Carta a Quijano: Reflexiones en torno a la colonialidad/descolonialidad
Estimado y querido Aníbal,
Dicen las y los mayores afroecuatorianos que durante el primer año del fallecimiento de un ser querido, la persona aún no se va. Se queda en la tierra acompañándonos.
Fue en la madrugada del 31 de mayo de 2018, que falleciste. Mientras que escribo esta carta a ti, no es un año aún.
Recuerdo este día muy bien. Recibí un mensaje en la mañana de mi amigo y tu primo Danilo Quijano, contándome de tu ida. Edgardo Lander y Rita Segato estuvieron en Quito; Edgardo en mi Universidad y Rita en otra actividad en la ciudad. Quedan grabados en mi cuerpo los largos lloros abrazados Edgardo y yo; con Rita pasemos conectadas telefónicamente casi toda la noche, y juntas el día después. Sentí esta extraña sensación de orfandad, de perder un amigo, un maestro, un abuelo.
Aquí aún estas querido Aníbal. Tu ser-espíritu-energía están muy presentes en esta sala de la Universidad Ricardo Palma donde te homenajeamos esta noche de 8 de mayo, las velitas puestas por Carolina Ortiz y yo brillan con tu luz.
Te veo y te siento sentado aquí observando y escuchando. Por eso, aún no me atrevo a hablar o escribir sobre ti. Más bien y aquí acompañada con muchas de tus amistades y frente al público general, quiero seguir las conversaciones que iniciemos hace casi 20 años; quiero contarte de mis preguntas continuas: ¿cómo pensar, analizar, teorizar y comprender hoy la colonialidad del poder? ¿cómo agrietarla, y cómo seguir luchando, caminando, preguntando y sembrando una praxis decolonial?
¿Recuerdas nuestro primer encuentro? Fue en 1999 en una reunión organizada por Walter Mignolo en Duke University, que juntaba varios y varias de lo que luego fue siendo conocido como el proyecto o grupo de modernidad/colonialidad.
Además de ti, Walter, y Edgardo, estuvieron presentes (si mi memoria no me falla) Fernando Coronil, Zulma Palermo, Santiago Castro-Gómez, Oscar Guardiola, Freya Schiwy, Arturo Escobar y mi persona. De manera nada típica del mundo académico, abrimos una reflexión compartida sin pretensiones, egos o grandes ponencias por el medio, y desde y con relación al concepto analítico de la colonialidad del poder, concepto que tu introdujiste casi una década antes, así cambiando para siempre la forma de mirar y comprender el poder mundial desde su origen hace 527 años en lo que hoy conocemos como América Latina.
Como hiciste claro en esta reunión, tu interés no era de posicionar otro paradigma académico. Era, más bien, introducir un concepto, una herramienta analítica, una perspectiva enraizada en una realidad viva y vivida. Hoy, como bien sabes Aníbal, este concepto-perspectiva es de referencia, carácter y uso académico global; además, es parte de la praxis analítica-política de movimientos y colectivos luchando por otros modelos de vida.
Claro, en todas estas conversaciones del colectivo a lo largo de muchos años, no siempre estuvimos de acuerdo. Recuerdo una reunión allí por 2003, de mayoría hombres como siempre ha sido, en la cual Freya Schiwy y yo, las únicas mujeres presentes, intentábamos abrir una discusión sobre género, y argumentaste casi de gritos, que el asunto era sexo no género. Ante de nuestra insistencia, terminaste la conversación gritando SEXO< SEXO< SEXO. Ya, algunos años más tarde, inclusive a partir de discusiones con María Lugones, empezaste a re-considerar, e, inclusive, a enfatizar que la colonialidad del poder no es un marco cerrado o acabado que pretende describir todas las formas modernas/coloniales de poder y dominación existentes. También hiciste claro que la colonialidad no era propiedad tuya. Es abierta. Invita a ser usado, e invita intervenir en ella, decías. Provoca: consideraciones, reflexiones y expansiones de sus alcances y de su operatividad. Y urge atención a sus configuraciones en curso, emergentes y nuevas, y a los múltiples patrones, formas, ejes, cuerpos y caras de la colonialidad que están en permanente proceso de reproducción, re-construcción y re-agudización.
Pienso en la hidra capitalista a la que hablan las y los zapatistas. A cortar una cabeza, crece otra, evidenciando un poder de regeneración, de cambio y mutación. ¿No creas Aníbal que la colonialidad es así? Reconocer su permanencia, pero también su capacidad de cambio, mutación y regeneración es reconocer la necesidad de su análisis continuo, sin el cual la de(s)colonialidad del poder pierde su sentido de acción e intervención. El problema, como argumentan las y los zapatistas, es que persiste la suposición –entre intelectuales de la “izquierda” pero también entre muchas organizaciones, colectivos, personas y movimientos— que todo sigue, tal vez con unas pequeñas variaciones, pero sí, más o menos igual. Así las mismas críticas y los mismos métodos de lucha: marchas, mítines, foros, congresos y elecciones, muchos aun anclados en la consigna “izquierda”.
Pregunto, mi querido Aníbal, si las experiencias vividas de los últimos años con gobiernos “progresistas”, no dan suficiente razón para cuestionar esta etiqueta consignada, desnaturalizar el binario que apunta y visibilizar hoy-en-día su propia colonialidad. Por suerte perdiste, perdimos mi Aníbal, el reciente foro teatral de Clacso en Buenos Aires (yo por decisión de distanciarme de esta organización y tu por tu condición de ánima), foro que tenía su ojo y fe puesto en “la izquierda” de arriba, mandando a un hueco en el sótano, a las mujeres indígenas, afrodescendientes y muchas y muchos más que no constan (y no quieren constar) en la elite “izquierdista”.
Mi argumento –argumento que sospecho que compartirías hoy– es que el sistema de la colonialidad del poder que tu empezaste describir hace más de 30 años, no es el mismo hoy. Tampoco son las mismas las formas de dominación, control, silenciamiento, sometimiento, destrucción, explotación, represión, discriminación, violencia, despojo y eliminación.
Los patrones del poder colonial que hemos venido nombrando, analizando y teorizando están no solo profundizándose sino también cambiándose, cambiando en estrategia, cambiando en proyecto y cambiando en configuración. No estoy sugiriendo que los ejes o patrones hasta ahora asociados con el análisis de la colonialidad del poder, del saber, del ser, de género y de la naturaleza deberían desplazarse a un lado. Pero siento la necesidad –una necesidad que sospecho que muchas y muchos escuchando (o leyendo) esta carta también sientan–, de trazar, pensar, nombrar y analizar estas estrategias, proyectos y configuraciones, constitutivos de la colonialidad hoy, del orden/des-orden cada vez más enredado y complejo, para así saber cómo luchar, reflexionar, pensar, analizar, actuar, y accionar decolonialmente hoy.
Así, y partiendo de tu invitación Aníbal de seguir abriendo reflexiones en torno a la colonialidad/descolonialidad del poder, quiero contarte sobre algunas de las nuevas estrategias, mutaciones y configuraciones de la colonialidad que veo tomando forma hoy, y algo sobre cómo veo la de(s)colonialidad, la urgencia de sus tareas praxísticas y la problemática creciente de sus peligros.
Primero algo sobre las nuevas estrategias/mutaciones/configuraciones.
Parto de una pregunta hecha sospecha:
Si, como argumentaste Aníbal, lo que entendemos como colonialidad tomó forma en lo que hoy conocemos como América “Latina”, convirtiéndose en un modelo y matriz de poder global, ¿no estamos enfrentando una vez más, pregunto yo, a la centralidad de esta región en forjar una matriz hasta aún más complejo, en el que el intrincado enredo de racismo, capitalismo global, heteropatriarcado, cristianismo y modernidad / colonialidad están tomando nuevos extremos y formas de deshumanidad?
América Latina es el ojo de la tormenta
América Latina es el ojo de la tormenta. Pero si, América Latina es la región-lugar donde los términos, estrategias, prácticas y pedagogías de la guerra están siendo probados y refinados, y donde las múltiples cabezas de la hidra patriarcal-capitalista-colonial están adquiriendo una fuerza indestructible, mutante e indistinta.
Para no abusar de tu atención Aníbal, aquí hago un bosquejo de algunas de las nuevas estrategias/configuraciones/mutaciones que considero centrales para el análisis de la colonialidad hoy y su proyecto de violencia-despojo-guerra-muerte.
1. La desnacionalización del Estado-nación.
En un texto de ponencia presentada en 1991 titulada “¿Sobrevivirá América Latina?”, predicaste ¾siendo a penas visible en ese tiempo¾, la desnacionalización de las naciones-estado como parte de las tendencias globales del capitalismo, la reclasificación de la población y el recrudecimiento del colonialismo del poder. Advertiste sobre los conflictos sociales y políticos que podrían venir junto con ello, sin sugerir su sustancia o contenido.(1)
Hoy, casi 30 años después, es evidente que la desnacionalización que hablaste ya ha ocurrido. El intelectual wayuu venezolano José Ángel Quintero Weir lo dice claramente: “El Estado-nación ha muerto y no la matamos nosotrxs”.(2) Hoy está en agonía de muerte decretada por las grandes corporaciones y la nueva etapa de acumulación de capital. Así podemos hablar del Estado corporativo o la asociación y corporación estatal, cuyas instituciones funcionan en beneficio no de la “sociedad” (otro concepto-realidad que mencionaste en este mismo texto-ponencia), sino del gran capital y la renta de los gobiernos (de “derecha” e “izquierda”) que los ostentan. Si no hay Nación (claro podemos preguntar si una vez había), y si el estado nacional es cada vez más una ficción, ¿cómo analizar y qué hacer frente a los patrones de Estado, gobierno y autoridad? Me encantaría escuchar tus reflexiones al respecto mi Aníbal.
2. Las nuevas configuraciones del aparato militar-policial.
Aquí me refiero a la llamada “seguridad pública” o “seguridad ciudadana”, diseñados a avanzar y proteger los intereses que se juntan y fundamentan en el Estado corporativo, disolviendo por todas las distinciones entre lo legal y no legal, y facilitando la institucionalidad e institucionalización del despojo y de la práctica del orden/des-orden de violencia-guerra-muerte. La intervención federal-militar de Río de Janeiro, las ciudades y comunidades militarizadas en Colombia (Cali, Buenaventura, Cauca, donde la violencia y muerte racializadas y feminizadas solo incrementan), son ejemplos. Otro es la nueva configuración de seguridad pública-militarización en México, bajo el gobierno “progresista” de López Obrador.
3. La creciente alianza política-religiosa-heteropatriarcal.
Como bien sabemos mi querido Aníbal, existe una larga historia de alianzas político-religiosas en América Latina, desde Rockefeller, el Instituto Lingüístico de Verano, y la CIA (1920-60), en los 80 en contra de la teología de liberación, y en los 90s en contra de derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, la alianza actual es algo distinto. La meta: intervenir (como fuerza compartida) en el derecho secular pero también en los gobiernos “nacionales”, específicamente en la configuración del Estado como asociación-alianza de interés “moral” global (leer: anti-feminista). Brasil (Temer, Bolsonaro, y con un Congreso de mayoría evangélica), la dupla Duque-Uribe en Colombia, Piñeira en Chile (con cuatro pastores evangélicos como asesores de su campaña en 2017), Morales en Guatemala, la casi victoria de Fabricio Alvarado en Costa Rica, la base de apoyo evangélico a López Obrador en México y la participación activa de iglesias y líderes evangélicos en el conflicto actual de Venezuela (con el Congreso de Movimientos Cristianos por la Paz y sus 17 mil iglesias en apoyo a Maduro, y el poderoso Consejo Evangélico de Venezuela en apoyo a Guaidó, un Consejo con claros enlaces económicos y políticos internacionales. Al mismo tiempo que se consolida esta alianza en la región, crecen los feminicidios y transicidios; no es fortuito que América Latina tiene el nivel de violencia de género más alto en el mundo.
4. La nueva economía (extractivista) de conocimiento
Para ti querido Aníbal, el conocimiento siempre ha sido eje central del patrón de poder colonial. Por eso mismo, me atreve a preguntarte cómo verías hoy la nueva centralidad del conocimiento dentro de la matriz productiva y como organizador económico-cultural” de la sociedad. Me refiero a las “ciudades de conocimiento” (basadas en el modelo de la Ciudad Coreana de Conocimiento Songdo), donde como es el caso de Yachay en Ecuador y Pachuco en México (ambos construidos en tierras ancestrales expropiados), industrias extractivas comparten y combinan con educación basada en las necesidades e intereses del Estado (corporativo) en “ciencias de vida”: tecnologías relacionadas a las industrias farmacéuticas y de bio-drogas, biodiversidad y recursos genéticos; también incluya enfoques en nano-ciencias, energía y petroquímicos, hidrocarburos. universidades de alta calidad, centros de investigación e instituciones que conjuntamente promueven una cultura y economía del conocimiento.
Como dijo Correa en 2015, la sociedad de conocimiento es un modelo económico innovador que marcará el comienzo de una “nueva era en la historia de la humanidad de Ecuador, la revolución del conocimiento, que permitirá a Ecuador convertirse en una nación exportadora de conocimiento”.
Conocimiento es hoy uno de los campos principales de la batalla del patrón colonial del poder.
5. Las deshumanidad(es) y UNIversidad(es)
Creo que todas y todos, incluyéndote a ti querido Aníbal, tenemos claro el papel de la educación superior en avanzar el presente orden/des-orden. Hoy las UNIversidades, desde México a Argentina, son cómplices en la institucionalización de un modelo global que, bajo los pretextos y lemas de excelencia e innovación, mercantiliza el conocimiento y la educación de forma fundamental para este proyecto global. La corporativación, transnacionalización y deshumanización de la universidad pública; la universidad cómplice además en el sistema actual de violencia-despojo-guerra-muerte, recibiendo financiamiento de compañías extractivistas, participando en proyectos de investigación en bio-prospección genética. En Colombia, por ejemplo, la conexión e implicación de varias universidades públicas con las industrias extractivistas ya son conocidas, pero hay un asunto más: el uso de las remisas del extractivismo y de su violencia-despojo-guerra-muerte para financiar la educación pública superior: acuerdo de la reciente negociación entre el Estado y los movimientos estudiantiles.
Frente a todas estas realidades, las ciencias sociales y humanas son miopes y silenciosas. Algunos dicen que su propia supervivencia consiste en mantener su mirada adentro, en su interior, distanciarse de la realidad social, de las exigencias de las personas reales que luchan contra la guerra y por la vida, por las exigencias de la humanidad contra la deshumanidad. Nuestra colega María Eugenia Borsani ha llamado eso como parte de la presencia creciente de ciencias humanas y sociales deshumanizadas, deshidratadas, en camino a su propia muerte.
De hecho, la muerte de las carreras humanísticas y sociales ya está anunciada. El caso más reciente es Brasil, donde el gobierno anunció en abril 2019 la cesación de inversión educativa en las ciencias sociales y humanas, buscando su eliminación debido a su falta de utilidad. Claro, eso compagina con las campañas de “limpieza” de comunistas, gays, negros, indios y mujeres putas y vagabundas, y re-establecer los valores tradicionales: blanco-cristianos-patriarcales y de corte “universal”.
La instalación en América Latina del “Global University”, incluyendo aquí en Cusco, Perú, es una manifestación más de las estrategias, mutaciones y configuraciones. No me refiero solo a la tendencia productiva que inició hace algunos años, basada en estándares globales de evaluación y productividad estudiantil, administrativa y docente, sino a un nuevo modelo e institución ligada al poder político-financiero evangélico y sus alianzas, centrada en valores “universales”, en un currículo utilitario y funcional al orden-desorden global, productivo, técnico, tecnológico y profesionalizante, y muchas veces en-línea para evitar los “problemas” que podrían ocurrir con mucho contacto relacional humano. Es manifestación directa del entretejer de todo lo que he venido proponiendo aquí, del proyecto-guerra ya en camino de recolonizar la humanidad.
Ahí podemos pensar en una estrategia/configuración/mutación más:
6. El despojo total
Eso es, en palabras del José Ángel Quintero, el último despojo después de la tormenta, el despojo de todas y todos de abajo: indígenas, campesinos, comunidades negras, culturas locales, pobres de las ciudades, y muchas y muchos más, todos aquellos y aquellas ajenos al poder de los estados corporativos y los gobiernos, y de su política y su economía, todas, todos y todes que estamos luchando por la vida ante la creciente desesperanza y deshumanidad.
----- Ante esta realidad, no me parece adecuado hoy a seguir pensando y luchando con respecto a la totalidad, lo que tu nombraste Aníbal como el problema de la totalidad totalizadora. Creo que compartirías conmigo, mi querido Aníbal, la perspectiva que ya no es posible dar la vuelta de la colonialidad del poder en su totalidad, en gran parte por su propio carácter regenerativa como hidra. Sin embargo, estoy segura que para vos como yo, la de(s)colonialidad es —y seguirá siendo— una acción de hacer-pensar-sentir-analizar-teorizar y luchar necesaria, continua y urgente. Así pregunto hoy por los cómo de lo decolonial, cómo agrietar o fisurar la colonialidad y cómo accionar desde sus grietas, así recordando tu argumento, querido Aníbal, por la necesaria simultaneidad del trabajo “dentro, fuera y siempre en contra”.
Que ganas tengo Aníbal a conversar contigo, a preguntarte sobre tu perspectiva con respecto a todo lo que he dicho aquí, pero también con respecto a lo que veo como los nuevos “peligros de(s)coloniales”. Me refiero a la simplificación, generalización, esencialización y sobre-subjetivización que la de(s)colonialdad es la competencia “natural” de pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, lo que reduce la de(s)colonialidad a lo “étnico”, ocultando las violencias coloniales internas incluyendo, entre otras, las violencias de género, de captación/cooptación, y del mismo uso y concepto del comunitario y del patriarcado. Me refiero a los peligros de pensar la de(s)colonialidad como propiedad de algunos iluminados e iluminadas, de mercantilizarla, incluyendo como un nuevo canon de pensamiento crítico y de hacerla parte de la retorica discursiva dentro de las esferas del Estado y poder, como política desde arriba hacia abajo: el Ministerio de Descolonización en Bolivia, el discurso decolonial e intercultural en el gobierno de Correa en Ecuador y la reciente formación del Instituto de Decolonialidad por el gobierno de Maduro en Venezuela, son ejemplos.
Para ti querido Aníbal, la “descolonialidad” siempre señalaba —y sigue señalando— el problema de la colonialidad del poder. Por eso mismo, asumo con mucha seriedad la tarea que nos has dejado: de seguir analizando y re-analizando esta colonialidad con sus cambios, configuraciones y mutaciones, tarea necesaria para así saber cómo luchar, cómo agrietar y cómo pensar-hacer la de(s)colonialidad hoy, sembrando vida en esos tiempos de violencia-despojo-guerra-muerte.
Termino esta carta –la primera– pero no la última, con muchos sentimientos sentidos y encontrados. Maestro, amigo, compañero de lucha epistémica-política, abuelo-hermano mayor que hoy siento, asumo, reconozco como ancestro. Tu luz, querido Aníbal, si está aquí. Pero no puedo negar la enorme tristeza de no poder tocar tu mano, darte un fuerte abrazo. Te extraño. Te extrañamos.
Con mucho cariño,
Cathy
(Catherine Walsh)
Notas:
(1) Reeimpreso en Aníbal Quijano. Textos de Fundación, Zulma Palermo y Pablo Quintero, comps. Buenos Aires: Ediciones del Siglo, 2014.
(2) José Angel Quintero Weir, “La emergencia del Nosotrxs I”, Pueblos en Camino, 16 de enero 2019. https://pueblosencamino.org/?p=6988
(3) Ver nuestro diálogo en Catherine Walsh, (Des)Humanidad(es)”, alter/nativas. Revista de Estudios Culturales Latinoamericanos, 3, otoño 2014.
https://www.servindi.org/31/05/2019/reflexiones-en-torno-la-colonialidaddescolonialidad-del-poder-en-america-latina-hoy