MINERÍA: OTRO MITO DEL DESARROLLO
La acumulación originaria de capital es el resultado del despojo. Las grandes economías, de la actualidad, se constituyeron luego de saquear especialmente los metales preciosos de los territorios colonizados.
Con el desarrollo del capitalismo, Latinoamérica se transformó en complemento de los países imperialistas, pues la demanda agrícola, ganadera y minera del mundo industrializado fue abastecida por los países periféricos. Esa división internacional del trabajo dedicó a unos países a exportar bienes de consumo y a otros bienes de capital.
La economía dependiente del Ecuador es exportadora de bienes de consumo (cacao, banano, minerales, hidrocarburos) que no han permitido alcanzar el progreso prometido por las clases gobernantes, los discursos del desarrollo en la dictadura militar, a propósito de la explotación de crudo hacia 1970, testimonian esa realidad.
Cuarenta años después la prosperidad post petrolera no existe, pero la promesa de progreso perdura en la agenda de los gobiernos, que ahora le apuestan a la minería a gran escala para resolver la crisis fiscal del país.
Tal como ocurrió con el petróleo, los gobiernos concesionaron yacimientos mineros metálicos para usufructo de las transnacionales. Las adjudicaciones corresponden a miles de hectáreas entregadas a espaldas del pueblo, a cambio de una participación en las regalías en un porcentaje no mayor al 8% sobre la venta del mineral principal y los secundarios.
Es evidente, la opulencia está en manos de los monopolios y de altos funcionarios del Estado burgués, mientras a la naturaleza se la depreda y los pueblos siguen pobres.
Es necesaria una auditoría para conocer los territorios concesionados y contratos firmados, pero urge también la consulta popular que decida sobre la autorización o no de actividades de la minería metálica a gran escala.
Quienes se oponen a este ejercicio democrático, seguramente son aquellos que usan argumentos tangenciales financiados por las transnacionales o presionados por el gobierno.
No teman preguntar al soberano: el pueblo.