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Memoria Histórica, Masacres y Militares


Inicialmente se reportó una masacre de siete niños en un bombardeo ocurrido el 30 de agosto, luego la cifra subió a ocho y el 11 de noviembre Noticias Uno reportó que según la comunidad aledaña al lugar de los hechos eran 18 niños, tres de los cuales fueron rematados por el Ejército.[1] Esta masacre en un bombardeo de la fuerza área del Estado colombiano pone de manifiesto la naturaleza del conflicto colombiano y la cuestión de la memoria histórica y los esfuerzos coordinados y rigorosos de las fuerzas militares de definir su propia versión e imponerla. ¿Qué es lo que vamos a recordar? ¿Qué importancia daremos a cada hecho? ¿A quién vamos a señalar como responsables, y responsables de qué exactamente?

Primero, recordemos los hechos antes de pasar a mirar el tema de los militares y su maquinaria propagandística. En agosto de 2019 bombardearon un caserío matando a 18 niños con edades comprendidas entre los 12 y 17 años. Las fuerzas oficiales del Estado presentaron a los niños como guerrilleros caídos en combate y el ministro de defensa Botero, ayudó a encubrirlo. En esa tarea macabra de encubrir los hechos participaron la cúpula militar, el ministro Botero y el presidente Duque. El hecho es llamativo por que en este hecho se ven todos los elementos de terrorismo de estado, militares de bajo rango asesinan a niños, y todos los estamentos militares y políticos se pusieron en marcha para encubrir los hechos. Luego cuando sale a la luz pública y ellos intentaron justificar el bombardeo, acusando a los niños de ser guerrilleros. Los medios por su parte (esos medios que algunos creen que son neutrales en el conflicto) salen al paso a justificarlo también y a enlodar a los niños. En un solo hecho tenemos un microcosmos del conflicto, se mata, se encubre, se justifica, se tergiversa. Dicen que los niños eran guerrilleros, pero el personero de Puerto Rico, Caquetá dice que estaban allá en contra de su voluntad y que él había informado a las autoridades.[2] El deber del Estado es, en todo caso, de rescatarlos con vida no bombardearlos con armas indiscriminadas. Ahora se habla de denunciar a Duque ante la Corte Penal Internacional por una violación del Derecho Internacional Humanitario. Las ONG que se acomodan al discurso del Estado respecto al DIH olvidan que un niño mayor de 15 años puede ser considerado como combatiente y objetivo militar. El DIH no es ese referente pulcro, limpio, ético que nos hacen creer, pues permite reclutar y matar a menores de edad. El Ejército británico recluta a partir de los 16 años pero se puede presentar a los 15 años y 7 meses, el Ejército de los EE.UU. y de Alemania reclutan a partir de los 17 años. Sin embargo, por lo menos dos de los muertos son menores de 15 años, y el asunto no es solo si el DIH lo permite o no, sino que el Estado lo encubrió y el mismo Estado trata a toda persona menor de 18 años como menor de edad, así su deber era de no matarlos, y menos aún rematarlos como hicieron con los sobrevivientes.

Surge una pregunta, ¿Cómo se trataría este hecho en el marco de la memoria histórica promovida por el Estado y las ONG? ¿Cómo lo trataría la Comisión de la Verdad? Como este caso hay miles, la pregunta no es abstracta. De allí surge otra pregunta, ¿Quién construye la memoria histórica y la verdad? La memoria histórica de la primera guerra mundial, la escribieron los aliados. Si la hubiesen escrito los alemanes ¿cómo sería? o si la hubiesen escrito los soldados que participaron en la guerra o los marineros alemanes cuyo motín forzó al Kaiser a rendirse ante los aliados, ¿Cómo sería? Cada cual escribe la historia desde su perspectiva e intereses actuales. Las ONG que antes ganaban su pan denunciando al Estado ya ganan su pan participando en las instituciones de memoria etc. que el Estado montó. Así, ellos también escriben e intentan definir la memoria histórica desde su perspectiva e intereses actuales que no son los mismos de ayer.

Las fuerzas militares estatales entienden eso. En agosto de este año salió públicamente que el general Martínez quería coordinar la versión de los militares en la Comisión de la Verdad[3] y recibió el aval del presidente de dicha entidad.[4] Sin embargo, existen varios libros publicados por los militares, escritos por Martínez que abordan el tema. Los libros son rigurosos en el sentido académico. No los escribió ningún bobo del talante del presidente, sino gente seria y merecen ser leídos, para saber como el enemigo piensa definir la memoria histórica del pueblo. Es llamativo que los libros se publicaron en 2016 antes de la firma de paz con las FARC. Los militares, pues pueden ser sangrientos pero son estratégicos. Valoran la importancia del campo de batalla que es la disputa por la memoria del conflicto y a diferencia de la guerrilla de las FARC, las ONG, la bancada del POLO en el Congreso y el nuevo partido de la FARC se prepararon para ella.

Para algunos criados en el mundo de las ONG y la social democracia, puede resultar chocante describir a las fuerzas armadas del Estado como el enemigo. Pero ¿Cómo se describiría un ejército que asesina a civiles, tortura, desaparece, viste a jóvenes civiles en uniformes para luego asesinarlos y presentarlos como guerrilleros caídos en combate con el fin de ganar la guerra mediática? El Ejército se ufana de defender la patria, pero en realidad lo que defiende es la oligarquía colombiana, las multinacionales y el sistema capitalista. Entre un campesino que luchó por su tierra y fue asesinado y el soldado que lo mató, la diferencia respecto a como presentamos semejante hecho, no es académica, no es semántica sino una cuestión de modelos económicos y necesidades enfrentadas. Por un lado el campesino, por otro lado un sicario oficial del Estado defendiendo la tasa de ganancia de unos cuántos. Así las fuerzas del Estado son el enemigo, y que lo digamos sin tapujos ni vergüenza. Muchos han adoptado el discurso de la social democracia y la derecha colombiana (muy parecido en muchos puntos) que las fuerzas del Estado son honorables. Inclusive en el debate sobre el bombardeo, Roy Barreras del partido derechista de la Unidad aclaró que cuando cuestionó el bombardeo no estaba cuestionando la institución que a su juicio es honorable. Las fuerzas del Estado no son honorables como dice Barreras, ni legítimas como dice el Polo, ni instituciones en que podemos confiar plenamente como dice el partido de la FARC, sino son el enemigo de las clases populares. Y cuando presentan su versión del conflicto, presentan la versión del enemigo de dichas clases. Entonces, ¿Qué es lo que dicen los militares en sus libros sobre la memoria histórica?

Uno de los libros tiene el título Memorias del camino a la victoria: Relatos de memoria de la Fuerza Tarea Conjunta Omega. El texto del libro comienza con el siguiente epígrafe "En la memoria de las generaciones futuras deberá permanecer incólume la abnegación de muchos colombianos por construir una patria en paz."[5] Queda claro tanto por el título del libro que ellos están convencidos que ganaron, no sin razón, que ganaron la guerra y que además su lucha era una lucha por la paz.

"Ser soldado de Colombia durante un conflicto de medio siglo y ver ondear la ban­dera blanca de la paz, después de un gran trabajo articulado es una satisfacción del deber cumplido. El ondear de la bandera en la cúspide más alta de la victoria militar y permitir que ella sea la ruta de progreso y estabilidad de un país, es el tributo más enorme que se le pude conceder a un soldado de la patria."[6]

El mismo texto habla de la memoria, y el cruce entre la memoria individual y la colectiva y hacen un análisis del modelo colombiano de memoria.

"El modelo de poner a las víctimas como centro de la memoria histórica es un mode­lo de memoria postheroica, la cual no se detiene a observar las acciones valerosas de las Fuerzas Militares de un pueblo, sino que pone énfasis en las tragedias derivadas de las confrontaciones armadas, es decir, en las víctimas. El modelo desemboca en mostrar las tragedias de las víctimas dentro del conflicto armado con el objetivo de dignificarlas ante las acciones injustas que sobre ellas recayeron."[7]

Critican el modelo y dicen que es necesario tener en cuenta la memoria de los actores, como ellos, y no solo las víctimas, por ser a su juicio reduccionista. No están proponiendo ampliar la cuestión a mirar el modelo económico, los intereses ni la naturaleza del Estado. Afirma el texto que "Es indispensable que la Fuerza Pública también pueda construir su propia memoria o contramemoria."[8] El término contramemoria, nos dice todo. Ellos proponen otra narrativa con el propósito de que los militares queden no solo absueltos de cualquier delito sino prefieren que ni siquiera se les sindique de sus fechorías.

"En el caso colombiano los trabajos de memoria histórica, en especial del CNMH no están orientados hacia el perdón y la reconciliación, sino a promover el resentimiento y llevar a los victimarios hacia la justicia retributiva. Así, el CNMH no hace investigación para el perdón, sino para buscar culpables y que paguen sus penas con justicia restaurativa. Este centro y su metodología no conocen la virtud cívica del perdón ya que no promueve dicha posibilidad. Es posible que estén buscando las responsabilidades donde no están y sobre todo cayendo contra la Fuerza Pública que siempre ha sido parte de su sumisión al orden constitucional y en la mayoría de los casos solo cumpliendo una orden política."[9]

El texto sigue haciendo críticas a la metodología del Centro Nacional de Memoria Histórica y las víctimas como fuente de información y reafirma que el objetivo final de cualquier investigación de memoria histórica debe ser el perdón, o si le ponemos su nombre verdadero, el indulto y la impunidad. La memoria no es neutral, no puede ser. En el conflicto existían bandos, las insurgencias, las organizaciones sociales, las fuerzas oficiales del Estado y las fuerzas no oficiales del mismo Estado, es decir, los paramilitares. Quien recuerda, recuerda desde su óptica, su experiencia y además desde su postura ideológica.

Hasta el periódico El Espectador, bien afín a ciertos sectores de la oligarquía y se considera a sí mismo como "progresista", aunque no lo es, ha reconocido que la memoria es un terreno en disputa. Y señala que:

"Desde febrero se han denunciado presuntos intentos por callar relatos, voces, festivales, manifestaciones, textos, gestiones y versiones de proyectos artísticos que han, casualmente, hablado o querido hablar sobre lo que pasó durante el conflicto armado interno, han criticado al actual Gobierno o manifestado posturas políticas claras que resultaron incómodas o “imprecisas” para muchos.

El año se inició con la preocupación por una refundación de la memoria histórica, soportada en hechos que no han cesado: las renuncias que pidió el Ministerio de Cultura a los directivos del Archivo Nacional y la Biblioteca Nacional, la negativa para financiar actividades como el Festival de literatura de Grecia, el Festival de teatro de Manizales y una retrospectiva a Rubén Mendoza, director de cine que en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena dio un discurso en el que criticó, entre muchas otras cosas, la gestión del actual gobierno."[10]

Quiere decir que en el marco del Acuerdo de la Habana, el Estado y diversas entidades hostigan a aquellos que no comparten o pueden representar un reto a la verdad oficial. Claro hay que decir, que estamos en Colombia, así no existe una verdad oficial, oficialmente, pero existe. Como el viejo refrán no creemos en brujas pero brujas hay. No hay versión oficial pero la hay.

Hay los que creen que una comisión de verdad es otra cosa. El historiador Ugarriza opina que:

"Una comisión de la verdad puede ser un espacio en el que podamos tramitar las diferencias, pero el sistema actual es un escenario de confrontación entre las partes del conflicto. Allá no están revelando la verdad de lo que pasó para la utilidad del informe. Nadie va a la Comisión de la Verdad a contribuir para que se sepa qué pasó. Todos van a posicionar su verdad, a defenderse y a señalar, porque ese es el legado que se les dejará a las futuras generaciones, y ese será siempre un terreno en disputa."[11]

No, de ninguna manera se puede tramitar diferencias. Entre el campesino asesinado, el soldado sicario y el terrateniente que se quedó con su tierra no hay nada que tramitar. No existen meras diferencias de opinión. No hay consenso que valga sobre el tema. Tampoco es cierto que todos van a posicionar su verdad, pues el Ejército sí va en ese sentido, pero las ONG no van con ese propósito. Tragaron crudo el cuento de la paz y la justicia transicional y llegan pensando que saldrá una verdad favorable a su postura por la presencia de algunos supuestos izquierdosos en la comisión.

Todos están indignados ahora por el bombardeo, pero en unos diez años, se le relativizarán los hechos en nombre de la mal llamada reconciliación. La memoria es un terreno en disputa por que todavía estamos en disputa por la tierra, por las clases populares, por la victoria sobre el capitalismo. Quien cree que en la lucha contra el capitalismo puede haber una verdad consensuada o un reconciliación, es un bobo, o una persona a favor del capitalismo. Lo demás es hipérbole, engaños y juegos de palabras. A los militares hay que reconocerles algo, saben que están todavía en guerra para salvar el capitalismo en Colombia. Lástima que muchos de aquellos que antes uno podía llamar compañero o camarada, han hecho sus paces con el sistema y hoy desde el discurso de la memoria, paz y reconciliación quieren entregar las víctimas de nuevo y garantizar la victoria del enemigo, término que ellos en sus ONG también empleaban antes. Ya no. El enemigo lo llaman hoy en día, la institucionalidad legítima del país. Pero sigue siendo el mismo enemigo de ayer y ese enemigo masacró a los niños en el bombardeo, no lo olvidemos cuando produzcan la verdad consensuada de las ONG o la que nos imponen los militares.

(*) goloing@gmail.com

[1] Véase Los hallazgos de Noticias Uno en la zona del bombardeo donde murieron al menos 8 niños

https://www.youtube.com/watch?v=aqWLtxTPw_g&feature=share&fbclid=IwAR1v9016NVKSqQ0wa6nMAii4frqzwlu98CLF16MPPd0vp_dul_2eD0BEo3k

[2] Semana (06/11/2019) "Lo que ocurrió en San Vicente del Caguán fue una masacre de niños": personero https://www.semana.com/nacion/articulo/bombardeo-contra-campamento-de-gildardo-cucho-fue-legitimo-general-navas/639196

[3] El Espectador (21/08/2019) La versión del conflicto que el Ejército quiere posicionar en la Comisión de la Verdad https://www.elespectador.com/noticias/judicial/la-version-del-conflicto-que-el-ejercito-quiere-posicionar-en-la-comision-de-la-verdad-articulo-877039

[4] El Espectador (21/08/2019) Es normal la posición del Ejército: De Roux sobre la versión del conflicto de los uniformados https://www.elespectador.com/noticias/judicial/es-normal-la-posicion-del-ejercito-padre-de-roux-sobre-la-version-del-conflicto-de-los-uniformados-articulo-877072

[5] Martínez Espinel, N de J. et. al. (2016) Memorias del camino a la victoria: Relatos de memoria de la Fuerza Tarea Conjunta Omega: Planeta, Bogotá p.7

[6] Ibíd., Presentación general Javier Alberto Flórez Aristizábal, p.21

[7] Arroyave Quintero, M. Memoria histórica reconciliación y perdón: Una crítica al ¡Basta Ya! desde la Fuerza de Tarea Conjunta Omega en Martínez Espinel, N de J.et.al. (2016) op. cit. p.103

[8] Ibíd.,

[9] Ibíd., p. 106

[10] El Espectador (10/11/2019) La memoria nacional: un terreno en disputa https://www.elespectador.com/noticias/noticias-de-cultura/la-memoria-nacional-un-terreno-en-disputa-articulo-890483?utm_source=Icommarketing&utm_medium=email&utm_content=Web+Service+-+11.11.2019+09.36&utm_campaign=Icommarketing+-+Newsletter_diario

[11] Ibíd.,

https://elsalmonurbano.blogspot.com/2019/11/memoria-historica-masacres-y-militares.html?fbclid=IwAR1t419lTTg3XZVyHUnuL2kXMUoQbEhhanuwmlqmNLKmbb8Io4u6D2Fn2Ys#more

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