Retroceder Nunca, Rendirse Jamás.
Quiero que se revienten las arterias de los brazos mutilados y que el color de la sangre escriba estas palabras.
Que te quede claro que no buscamos muertos para trueques.
Que te quede claro el motivo por el que tenemos los muertos que tenemos.
No fueron “accidentes”, no fue destino aciago ni sino cuántico que los apiló contra los muros.
Detrás de los huesos había principios, detrás de los ojos había ideales, debajo de la carne latían los cambios sociales estructurales, no meros saludos a la bandera de pirata que ondean los del “pensamiento correcto” y pulcro de lo que la moda o la boga comunicacional impone.
A los que cambian los cuerpos por pesos devaluados o devengados del sacrosanto plebiscito que todo lo borra, que todo lo cura, que todo lo esconde.
A los que caminan vela en mano posando caras de espanto superficial sólo por figurar, sólo para ver qué les puede caer en la canasta elástica de sus itinerantes fundamentos políticos.
Esos que apuntan con el dedo y tienen las manos llenas de mierda y miran y giran para otro lado cuando les conviene.
A los politicuchos parásitos de discursos somníferos en contra de las necesidades imperantes y sus treinta (cincuenta) años de proxenetas de papeletas electorales al buen cobijo del sueldo partidario.
A los que se cuelgan de luchas ajenas debido a la pobreza de sus propios proyectos.
A los “compañeros” que censuran cualquier debate o desacuerdo, pero se sientan mansos en ciertos sillones a dar cátedras de la libertad.
A los que cacarean en nombre de la diversidad de acuerdo a la taquilla, pero cambian rápidamente la pose ante cualquier opinión distinta a la de ellos.
A los gestores culturales apernados y su cría de borregos obedientes al olimpo que los costea.
A los borrachos anti-sistema de cerveza sagrada en contra del capital.
A los promotores de cambios sociales superficiales y su maquillaje barato de rebeldes, según dicten los medios y siempre en la medida de lo posible, porque les tiemblan las bufandas de grasa y sus cómodos puestos pensando en el bien de empresarios y operarios.
Hay que cambiar el modelo impuesto y sólo dan vueltas de trapecistas truncados y castrados ante la pregunta de ¿Cómo se harán los cambios? Trabajan incansablemente en eso. Ojalá nunca se les acaben los pobres, que son la ubre y orbe desde donde se alimentan. La terapia vacía de la desgracia, los sostiene.
Mira cómo van por las calles los coroneles coleccionistas de córneas rotas.
Hablan con soltura, con elegancia de banqueros proponen o reclaman esto y lo otro. ¿Quiénes permitieron que se llegara a esto? La desfachatez de algunos quizás tiene un respaldo serio y decidido a sus espaldas. Y no es que sólo mataron, no es que sólo torturaron, violaron, quemaron, no, incluso se dan el lujo de hurtar, de estafar con la diestra y siniestra, sabiendo que No hay absolutamente nadie, que les pueda hablar frente a frente.
Sin memoria no hay victorias, sólo derrotas.
Así nos va. La exteriorización orgánica del pensamiento según la interpretación de los apósteles sociales que no llaman a romper huevos porque no los tienen y sólo hay que esperar que las manzanas caigan del suelo mientras los sueldos, el aire, el agua, los derechos básicos, las pensiones, siguen en el mismo suelo y suela, donde ellos se arrastran para recoger las sobras “democráticas” de los administradores.
Sin memoria no hay historia. ¿Cuántos muertos podrían haberse evitado, si algunos hubiesen desenvainado antes, un poco, sólo un poco de hidalguía?
No sólo los cirios iluminan las calles o las noches de carestías.
Que no se te olvide quiénes son los muertos. Esto no es velorio nacional de beatos, ni trampolín de figurines que abusan de la inocencia y de la ignorancia del mismo pueblo que dicen defender y que les cree sus cuentos, año tras año y sólo hay que participar, igual a como se hace en un casino, sabiendo de antemano cuáles son las reglas y cómo será nuestro destino.
Firme aquí y todo saldrá mejor.
Adelgazar sin hacer nada. Triunfar sin méritos. Ser rico sin impuestos ni cargos de conciencia. Ser electo sin ningún talento más que el nepotismo del ismo de moda.
Quiero que te quede claro que no buscamos muertos para cambiarlos por puestos. Tampoco quisiera que se te olvide el motivo por el cual tenemos los muertos que tenemos.
Honor y Gloria a los caídos, y un respeto gigante a los que se levantan y se arrancan las cadenas, se quitan los bozales y se liberan de tanto farsante políticamente correcto.
No Te Rindas. NTR
https://prensaopal.cl/2019/11/30/retroceder-nunca-rendirse-jamas/