EL MODELO AGROINDUSTRIAL Y LOS INCENDIOS AMAZÓNICOS
Los múltiples incendios que azotan a la Amazonia y otros biomas como el Chaco y el Pantanal en Brasil, Bolivia y Paraguay, son un síntoma de los graves problemas generados por el sistema agrícola-industrial que se ha impuesto en esta región de América del Sur, y que forma parte del entramado en el que se sustenta el capitalismo agroalimentario mundial.
La Amazonía brasileña ha sido escenario de incendios de magnitud desde hace muchos años. Por ejemplo, durante el año 2016, que fue especialmente seco, se vivió una gran cantidad de incendios en esa región, pero en el 2019 no ha habido sequías. Aunque las razones para que se produzcan estos incendios, son complejas y multicausales, la expansión del agronegocio agravada por el cambio climático, es una de las causas principales. Esta situación ha empeorado con las políticas establecidas por el presidente de Brasil, quien desde su campaña electoral mostró un desconocimiento de las problemáticas ambientales y sociales de la Amazonía. Jair Bolsonaro ha otorgado patentes de corso a los grandes terratenientes y empresarios del sector agropecuario, para transformar la selva en grandes zonas de pastoreo y de plantaciones comerciales. Con el nuevo presidente de Brasil ha aumentado la ocupación ilegal de tierras amazónicas y la deforestación se ha incrementado en un 273%, lo cual permite especular con ellas y venderlas o ampliar la frontera agroindustrial (pastos, palma, soya, principalmente). Dentro de este modelo hay que destacar la industria ganadera que se ha desarrollado en la zona que ahora arde. La industria de la carne es responsable del 14% de la deforestación anual en Brasil, con porcentajes similares en Paraguay. Los reyes de la carne son brasileños. La empresa JBS-Friboi es la mayor productora y exportadora de carne del mundo, siendo China su principal cliente. Esta empresa controla el 10% de la producción de carne vacuna del mundo, además de la carne porcina, ovina y de pollo, y el procesamiento de cueros. Se le ha asociado con el pago de coimas a políticos; con Jair Bolsonaro, cada día tiene más poder. JBS-Friboi ha sido acusada de comprar ganado criado en tierras amazónicas deforestadas para el pastoreo, mediante quema u otros métodos cuestionados. La llegada de Bolsonaro al poder, y su apoyo a la agroindustria por encima de la protección ambiental, disparó el poder de JBS. Este grupo puso a la Ministra de Agricultura, Tereza Cristina Dias, conocida como “musa del veneno”, por su apoyo a los agrotóxicos; ella fue acusada de eximir de impuestos y hacer negocios personales con JBS. Mientras su poder y ganancias crecen, el mundo mira aterrado como la Amazonía arde. A esta situación hay que sumar los monocultivos de soya transgénica, que obedecen a un modelo diseñado sólo para grandes extensiones de tierra y que, por lo mismo, ha generado deforestación y acaparamiento de tierras y en los países donde se ha expandido. Tres de estos países enfrentan ahora incendios masivos: Brasil, Bolivia y Paraguay. El ex ministro de Agricultura Blairo Maggi, conocido como “el rey de la soja” y el mayor productor y exportador de la oleaginosa, dijo que temía un boicot a productos brasileños (mas no por la destrucción de la selva). También en Paraguay la deforestación ha venido de la mano de la expansión de la soya transgénica y la ganadería, a lo que se suman procesos de criminalización de las comunidades y organizaciones que defienden sus territorios frente a la expansión de este modelo, y que ahora son las principales víctimas de los incendios. Hace pocos días, la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas llamó la atención a Paraguay por la violación de varios derechos asociados a fumigaciones con agroquímicos y el consiguiente envenenamiento de poblaciones, incluyendo a niños, y por la contaminación del agua, el suelo y los alimentos, en relación con el agronegocio soyero y ganadero. Mientras tanto en Bolivia, el gobierno de Evo Morales autorizó aumentar la producción de soya transgénica para biodiesel. De acuerdo al Ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, la frontera agrícola debería aumentar unas 250 mil hectáreas, y ampliar su frontera agrícola hasta cuatro millones de hectáreas de soya. Esto es muy significativo, tomando en cuenta que, de acuerdo al Censo Agropecuario, el área total sembrada en Bolivia es de 2 760.238,6 hectáreas, de las cuales el 60,8% están en Santa Cruz. La ampliación de 250 mil Ha significará ampliar la frontera agrícola en un 10%, lo que ocurrirá posiblemente sobre bosques amazónicos cruceños. El agronegocio amazónico / chaqueño forma parte del negocio agroalimentario global. Gran parte de la soya producida en esta región, termina en las granjas avícolas chinas (ahora primer productor mundial de pollos, con un alto porcentaje destinado a la exportación). En un contexto de guerra económica entre China y Estados Unidos, las relaciones entre el Cono Sur y China se incrementan. Por su lado, la industria de engorde y cría de cerdos y aves de corral en toda Europa depende en gran parte de la soya sudamericana. Se prevé que estos problemas podrían intensificarse con la firma del Tratado de Libre Comercio Mercosur / Unión Europea, porque el flujo de mercancías a Europa desde el Cono Sur (en su concepción más amplia: Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y los estados del sur de Brasil) se acelerará. Las redes sociales dan cuenta de esta preocupación. Se ha dado el salto de “rezar por la amazonia” #PrayForAmazonia a “actúa por la Amazonia” #ActForAmazonia. Las organizaciones sociales, grupos de jóvenes y de mujeres también plantean que no es el fuego lo que destruye la Amazonía, sino el capitalismo. El viernes pasado, cientos de miles de personas en todo el mundo se dieron cita frente a las Embajadas de Brasil, para reclamar por la indolencia del gobierno brasileño frente esta catástrofe ambiental que nos afecta a todos. En el caso del Ecuador, llamaron la atención además al gobierno ecuatoriano por el avance petrolero sobre el Parque Nacional Yasuní, por la minería en Kimsacocha y Tundayme en la Cordillera del Cóndor, por la deforestación en el Chocó Andino ecuatoriano, y por los muchos otros lugares de sacrificio que hay en el país.
http://www.accionecologica.org/editoriales/2388-2019-08-26-19-34-26