquierda “boba” y el neoliberalismo sostiene que “la muerte de Jaime Roldós puso fin a toda expectativa de cambio. Con su vicepresidente, el demócrata-cristiano Osvaldo Hurtado Larrea, se inicia la “negra y larga noche neoliberal” en el Ecuador. Los trabajadores organizados iniciaron la resistencia contra el neoliberalismo que tomó fuerza después del hundimiento de la Unión Soviética. El gobierno autoritario de León Febres Cordero tuvo que enfrentar la débil pero heroica oposición armada del grupo Alfaro Vive Carajo que, junto al estallido de la resistencia indígena sirvió para frenar las intenciones neoliberales de la derecha ecuatoriana. La izquierda asumió la lucha contra el neoliberalismo, sí, pero nunca investida de personalidad propia, siempre amparada en las propuestas y las figuras más progresistas del centro y del populismo. Nombres como el de León Roldós Aguilera, Frank Vargas Pazos e inclusive el del propio Lucio Gutiérrez, sirvieron para frentear la lucha contra la ya conformada partidocracia. Ante una crisis total, que no era sólo económica, sino política, ética, social, etc., la izquierda seguía pensando en cómo ir de la mano de líderes que le dieran diciendo y haciendo lo que a ella le correspondía. Estaba afectada de una bobería política que le impedía aprender de las lecciones de la historia y no le capacitaba para asumir sus retos.
Las sucesivas crisis políticas que llevaron al Ecuador a tener siete presidentes en el lapso de una década habían creado condiciones para una conducción revolucionaria de las masas, lo que implicaba la definición de un programa democrático, anticapitalista y revolucionario que nunca fue considerado siquiera por la izquierda ecuatoriana, a estas alturas ya demasiado corroída por las posiciones oportunistas y electoralistas que en su seno habían anidado. Esa izquierda, al final de la etapa, definió un programa marcadamente reformista y lo confiaron, sin condiciones, a una figura nueva que ellos juraron les llevaría, como una locomotora, al cambio revolucionario. Todo lo apostaron a la tesis de que en este proceso había un “gobierno en disputa” y que de esa batalla saldrían triunfadores. Correa no era más que una circunstancia, detrás de él estaba, decían, el colectivo, que daría dirección correcta al proceso.
Correa les resultó suave por fuera y duro por dentro. Todos los cálculos de la izquierda “boba” han naufragado en un caudillismo prepotente que, a nombre del socialismo, está rearticulando el capitalismo dependiente ecuatoriano a las necesidades de la acumulación del capitalismo corporativo mundial”. El correismo fue un monumental fracaso para las izquierdas colaboracionista que arriaron banderas ante las falsas ofertas “revolucionarias” del caudillo Rafael Correa Delgado que fue, en la realidad y en la práctica un gobierno de derecha y al servicio de las derechas bancarias y, en general, del empresariado ecuatoriano que obtuvieron tantas ganancias, como nunca antes en la historia.
EL FRENTE PLURINACIONAL DE LAS IZQUIERDAS
“En un contexto internacional favorable a los gobiernos progresistas triunfó Rafael Correa en el 2007. Su marco conceptual y definición ideológica ha sido el ambivalente discurso del socialismo del siglo XXI que anuncia mucho, pero no define nada” decía Oviedo. Añadía que para enfrentar a este proyecto de esencia socialdemócrata se ha juntado la izquierda ecuatoriana en un frente al que han denominado Frente Plurinacional de las Izquierdas” que también fracasó al acentuarse el divisionismo que nunca se pudo superar.
El español Decio Machado, Director Ejecutivo de la Fundación ALDHEA, afirma que los partidos de izquierda buscan utilizar la autoridad pública para distribuir la riqueza o los ingresos hacia los sectores con menores ingresos, erosionar las jerarquías sociales y fortalecer la voz de los grupos desaventajados en el proceso político. En la arena socioeconómica, las políticas de izquierda procuran combatir las desigualdades enraizadas en la competencia de mercado y en la propiedad concentrada, aumentar las oportunidades para los pobres y proveer protección social en contra de las inseguridades de mercado. Aunque la izquierda contemporánea no se opone necesariamente a la propiedad privada o a la competencia de mercado, sí rechaza la idea de que pueda confiarse en las fuerzas no reguladas del mercado para satisfacer las necesidades sociales. En el ámbito político, la izquierda procura aumentar la participación de los grupos menos privilegiados y erosionar las formas jerárquicas de dominación que marginan a los sectores populares. Históricamente, la izquierda se ha concentrado en las diferencias de clase, pero muchos partidos de izquierda contemporánea, han ampliado ese foco para incluir las desigualdades basadas en el género, la raza o la étnia (Levtisky y Roberts, 2011: 5)
¿HUBO UN GOBIERNO DE “IZQUIERDA” EN LA ÚLTIMA DÉCADA EN ECUADOR? El elemento más convencional de lucha contra la desigualdad ha de enmarcarse en el ámbito de la distribución de la riqueza y de la dignificación del ingreso hacia los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Sin embargo, para que esa distribución de la riqueza no se coyuntural -tal y como ha sucedido en América Latina durante el llamado boom de los commodities- dichas políticas públicas han de basarse en la desconcentración de la propiedad, y es evidente que las “izquierdas” en el poder en la región tienen una deuda pendiente al respecto. Tras más de un década de gobiernos de “izquierda”, en la América Latina de hoy el 10% más rico de la población concentra el 71% de la riqueza regional, y es el propio Banco Mundial –nada “izquierdista” por cierto- quien reconoce públicamente que de continuarse esta tendencia, en menos de diez años el 1% más rico del subcontinente tendrá más riqueza que el 99% restante. En ese sentido Ecuador no ha sido una excepción. Las empresas más grandes que operan en su mercado nacional han ganado más durante la gestión correísta que durante los años anteriores a la llegada del presidente Correa al gobierno de la nación. Así, en 2006, con un PIB de 46,8 mil millones de dólares, las 300 empresas más grandes en Ecuador ingresaron 20.363 millones de dólares, lo que viene a significar un 43,6% del PIB; mientras que seis años después, en 2012, con un PIB de 84.700 millones de dólares –casi el doble que en 2006-, estas mismas empresas ingresaron 39.289 millones de dólares, lo que implica unos tres puntos porcentuales más del PIB nacional. En la actualidad, con un PIB en torno a los 100.000 millones de dólares la situación no ha cambiado y se agudiza la concentración semi monopólica de empresas en los diferentes sectores del mercado. El fisco ecuatoriano reconoce la existencia de 118 grandes grupos económicos que operan en el mercado nacional de los cuales 16 de ellos controlan la mayor parte de la economía. En pocas palabras, los mismos que antes ganaban más. ahora ganan todavía más. No existe discusión respecto a que la distribución del ingreso requiere mejoras en los niveles de empleo digno y productivo, incremento de los salarios reales, un gasto público social enfocado hacia los sectores históricamente ignorados y de una mayor equidad en la tributación.” REORGANIZAR LA IZQUIERDA
Después del fracaso de la farsa autodenominada “Revolución Ciudadana” acaudillada por Rafael Cordero Delgado, en el Ecuador como en el resto de América Latina que tuvo gobiernos progresistas, muy pocos siguen creyendo en las propuestas y valores de la izquierda. Otros oyen hablar de izquierda y huyen, pero los pueblos no se han derechizado.
Más allá del vergonzante colaboracionismo de las cúpulas de los partidos y movimientos de izquierda, ya hayan sido del Partido Comunista, del Partido Socialista, del MIR, de la Izquierda Cristiana que aún sobrevive, de los restos entreguistas de Alfaro Vive Carajo, del famoso MPD o UDP en los inicios del Correato y de otras fuerzas de la tendencia, es un mandato histórico, del que nadie puede escapar, reorganizar y reagrupar a la izquierda en un gran frente nacional que sólo será una fuerza poderosa si los autonominados líderes y dirigentes deponen sus intereses personales y deciden trabajar, con conciencia, por el pueblo y para el pueblo, previo análisis de la realidad socio-económica-política y cultural de los trabajadores del campo y la ciudad.
Hoy más que ayer y más que nunca, se requiere unir a la izquierda para que sea capaz de alcanzar un objetivo fundamental: recuperar principios y valores para ser coherentes con los principios, ideologías y valores del marxismo-leninismo.
Se debe trabajar para encontrar respuestas a una pregunta fundamental: ¿Por qué el pueblo no vota por los candidatos de la izquierda a pesar de la verdad indiscutible de sus de la validez de sus propuestas como la justicia social -igualdad económica- solidaridad, respeto a los derechos del trabajador y de todo el pueblo?
La unidad de las izquierdas en una sola fuerza política será la fortaleza invencible.
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