ABSURDISTÁN / EMERGENCIA SANITARIA
Algunos ministros y secretarios de Estado responsabilizan del crecimiento de casos de coronavirus a la carente disciplina ciudadana para cumplir el aislamiento social.
Esa acusación tiene relativa validez, pues es evidente que hay quienes potencializan la propagación del COVID-19 por su exposición pública desmotivada y por el desprecio a las normas de higiene.
Más hay un segmento de la población (productores campesinos, obreros del sector alimentario y farmacéutico, repartidores de productos, personal de la fuerza pública, médicos y trabajadores de la salud) que siguen laborando aunque el gobierno no haya garantizado las suficientes medidas y protocolos de protección.
Eso sucede mientras el Ecuador testimonia las denuncias de que en los hospitales escasean los insumos, por ridículo que parezca hacen falta desde mascarillas hasta el compromiso del gobierno para financiar gratuitamente los exámenes a todos quienes sean sospechosos portadores del virus. Existe además una deshumanizada práctica empresarial, en varias fábricas y grandes comercios se reportan insuficientes medidas de bioseguridad implementadas.
Esa falta de criterio preventivo de las élites para enfrentar a la emergencia sanitaria se mezcla a un conjunto de absurdos. Por ejemplo, un artista torpe, que funge de ministro, organiza conciertos desde casa y despilfarra los recursos estatales; una alcaldesa, heredera de la prepotencia socialcristiana, comete un acto terrorista al impedir el aterrizaje de un avión que cumplía misiones humanitarias; el prófugo corrupto al igual que los banqueros se eclipsan en silencios de sepulcros; el presidente está más ausente que nunca y don Otto, ansioso de protagonismos, busca cámara para su promoción electoral.
El coronavirus está desmitificando caudillos, modelos exitosos y hasta autoridades ineficientes, pero el pueblo no aguanta, la falta de liderazgo gubernamental para desacelerar la propagación del virus merece correctivos.
Cierto es que para derrotar la pandemia las masas deben quedarse en casa, ese es por ahora su papel histórico, pero la situación también demanda recursos económicos.
Moreno debe declarar la moratoria al pago de la deuda externa e invertir esa plata para enfrentar la emergencia sanitaria actual, ponerse del lado de los acreedores es una oda contra la vida.
EMERGENCIA SANITARIA
El coronavirus dejó de ser una amenaza y ahora es una realidad objetiva. Las medidas preventivas adoptadas por el Estado fueron insuficientes, el COVID-19 logró introducirse al país sin que medie un protocolo médico obligatorio aplicado a todos los viajeros.
Desde el primer caso reportado es evidente el descontrol del gobierno. La inacción del régimen fue superada ampliamente por los especuladores de mascarillas y alcohol antiséptico, la parsimonia comunicativa de la administración aún está rebasada por noticias falsas y dudosas recomendaciones, los cercos epidemiológicos no incluyeron a todos quienes tuvieron contacto con los portadores del virus.
Por eso los casos positivos crecen a un ritmo acelerado y seguramente se multiplicarán en los siguientes días, más allá incluso de las cifras oficiales que sólo dan cuenta de quienes presentaron síntomas graves.
Es casi imposible tener certeza de los contagiados. Urge que el Estado asuma con seriedad la rectoría del sistema de salud o éste puede colapsar en pocos días; se requiere que el gobierno destine los suficientes recursos económicos para masificar las pruebas de detección del coronavirus, para adquirir el equipo de bioseguridad que necesita el personal hospitalario, para contratar a más personal médico, para implementar y modernizar las unidades de cuidados intensivos, etc.
Para ello no hace falta ningún paquetazo, pues sobran las alternativas que Moreno puede aplicar para zigzaguear esta emergencia sanitaria sin descargar sus costos en los bolsillos del pueblo. No caben las recomendaciones de algunos economistas como el otrora prófugo Alberto Dahik, ni las hechas por las Cámaras de la Producción, sus planteamientos neoliberales son un peligro para la humanidad.
Es prudente cumplir con el aislamiento en cada hogar y las medidas de asepsia para menguar los medios de contagio, hasta allí llega la corresponsabilidad del pueblo.
En tanto que el gobierno debe garantizar el abastecimiento de alimentos a todos, la estabilidad laboral, el pago puntual de sueldos sin recortes, la moratoria de deudas con la banca, la implementación de créditos baratos para la reactivación productiva, la difusión ágil y sencilla de información que supere la anarquía.
Es hora de la solidaridad. La vida vencerá.
Francisco Escandón Guevara
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