Mama Dulú
María Dolores Cacuango nació el 26 de octubre de 1881 en el latifundio de San Pablo Urcu, en la provincia de Pichincha.
Mujer campesina y quichua, impedida, por las condiciones sociales de miseria, a algún tipo de estudio que fue suplantado por el trabajo de conciertos y como empleada doméstica para los grandes terratenientes. Con su esposo Luis Catucuamba, tuvieron nueve hijos, de los cuales solo uno sobrevivió, consecuencia de la precaria vida en los latifundios ecuatorianos.
A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, en Ecuador y el mundo ocurrieron cambios muy profundos. La revolución Alfarista de 1895 abría un camino de progreso nacional y social, de la misma manera, el mundo se sorprendía con el triunfo de los trabajadores rusos en 1917. Con estos acontecimientos y la difusión de ideas nuevas estimularon a los trabajadores de la ciudad y del campo a despertar nuevas esperanzas y buscar mejores condiciones de vida.
Junto a Jesús Gualavisí, dirigente indígena, Dolores Cacuango participó en los primeros actos de rebelión popular que se realizaron en Cayambe y organizados por el Sindicato de Trabajadores Campesinos de Juan Montalvo.
En estas jornadas de lucha Dolores Cacuango, se iría destacando como dirigente y conductora de las masas indígenas, conociendo además a dirigentes revolucionarios como al Dr. Ricardo Paredes, con quien entablará una vinculación política durante los próximos años.
Desde 1926 con la Primera Asamblea Nacional Socialista, que funda el Partido Comunista en Ecuador, acogerá en su seno a muy distinguidos líderes indios como Jesús Gualavisí, Ambrosio Laso, Dolores Cacuango, Amadeo Alba, que junto con dirigentes de la ciudad como Ricardo Paredes, Luisa Gómez de la Torre, Modesto Rivera y muchísimos más, donde desarrollaron una nueva forma de organización: los sindicatos indígenas.
La figura de Dolores Cacuango cada vez se fue haciendo más importante, tanto como dirigente indígena así como dirigente del Partido Comunista. Distintos levantamientos populares, delegaciones internacionales, campañas presidenciales, fortalecimiento de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), entre otros, tuvo su firma, sin embargo, uno de sus protagonismos más importantes fue en la Gloriosa del 44, donde encabezó el asalto al cuartel de carabineros de Cayambe.
Producto de la Gloriosa, los sectores populares lograron consolidar organizaciones que reflejen intereses en favor de los sectores populares y de los trabajadores de la ciudad y del campo como la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE) y la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). En estas dos organizaciones la participación de Dolores Cacuango fue imprescindible.
De la misma manera y a pesar que las condiciones de lucha para el movimiento indígena eran de las más duras, donde sus miserables chozas eran quemadas con indios adentro y que además eran expulsados del latifundio separándolos de su familia y torturados sin piedad, Dolores Cacuango defendió el derecho a establecer escuelas indias. Esas escuelas fueron organizadas con muy pocos recursos por María Luisa Gómez, Dolores Cacuango y Neptalí Ulcuango y pese a la persecución e intimidación estatal, lograban cumplir su objetivo: sacar a los indios de la ignorancia a la que les habían llevado sus patronos. Las primeras escuelas fueron creadas en Yanahuayco, Chimba, Pesillo y Moyurco.
Los últimos días de Mama Dulú fueron un torbellino de tristeza y soledad, pero que hoy (dónde parece que la historia se repite como sainete en palabras de Marx) continúa cosechando rebeldía al grito de Ñucanchik Allpa.