Un sistema que empuja al suicidio
Quiero tocar el cielo, sentir ese azul tan ligero/ pero no puedo hacerlo, así que dejaré este mundo./ Todos los que han oído de mí/ no se sorprenderán de mi marcha. (Lizhi, 2014)
Hay un texto no muy conocido de Karl Marx escrito en 1846, en base a textos sacados de las Memorias extraídas de los archivos de la policía de Jacques Peuchet, llamado: Acerca del Suicidio. En este texto el viejo topo ensaya una crítica al capitalismo, desde lo que yo podría denominar, una perspectiva psicológica.
Dice que la posición de la filantropía cree en que la violencia del sistema se resuelve con un poco de pan y un poco de educación. Como si los únicos en soportar las condiciones sociales actuales fueran los trabajadores, como si en lo que respecta al resto de la sociedad, el mundo existente fuera el mejor de los mundos. (Marx, 2012) Esta afirmación la hace en referencia a lo dicho por Peuchet, que:
La cifra anual de suicidio, en cierto sentido normal y periódica entre nosotros, no es sino un síntoma de la organización defectuosa de la sociedad moderna, ya que en tiempos de hambrunas, de inviernos rigurosos, el síntoma siempre es más manifiesto, de manera que toma un carácter más epidémico en momentos de desempleo industrial y cunado sobrevienen las bancarrotas en serie.(…) En principio, por más que la mayor fuente de suicidio corresponda principalmente a la miseria, lo encontramos en todas las clases, entre los ociosos ricos tanto como en artistas y político. La diversidad de las causas que lo motivan nos parece que escapa a la condena unánime y despiadada de los moralistas. (Marx, 2012)
Estoy convencida que en el mundo actual, si aún hay como hablar de uno, la cifra creciente de suicidios en el planeta es un síntoma no solo de la organización defectuosa del sistema, sino de la radicalización de su violencia estructural. Según la OMS 800 000 personas se suicidan cada año y por cada suicidio hay muchos más intentos no consumados. De hecho el suicidio es la segunda causa principal de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años, y el 79% de todos los suicidios se producen en países de ingresos bajos y medios. (OMS, 2018) Y no puede ser de otra manera si tomamos en cuenta que la vida humana está sometida a: el aumento exponencial de la explotación laboral; la expulsión creciente de trabajadores que son condenados al desempleo estructural y con ello a la miseria y a la muerte; el sometimiento al mandato del gozo vía consumismo obsceno que psicotiza a cualquiera; la migración forzosa por violencia y despojo territorial, ambiental, económico, político que condena a millones de seres humanos a huir en búsqueda de refugio, –los últimos datos hablan de 80 millones de refugiados-; la discriminación, la exclusión, la humillación; despojos estéticos, ideológicos y simbólicos y culturales que arrebatan el sentido de la vida y los proyectos de futuro, solo por citar unas cuantas miserias producidas por el sistema.
Es difícil sobrevivir en un no-mundo donde el capitalismo presiona la vida humana hasta niveles de violencia extrema, donde el tiempo de hambruna económica, cultural, estética, afectiva no termina y el invierno subjetivo se hace eterno. Cuando crecen las amistades despreciadas, la ambición amilanada, los dolores familiares, la eliminación de competidores, el disgusto frente a una vida monótona, con toda certeza supone ocasiones de suicidio para naturalezas de cierta riqueza, y el mismo amor a la vida, motor enérgico de la personalidad, conduce muy a menudo a sacarse de encima una existencia miserable. (Marx, 2012)
La imagen plástica de esta vida miserable son los suicidios de: Xu Lizhi, el poeta chino que trabajaba en la fábrica donde se ensambla el iPhone; la mujer española que se suicidó por la presión social al hacerse pública y viral su vida íntima; el niño de 13 años de Bizkaia que se suicidó por bullyng; los dos jóvenes uruguayos de 15 años que se arrojaron desde lo alto de la planta de silos que administra Terminales Graneleras Uruguayas. Podríamos seguir una lista que se hace interminable, sin embargo no es la cantidad que dice mucho de esta triste realidad, sino la cualidad del hecho que se expresa en la poesía de Xu Lizhi.
Taller, línea de ensamblaje, máquina, tarjeta de fichar, horas extra, salario./ Me han entrenado para ser dócil./ No sé gritar o rebelarme,/ cómo quejarme o denunciar,/ sólo cómo sufrir silenciosamente el agotamiento. La juventud se detuvo en las máquinas, murió antes de tiempo (Lizhi, 2014)
Esta arremetida salvaje del capitalismo a las personas, lleva a muchas a buscar el descanso en la nada, a calmar el sufrimiento en la muerte, pues la lógica inhumana del sistema no deja otra salida cuando suprime la posibilidad de proyectar porvenir. El suicidio dice (Marx, 2012) es una evidente protesta contra esos designios sociales ininteligibles como aquello de los deberes con la sociedad, el mérito de aguatar el dolor mil veces mayor que el de sucumbir a él. Ahora incluso la expulsión del trabajo, que condena a las personas a la indefensión total, es vista como “oportunidad”, en un discurso absolutamente cínico. No solo que nos han expropiado los medios de producción y los medios de subsistencia que nos obligan a vendernos como mercancía, sino que ya ni siquiera nos compran, solo nos arrojan despojados de todo hacia la muerte lenta. Millones de seres humanos expulsados de sus territorios vagan sin un lugar donde afincar su vida, sometidos a la esclavitud, a la extirpación de sus órganos, a la prostitución, a la muerte como Oscar y su hija que acaban de morir ahogados intentando cruzar el Rio Bravo hacia la “tierra de la libertad” que les cierra sus puertas. ¿Qué clase de sociedad es ésta, en la que se encuentra en el seno de varios millones de almas, la más profunda soledad; en la que uno puede tener el deseo inexorable de matarse sin que ninguno de nosotros pueda presentirlo? Esta sociedad n es una sociedad como dice Rousseau, es un desierto poblado por fuerzas salvajes (Marx, 2012)
En una sociedad en la cual manda un sistema económico del terror, donde el maltrato, la humillación, la indiferencia, las injusticias, los castigos, la competitividad salvaje, el ultraje sistemático, el cinismo no permite ni siquiera sobrevivir peor vivir, el suicidio no es más que uno de entre mil y un síntomas de la lucha social general, que muestra que el capitalismo no es una sociedad humana, si por esto entendemos una sociedad para el despliegue de la vida humana.
En este momento de nuestra historia o torcemos este destino trágico que hace nuestra vidas miserables y con ellas la de miles de especies animales o nuestra especie estará condenada al suicidio, como única posibilidad de emancipación.
Referencias
Lizhi, X. (14 de Diciembre de 2014). La Red 21. Recuperado el 21 de Marzo de 2019, de http://www.lr21.com.uy/mundo/1206832-obras-ineditas-del-poeta-suicida-xu-lizhi-que-ensamblaba-iphone%C2%B4s-conmueven-a-china
Marx, K. (2012). Acerca del Suicidio . Buenos Aires: Las cuarenta.
OMS. (24 de Agosto de 2018). Suicidio . Obtenido de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide
http://atravesdelafisura.blogspot.com/2019/06/un-sistema-queempuja-al-suicidio-quiero_27.html#more