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Es el capitalismo


La virulenta expansión del virus denominado Covid-19, coronavirus en el lenguaje coloquial, ha reflejado la esencia misma del capitalismo, forma económica basada en el individualismo, el egoísmo, como valores señalados por la esencia del capitalismo, la explotación del ser humano.

El mismo surgimiento de este virus, señalado por fuentes bastante serias, sería parte de la disputa imperialista, la guerra comercial y la crisis que refleja el sistema capitalista como forma económica.

Muy probable si tomamos en cuenta que el capitalismo se ve abocado a una de sus mayores y largas crisis que se inicia en el 2005 con la crisis inmobiliaria, su mayor expresión con la crisis del 2008, denominada de la burbuja financiera con el quiebre de bancos símbolos de este sistema económico. Crisis que se ha mantenido a lo largo de estos años y que desde finales del año anterior anuncia una mayor profundización expresada en la sobre-producción de bienes y la contracción de la capacidad adquisitiva.

Históricamente estas crisis han buscado causes de solución a través de la disputa de mercados que no en pocos casos han significado confrontaciones bélicas, como hoy sucede en Siria, Irak, Afganistán, Oriente Medio, para citar algunas. Crisis que además siempre han recargado sobre los trabajadores y pueblos sus consecuencias.

Con la vertiginosa caída del precio del petroleo producto de las disputas interimperialistas, llego el pánico de las bolsas de valores con la caída de igual manera de los precios de las acciones a niveles que pusieron de punta los pelos de las economías capitalistas.

Ahondada por la pandemia del Covid-19, que ha mostrado los rostros más mezquinos del sistema económico imperante, rápidamente los gobiernos en los distintos países han apresurado medidas para proteger el aparato productivo capitalista inclusive a costa de la salud y vida de los trabajadores. Anunciadas de forma torpe las primeras medidas para intentar contrarrestar la expansión del virus, desaforados contingentes inhumanos se lanzaron a vaciar los supermercados, a estigmatizar y discriminar a los más pobres que no pueden sumarse a la vorágine consumista.

En ninguno de los anuncios de medidas se ha tomado en cuenta a la población que carece de empleo en el caso del Ecuador cercana ya al 5 %, o la población subempleada que llega alrededor del 60% de la población económicamente activa. Peor siquiera se ha tomado en cuenta a ese gran número de población en condiciones de movilidad, fundamentalmente venezolano en el caso ecuatoriano, hasta enero 354.538 ciudadanos venezolanos habrían ingresado al Ecuador en condiciones de regularidad, 500.000 personas sería la cifra real pues un alto número sigue ingresando de formas alternas debido a la intensificación de controles migratorios. Muchas de estas personas pernoctan por temporadas en los parques, en los terminales de autobuses.

En el caso de Quito cerca de 5000 personas habitan en las calles, más de 4000 personas se encuentras recluídas en las cárceles en condiciones de hacinamiento y profusa violencia, para los anteriores y estos grupos sociales ninguna medida se ha tomado para proteger su salud, en medio de un vendabal de verborrea de autoridades nacionales y locales.

Esto nos demuestra que la esencia de la crisis no es el virus, sino es el capitalismo y sus inequitativas formas económicas que someten a la mayoría de la población a la precariedad laboral, al desempleo y a condiciones infrahumanas de sobrevivencia.

Colectivo Editorial

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