HELIN BOLEK, NOS DEJÓ UN INMENSO LEGADO AL LUCHAR HASTA DAR SU VIDA
No por casualidad quien me anotició de la muerte de Helin Bolek fue nada menos que Matías Guffanti, quien aun no siendo ni cantante ni músico, como coordinador del Movimiento de Jóvenes Our Voice, de hecho se debe haber sentido impactado con la trágica novedad procedente de Turquía, razón por la cual no tuvo mejor idea que compartirla conmigo para difundirla.
No estaba errado mi querido amigo Matías. Tomar conocimiento de este hecho me significó, no solo repudiarlo sin remilgos ni pudores, sino además divulgarlo para dar a conocer al mundo artístico y no artístico que cuando muere un artista, muere una parte de cada artista del planeta. Muere también una parte de la vida del planeta, porque el artista, y en especial el músico y el cantante, forma parte del alma de la madre tierra y es el grito unánime de una humanidad, que en estos tiempos no cesa de reclamar justicia frente a los barbarismos cometidos por el hombre, desde los sitiales del poder. Especialmente del poder cegado por los autoritarismos de la casta militar, del sistema político disfrazado de democracia y de quienes tienen en sus manos las finanzas del mundo, que comprende a instituciones multinacionales, banqueros, organizaciones del capital financiero, y por si fuera poco al crimen organizado.
Helin Bolek era una cantante y activista de 28 años de edad, apenas dos años más que Matías Guffanti (ambos de la misma generación y con los mismos sueños, de vivir en un mundo mejor), pero ella llevó la peor parte: su vida se truncó cuando realizaba una extensa huelga de hambre, como medida extrema de protesta.
Helin Bolek denunciaba la prohibición del Gobierno turco a los conciertos de su banda Grup Yorum; una prohibición por el mensaje socialista de sus canciones. Ella era la solista del grupo. Literalmente la voz cantante de un mensaje de ideas de libertad y de justicia.
La activista llevaba una huelga de hambre como protesta contra la persecución política en su país y contra la prohibición que impuso el Gobierno a su banda, impidiéndole dar conciertos, seguramente por considerarlo como un grupo subversivo. Un arte subversivo.
A la prohibición, Helin Bolex tuvo una sola respuesta: la protesta apelando a la huelga de hambre, acompañándola en la medida de lucha otro integrante de la banda: Ibrahim Gorcek.
Valerosamente ambos artistas se enfrentaron al poder, no solo con sus canciones (sus únicas armas, las armas de los artistas que son más letales que las armas de fuego, y eso lo hemos visto en la historia de la humanidad, en diferentes lugares y en diferentes circunstancias) sino además con una lucha que llevaron adelante con una medida de fuerza extrema: la huelga de hambre. Ambos artistas exigían además la liberación de los presos políticos y el fin de las redadas contra sus centros culturales.
“No eran unas exigencias tan difíciles de cumplir. El fascismo del partido Justicia y Desarrollo ha provocado su muerte” dijeron los voceros de la banda en su cuenta de Twitter, aludiendo frontalmente a la formación política del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan.
Saber que Helin Bolek llevaba 288 días de huelga de hambre me estremeció profundamente, como seguramente debe haber estremecido a mi amigo Guffanti y a todos los jóvenes del Movimiento Our Voice, que hacen arte como herramienta de su lucha.
Helin Bolek debe haber sufrido, y mucho. Y al momento de fallecer sería piel y huesos, tal como es ahora Gorcek, quien también la acompañó en la huelga y quien además ha dicho públicamente a través de un video, condenando duramente al Gobierno: “Habéis matado a una chica de 28 años”. Sus palabras recorrieron la región y el mundo, como su imagen, padeciendo el sufrimiento por la abstinencia de alimentos. Y no se descarta que pueda seguir el mismo destino de Helin Bolek, porque ya está próximo a cumplir los 300 días de huelga de hambre.
Todo esto duele y me hace entrar en un estado de indignación y de rebeldía, que difícilmente puedo describir. Ibrahim Gorcek y Helin Bolek lograron soportar los efectos de una huelga de hambre por más de 200 días. Mi tristeza y mi impotencia por lo acontecido, entonces, debe transformarse en fortaleza y en energía (por respeto a ellos) para que su lucha tenga su sentido natural: dar a conocer al mundo que la imposición criminal de un Gobierno ha quedado visibilizada con creces, ante los ojos del pueblo turco y ante los ojos de la comunidad internacional, que debería protestar enérgicamente, frente al desenlace fatal de la cantante y activista.
Los asesinos de Helin Bolek, porque no hay duda que los integrantes del Gobierno turco son literalmente sus asesinos, esgrimían que Grup Yorum (El Grupo de los Comentaristas) estaba vinculado al Partido-Frente de Liberación de los Pueblos Revolucionarios, calificado por las autoridades de Turquía como organización terrorista.
Grup Yorum, formado por cuatro amigos en el año 1985, se popularizó en Turquía durante la década de los 90, por sus temas revolucionarios y su combinación de los folcklores kurdo y turco, con letras dedicadas a la lucha contra la gentrificación, las políticas de Ankara y tragedias , como un desastre minero que mató a 300 trabajadores.
Los integrantes de Grup Yorum, en el pasado 2017 publicaron el álbum “Lucha a toda costa” (Ille Kavga), en cuya portada se exhibían los instrumentos musicales que aplastó la Policía en una redada represiva del año anterior.
En los años setenta, en Chile, en el golpe fascista de Pinochet, el canta autor Víctor Jara fue otro mártir del autoritarismo. Un artista a quien los soldados torturaron, golpeándolo, aplastándole las manos a culatazos para finalmente matarlo a balazos.
Circunstancias y personas diferentes con un mismo final: la muerte en lucha por la libertad, pero además con el común denominador del arte, la música, la canción, como expresión de la protesta. Las armas que más temen los dictadores, los criminales del poder y el fascismo que se disfraza de democracia.
La muerte de Helin Bolek no pasó inadvertida para mi amigo Matías; y de hecho no pasó inadvertida para los jóvenes de Our Voice, porque su muerte tras tanto padecimiento militante, ejerciendo el derecho a la libre protesta, en definitiva es un atentado terrorista al arte. Un acto terrorista de quienes la obligaron a llevar adelante una huelga de hambre.
Entonces, si la huelga de hambre fue un acto de libertad (una opción) que con valentía materializó Helin Bolek, como metodología de una lucha de todos los tiempos, su muerte fue un crimen de los fascistas turcos. A ellos responsabilizamos la muerte de Helim, tal como la muerte de Víctor Jara la responsabilizamos a la dictadura militar pinochetista; y tal como responsabilizamos a la dictadura del nazi-fascista Sebastián Piñera, la muerte y las torturas que padecieron los jóvenes chilenos en las rebeliones de los últimos meses.
Nosotros, homenajeamos desde este continente a Helin Bolek, y también haremos que su lucha perdure en el tiempo, porque también fue (y es) nuestra.
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