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POR NUESTROS DERECHOS Y LA SALUD DEL PUEBLO


El régimen del continuismo, con el infame Decreto 813 en la mano, despidió a miles de trabajadores y al hacerlo redujo la capacidad operativa de servicios de salud esenciales (como el de erradicación de la malaria). A continuación, se introdujo la reforma laboral ideada por las cámaras empresariales que pretende extender la jornada de trabajo, facilitar el despido y reemplazar a una parte de los trabajadores con “pasantes”.

En este contexto, la disminución de los estipendios de los internos rotativos no es un hecho aislado, sino que forma parte de una amplia ofensiva contra los derechos laborales, es parte de la política de clase impulsada por el gobierno.

La labor de los internos rotativos no es solo un ejercicio académico, sino que parte esencial del funcionamiento del sistema de salud. Sin embargo, no se reconoce la importancia que tienen los internos rotativos. Estos trabajan largas jornadas, con remuneraciones bajas y sin pleno reconocimiento de los derechos laborales que les corresponden. Este uso de los estudiantes como fuerza laboral barata no es casual, sino que es resultado de una orientación dirigida a no contratar el número de profesionales que el sistema de salud pública necesita y que conduce a que el internado no pueda cumplir con sus auténticos objetivos pedagógicos.

Un ejemplo, lo tenemos con los estudiantes de medicina de la Universidad Central. En teoría, de las 3000 horas del internado rotativo, 1000 deberían ser teóricas y 2000 prácticas. En los hechos, solo reciben 300 horas teóricas, se realizan 2700 horas prácticas de las que 1800 no cuentan con la debida supervisión (por diversas razones, como la falta de organización curricular o carencia de profesionales que puedan asumir las labores pedagógicas requeridas). En promedio, durante el internado, se realizan 90 turnos de 24 horas (2160 horas), a lo que se suman los posturnos que llegan a ser de hasta 12 horas, lo que implica una jornada de 36 horas. Cosa que va en desmedro de la salud del estudiante y de su desempeño, y por lo tanto de la calidad del cuidado de los pacientes.

Esto contrasta, con el estatuto de práctica profesional que rige el internado rotativo determina que el total horas trabajadas en un año debería limitarse a 1920, en jornadas de 8 horas.

Ante esta realidad, el Ministerio de Salud Pública (MSP) argumenta que el pago de estipendio a los internos es una excepción, pues la mayoría de los “pasantes” en otras carreras no obtienen remuneración alguna. Que en Ecuador, la inmensa mayoría de las empresas no reconozcan el derecho a un pago justo para la generalidad de los estudiantes que realizan pasantías y que vean en estos una especie de esclavos, no es justificativo para que el gobierno rebaje los pagos ya de por sí exiguos que reciben los internos. Por otra parte, el MSP afirma que esta medida se debe a la “planificación” errónea de las facultades de medicina que permitió que un número “excesivo” de alumnos ingrese al internado. Según esta lógica las facultades deben aprobar a los estudiantes no en virtud de su desempeño académico, sino en función de los límites financieros determinados por oscuros burócratas en el MSP.

En realidad, el MSP está en la obligación de solicitar los fondos necesarios en función de la cantidad de estudiantes que cursan las carreras de la salud. Así, que el error de planificación no es de las facultades, sino del ministerio.

La movilización del 8 de mayo evidenció que el diálogo convocado por el actual gobierno es una farsa absoluta y vergonzosa. Los estudiantes que llenaron las calles de la capital no fueron recibidos por algún funcionario gubernamental con capacidad de decisión.

Compañeros estudiantes:

¡A realizar asambleas para discutir los problemas de la educación y del sistema de salud! ¡Por los derechos de los estudiantes! ¡Por una educación laica, científica y democrática!

Organizarse es comenzar a vencer

UJIR,

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