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SUBORDINACIÓN ECUATORIANA PERMITE A ESTADOS UNIDOS CONSOLIDAR SU PATIO TRASERO


GALÁPAGOS, PATRIMONIO NATURAL DE LA HUMANIDAD SUFRIRÁ GRAVE DETERIORO AMBIENTAL

El pretexto imperial para penetrar militarmente en América Latina, y en particular en América del Sur, es tan viejo como el viento. Siempre arguye, con picardía delincuencial, que va a terminar con los carteles de la droga al combatir el narcotráfico internacional. Así invadió. “pacíficamente” a Colombia y en 1999, impuso el Plan Colombia para consolidar su intervencionismo político, económico y militar.

Hoy posee siete bases militares que las usa a su antojo, luego de combatir a las guerrillas de las FARC –EP y convertir a las Fuerzas Armadas de Colombia en una de las más poderosas de esta parte del mundo que, en estos días están dispuestas a invadir Venezuela, en cuanto llegue la orden de la Casa Blanca. Precisamente, para reforzar esa posición, acaba de imponer a la República del Ecuador, el uso del aeropuerto de la Isla San Cristóbal en Galápagos, a pesar de los serios riesgos de destrucción del sistema ecológico de las Islas, que fueron declaradas patrimonio natural de la humanidad, por la Unesco.

A Estados Unidos le importa un rábano el deterioro ambiental de Galápagos, si a nivel mundial a Trump le tiene sin cuidado el cambio climático, el calentamiento global, porque lo único que le preocupa son las ganancias económicas. Para ese objetivo puede arrasar al planeta tierra y, no solamente Galápagos, por más que sea patrimonio natural.

Sin mayor reflexión y con poco patriotismo, el Ministro de Defensa del Ecuador Oswaldo Jarrín dijo que Galápagos era “un portaaviones natural” por lo que serviría para abastecimiento de combustible y aterrizajes de emergencia, naturalmente para los aviones estadounidenses que dicen, realizarán vuelos de vigilancia antinarcóticos.

El Ministro calló que los aviones Orion y Awack de la aviación de guerra de Estados Unidos podrán aterrizar las veces que quieran y permanecer en el aeropuerto el tiempo que quieran sin pedir permiso al Ecuador y mucho menos, si los militares yanquis cometen algún delito como comerse una tortuga, cazar lobos marinos, comerse los huevos de aves únicas en su especie, servirse una sopa de tiburón, o cometer algún delito contra personas como el asesinato- narcotráfico o trata de blancas en los que son expertos. Naturalmente no son todos los que vendrán o los que vienen. Cuando existía la Base de Manta se dieron esos delitos, y otros, y nadie los juzgó porque las tropas yanquis gozan de inmunidad. Tienen estatus diplomático. Es innegable que el gobierno de la República del Ecuador ha violado el artículo 5 de la Constitución que dice: “El Ecuador es un territorio de paz, No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras.”

El Gobierno de la República del Ecuador, ha permitido que fuerzas extranjeras ocupen territorio nacional para sus actividades militares. Con el pretexto de combatir el narcotráfico ha concedido el uso de territorio nacional, concretamente los aeropuertos de Guayaquil y Manta para que sean utilizados por fuerzas aérea militares de Estados Unidos, con el pretexto del combate al narcotráfico internacional. Eda es la gran farsa de la historia imperial contemporánea.

Estados Unidos ocupa Colombia para combatir y acabar con la droga y Colombia es ahora, el primer productor mundial de cocaína. Se jacta de capturar a narcotraficantes latinoamericanos, los extradita y, mediante procesos judiciales, son capaces de condenarlos a cadena perpetua y cien años más. El Chapo Guzmán, el narco mexicano es un ejemplo de lo afirmado, ¿pero alguien ha oído alguna vez, que Estados Unidos haya capturado a un capo del narcotráfico estadounidense dentro de su territorio o que algún banco o financiera hayan sido intervenidos por lavado de dinero del narcotráfico?

El analista Carlos Espinosa señalaba que Galápagos ha sido destinada para el abastecimiento de combustible y aterrizajes de emergencia de aviones de vigilancia anti-narcóticos, Orión P-3, del Comando Sur de EEUU. La noticia ha venido acompañada de la desafortunada expresión del Ministro de Defensa Oswaldo Jarrín de que Galápagos es un “portaviones natural”. ¿Qué motivó un acuerdo bilateral en este sentido?, ¿y de parte de Ecuador es correcta la decisión de abrir a Galápagos a operaciones de corte militar por parte de una potencia extranjera, aunque sean muy limitadas?

Ante la noticia bajo discusión, EEUU ha negado la existencia de un acuerdo para el uso militar de Galápagos e incluso de negociaciones al respecto. La negación seguramente es parte de una estrategia de mantener las operaciones militares estadounidenses en otros Estados en un plano informal para impedir cuestionamientos de sus sociedades civiles. Si no hubiera un acuerdo de este tipo, es improbable que el Ecuador hubiera anunciado su existencia, así que se puede dar por hecho que es una realidad.

El acuerdo de Galápagos se enmarca en la pugna geopolítica continental que se está librando en este momento. Hay una puja por definir si América Latina va a optar por el multi-polarismo o el uni-polarismo. La opción del multipolarismo cobró fuerza con los gobiernos de izquierda que buscaban minimizar las relaciones con EEUU e incrementar la interacción con China y Rusia, ambas potencias que intentan balancear el poderío norteamericano. En ese contexto, los pocos gobiernos de derecha, como los de Colombia y Perú, se mantuvieron leales a EEUU. Ahora con el giro regional a la derecha, se ha fortalecido la opción unipolar. Claramente, Brasil y Argentina se han realineado con EEUU en búsqueda de beneficios económicos o una identidad de régimen opuesta a la que había existido bajo los gobiernos de izquierda. En Venezuela, en cambio, la pugna entre los exponentes del multi-polarismo y los del uni-polarismo se mantiene intensa, y a largo plazo, su desenlace incidirá en la orientación geopolítica del continente.

El Ecuador claramente ha optado por el unipolarismo desde el fin del oprobioso correato. La remoción de Julián Assange de la Embajada en Londres y la creciente cooperación con EEUU en el control de la frontera norte lo comprueban. El acuerdo sobre Galápagos se fundamenta en una aparente coincidencia de intereses entre Ecuador y EEUU en el campo de la seguridad. EEUU busca patrullar el Pacífico occidental para frenar el narcotráfico y Ecuador quiere contrarrestar la penetración del crimen organizado y al mismo tiempo las incursiones de las flotas pesqueras chinas. No obstante, vale preguntarse si conviene realmente al Ecuador permitir el uso del aeropuerto de San Cristóbal a los aviones de patrullaje norteamericanos. A los ecologistas preocupa la posible afectación a los frágiles ecosistemas del archipiélago. Obviamente, todo manejo de combustible, sobrevuelo y aterrizaje, diurno y nocturno, tiene un impacto, pero en este caso no parece ser tan significativo y se suma al uso civil del aeropuerto, que fue remodelado recientemente. Pero la política de conservación ambiental no solo implica las acciones materiales para asegurar la integridad de los ecosistemas, sino también los mensajes que se emiten al respecto. En el plano de la política simbólica, ¿quiere el Ecuador realmente presentarse ante el mundo como un Estado que permite el uso militar de Galápagos a una potencia externa o más bien demostrar al mundo que el Ecuador es un custodio ideal de este patrimonio de la humanidad. El interés global que ha generado la noticia del acuerdo indica que a la opinión pública mundial le sorprende que el Ecuador permita el uso militar de Galápagos. Adicionalmente, la noticia ha visibilizado el hecho de que Ecuador ha abandonado los límites al turismo de Galápagos y que este ha aumentado significativamente en la última década con la proliferación de hoteles en las islas. Quizás esta coyuntura sea provechosa para repensar la política de conservación del archipiélago.

El gobierno de Lenin Moreno haría bien en insistir a EEUU que continúe utilizando aeropuertos en el Ecuador continental para el abastecimiento con combustible y aterrizajes de emergencia de los Orión P-3. Este esquema funcionaba desde el año pasado y desconcierta el giro que se ha anunciado. Es probable que el cambio tenga que ver con los costos de combustible de desviarse hacia el territorio continental, en lugar de mantenerse en la zona nuclear del patrullaje que está en el entorno de Galápagos. Como dijo el Ministro Jarrín a Expreso: “no debería salir un avión del continente si tenemos una base en Galápagos”. No obstante, para EEUU no sería grave solventar esta diferencia de costos. Además, el Ecuador debe diversificar en algo sus relaciones internacionales, cooperando, por ejemplo, con la civilizada Europa, en lugar de entregarse totalmente a un EEUU que se ha mostrado recientemente tan impetuoso y belicoso, de conformidad con un análisis de Carlos Espinosa, profesor/investigador de Historia y Relaciones Internacionales en la USFQ.

Las Islas Galápagos están ubicadas en el Océano Pacífico a unos mil kilómetros de las costas ecuatorianas y son un patrimonio natural de la humanidad porque es una reserva natural, única en el mundo.

Por su ubicación geográfica ha sido codiciada por Estados Unidos para instalar una base militar de suma importancia estratégica. Tanto que en pleno siglo XXI, Estados Unidos al retomar su hegemonía en el Continente Americano, gracias a la mayoría de gobiernos de las derechas sirvientes del imperio, quiere también, dominar Galápagos, como ya lo ha hecho con el Ecuador continental “para combatir el narcotráfico internacional y el terrorismo”.

Para esos objetivos dispone de los aeropuertos de Guayaquil y Manta, y al apropiarse del aeropuerto ubicado en la Isla San Cristóbal, en Galápagos, tendrá una perfecta triangulación para el desarrollo de sus actividades militares aéreas.

Naturalmente que todas las concesiones realizadas por el Gobierno de Lenin Moreno de la “izquierda pragmática” que en realidad es un gobierno de la poderosa derecha empresarial, al servicio de Estados Unidos, no hace más que aceptar la neocolonización del país que comenzó con acuerdos para la cooperación militar de Estados Unidos, en materia de seguridad, en la zona fronteriza colombo-ecuatoriana en la costera

Provincia de Esmeraldas.

Redacción BBC News Mundo, informaba que a finales de mayo, el ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, anunció que EE.UU. se ocupará de la ampliación del aeropuerto de la isla de San Cristóbal, que es parte del archipiélago, considerado por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad.

Según el ministro, el enclave, dada su estratégica posición geográfica, se utilizará como parte de un acuerdo entre ambas naciones de cooperación en materia de narcotráfico y seguridad marítima.

Con sincera ignorancia, el mencionado ministro decía: "Yo he mencionado que las islas Galápagos son para Ecuador como nuestro portaviones, es nuestro portaviones natural, porque nos asegura permanencia, reabastecimiento, facilidades de interceptación y está a 1.000 kilómetros de nuestras costas".

Grupos ambientalistas, alegaron que la ampliación del aeropuerto podría tener un impacto negativo sobre las especies que habitan las islas, muchas de ellas únicas en todo el planeta y en un débil equilibrio biológico.

Por otro lado, los opositores al gobierno de Lenín Moreno tacharon la decisión de "inconstitucional" y acusaron al Ejecutivo de intentar convertir a las Galápagos en una "base militar de EE.UU.".

"Galápagos NO (sic) es un ´portaaviones´ para uso gringo. Es una provincia ecuatoriana, patrimonio de la humanidad, suelo patrio", escribió en su Twitter el expresidente Rafael Correa, antiguo mentor y ahora crítico furibundo de Moreno.

Mientras, la congresista por Galápagos, Brenda Flor, recordó el impacto que tuvo en una de las islas el uso como base por parte EE.UU. durante la II Guerra Mundial y negó que fuera un lugar apropiado para los aviones militares.

"Por ninguna razón se puede considerar a Galápagos como un portaaviones natural, ya que esa no es su característica intrínseca. Galápagos nació desde la naturaleza como un laboratorio vivo y único que debemos proteger", dijo la asambleísta.

La controversia llegó incluso hasta el Congreso, que decidió llamar a una audiencia a Jarrín y al titular de Ambiente Marcelo Mata para que explicaran el alcance de la cooperación con Estados Unidos en las Galápagos.

El ministro de Defensa, sin embargo, reiteró que no habrá una presencia permanente de Estados Unidos en las islas, por lo que desestimó que pudiera considerarse una "base militar".

"Será un avión, una vez al mes, no más de tres días, para situaciones de emergencia o reabastecimiento, especialmente en las noches. No habrá un destacamento permanente, no habrá una base", indicó, según informa el diario local El Universo.

UN ECOSISTEMA ÚNICO Las Galápagos, un archipiélago formado por más de un centenar de islas, islotes y formaciones rocosas son consideradas por los biólogos como un ecosistema único.

Fue uno de los lugares a los llegó Charles Darwin en uno de sus míticos viajes en el siglo XIX a bordo del Beagle para formular sus conocidas teorías sobre la evolución de las especies.

El archipiélago es hogar de un conjunto de raras criaturas, que van desde tortugas gigantes, iguanas y hasta un tipo de león marino o cormoranes no voladores que no se han visto en otras partes del planeta.

Sin embargo, el equilibrio de su fauna se encuentra en riesgo desde hace años, debido a la introducción de especies que no existían (como hormigas de fuego, cabras y moras) y la realización actividades que han puesto en riesgo la vida de la flora y fauna autóctonas.

Hace años, Ecuador construyó un aeropuerto en la isla San Cristóbal para facilitar la llegada de visitantes y el transporte entre el archipiélago y el continente, una estrategia que fue cuestionada por grupos ambientalistas por el impacto que los aviones y el turismo podrían tener sobre el ecosistema de la isla.

De ahí que el anuncio a finales de mayo de nuevas reformas en el aeropuerto haya generado crítica de los defensores del medio ambiente. Para la diputada Marcela Cevallos se trata de una cuestión "alarmante". Las autoridades, por su parte, aclaran que se trata de un acuerdo mediante el cual Estados Unidos reformará la estructura del aeropuerto a cambio de que sus aviones -que ya utilizan un aeropuerto de Guayaquil- puedan usar sus "instalaciones logísticas" para tareas antidrogas.

"Ellos mejoran las instalaciones y les damos la autorización de aterrizar para los dos aviones que salen de Guayaquil. No solo podrán aterrizar solo en Guayaquil, sino en Galápagos. Entra en vigencia en cuanto termine el mejoramiento de las instalaciones", señaló Jarrín La Presidencia del Consejo de Gobierno de Galápagos, por su parte, rechazó también que se tratara de una base militar y aseguró que se tomarán las medidas necesarias para evitar el daño al ecosistema de la isla.

"Los objetivos de desarrollo de la provincia, en temas de infraestructura, educación, salud y productividad, se mantienen intactos y enmarcados dentro de un contexto de seguridad nacional, soberanía, paz y protección del Parque Nacional y su Reserva Marina", indicó en un comunicado.

UNA CUESTIÓN POLÍTICA

Para los críticos del gobierno, sin embargo, no se trata solo de una cuestión ambiental. Algunos aseguran que la decisión forma parte de una política de mayor apertura del presidente Moreno hacia Estados Unidos y que tuvo uno de sus últimos capítulos en la entrega en abril pasado de Julian Assange a la justicia británica

Moreno, que era seguidor de Correa, rompió con el legado de su predecesor una vez en el poder y ha promovido desde entonces un mayor acercamiento a Washington.

De hecho, sus opositores señalan que las presiones de Estados Unidos fueron las que lo llevaron a cancelar el asilo político al fundador de Wikileaks, quien vivió por más de siete años como asilado en la embajada de Quito en Londres.

Y es que desde 2008, Ecuador suspendió su colaboración en materia militar con Estados Unidos y se negó a renovar la autorización para la base militar que Washington mantenía desde hacía una década en la occidental localidad de Manta, tras considerar que violaba la soberanía nacional. La Constitución aprobada en el año 2008, introdujo la prohibición de bases extranjeras en el país o la posibilidad de que fuerzas de otras naciones utilicen las instalaciones militares nacionales, de ahí que algunos consideren en el uso de las Galápagos por parte de aviones de EE.UU. como "inconstitucional".

Una década después, en 2018, el gobierno de Moreno anunció que permitiría nuevamente la "colaboración internacional" para la lucha contra el narcotráfico, a través del sobrevuelo de aviones de vigilancia estadounidenses en su zona pacífica, una de las rutas más activas del narcotráfico. El gobierno de Moreno anunció, además, que su país volvería a participar a partir de ese año en el Ejercicio Multinacional de Maniobras Militares, unos juegos de guerra organizados por el Pentágono a los que Ecuador no asistía desde hacía 11 años.

Según las autoridades ecuatorianas, la vuelta a las maniobras militares busca "recuperar el espacio perdido" y el "nivel de entrenamiento" de las fuerzas nacionales.

Mientras, señalan que la apertura a los aviones de reconocimiento estadounidenses permite al país un mayor control sobre el crimen organizado, narcotráfico, tráfico de personas, pesca ilegal, contrabando, búsqueda de aeronaves y embarcaciones en apremio. Pero estos argumentos no logran convencer a los críticos del gobierno y a los que temen por el futuro de uno de los lugares más asombrosos del planeta.

Pablo Cesio/Aleteia Ecuador, afirmaba: "Ecuador combate el narcotráfico a la vez que cuida su patrimonio natural”, respondió la Cancillería ante una polémica suscitada que afirma que este maravillo lugar de la "casa común" se ha convertido en base militar de Estados Unidos ¿Cómo no deleitarse con Galápagos?, famoso archipiélago vinculado a Ecuador, donde conviven un sinfín de especies y el primer sitio del planeta tierra en ser declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco (1978).

En ese sentido, a fines de mayo, el ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, había anunciado que Estados Unidos se ocuparía de la ampliación del aeropuerto. De forma inmediata surgieron las críticas, en primera instancia con tono “medioambiental” en cuanto al impacto negativo, pero también a nivel político, pues muchos comenzaron a decir que se estaba intentado convertir a Galápagos en una “base militar de Estados Unidos”. Esto hizo, entre otras cosas, que el tema fuera trasladado al Congreso para dar explicaciones acerca del alcance de esta medida, prosigue BBC Mundo.

Windell Oskay / Flickr sostiene: “Sin embargo, a nivel de Ministerio de Relaciones Exteriores se ha señalado a través de un comunicado que el acuerdo alcanzado con Estados Unidos -a través del cual “una aeronave Orion P-3 equipada con alta tecnología busca detectar embarcaciones que trafican drogas y realizan otras actividades ilegales”- responde a la lucha contra el narcotráfico y de manera “coordinada con guardacostas y otras fuerzas de seguridad pública del Ecuador”.

“El Gobierno Nacional ha autorizado que el avión estadounidense utilice a futuro el aeropuerto de San Cristóbal, en las Islas Galápagos, para reabastecerse o utilizarlo en caso de emergencia. Al efecto se ampliará el aeropuerto y mejorarán las instalaciones con el aporte de la cooperación de los Estados Unidos”, indica el comunicado.

“La participación del avión Orion P-3 en operaciones contra bandas narcotraficantes y otras que cometen delitos como la pesca ilegal, no supone riesgo alguno para el medio ambiente de las Islas. Se mantiene inalterable la política del Estado ecuatoriano de conservar de las Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad y un observatorio de los ecosistemas terrestres y marinos únicos en el mundo”, señalaba la Cancillería ecuatoriana, en total contradicción con la realidad, y con los conocimientos de científicos ambientalistas no sólo del Ecuador, sino de otras partes del mundo.

En esa línea, prosigue el comunicado, el ministro de Relaciones Exteriores José Valencia, expresa: “El Ecuador combate y combatirá a la delincuencia internacional organizada con sus propios recursos y por medio de la cooperación internacional; lo que no se opone a cuidar al mismo tiempo el patrimonio natural de nuestro país”.

“El Ecuador es un país líder en el combate al narcotráfico. La labor de la fuerza pública de nuestro país contra el tráfico de drogas se ve reforzada con la cooperación internacional, como la concertada con los Estados Unidos y otros países de la región y de fuera de ella. Un fenómeno transfronterizo como la producción y transporte de estupefacientes solo se combate eficientemente a través de los esfuerzos conjuntos de la comunidad de naciones”, concluye el comunicado. La realidad es totalmente diferente.

De esta manera, Galápagos, lugar único y especial de la “casa común” volvió a ser tema de controversia. Ojalá su belleza y majestuosidad no se vea empañada, por el antipatriótico y absurdo compromiso del gobierno de Lenin Moren, que más que compromiso es u entreguismo servil al imperio yanqui.

COMITÉ INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA PARA AMÉRICA LATINA -CISPAL- Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com

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