LA OFENSIVA DE LOS AGROINDUSTRIALES
LA ALIANZA OBRERO CAMPESINA
Reseña histórica de la lucha campesina y obrera en el Ecuador.
(Tomado de “Nuestra Política en el Movimiento Obrero. MIR. Enero 1985, Segunda Edición)
INDICE
Introducción
Capitulo i. América un volcán insurrecto
Capitulo ii. La guerra de Túpac Amaru
Capitulo iii. Las instituciones coloniales de servidumbre y esclavitud
Capitulo iv. Las guerras campesinas en el ecuador
Capitulo v. Nuestros precursores
Capítulo vi. La guerra campesina de Fernando Daquilema
Capítulo vi. La revolución liberal y la lucha social
Capitulo vii. La clase trabajadora y el proletariado Capitulo ix. La ofensiva de los agroindustriales Capitulo x. La reforma anticomunista
PARTE 5.-
CAPITULO IX. LA OFENSIVA DE LOS AGROINDUSTRIALES
La insurrección obrera y popular del 15 de noviembre, no sirvió a los anhelos de los trabajadores y el pueblo. Pero, después del 22 de Noviembre de 1922, el Ecuador nunca más volverá a ser lo que fue antes. La "Revolución Juliana" modernizó el Estado al estado capitalista en beneficio de los modernizados terratenientes serranos, lo cual precipito al país a una convulsión política de más de 10 años.
Los terratenientes serranos combatieron a los mercantilistas, banqueros y agrarios de la costa, permitiendo cambios en la legislación social (leyes que los trabajadores, mediante su lucha, han hecho reconocer, aceptar y practicas a la burguesía), impulsada por su partido, los militares.
La inestabilidad política, la ausencia de partidos que asuman la conducción de las masas, convierten al país en un hervidero, sube la presión. En medio de gobiernos dictatoriales, de interinazgos, la organización popular, de obreros y campesinos, crece, se desarrolla, se hace presente desde la clandestinidad. En medio de tan complejo panorama, la clase obrera, los campesinos consiguen nuevas y resonantes victorias y conquistas.
La convulsión política entre los patrones, hizo de la década de los treinta la de mayor inestabilidad política, al punto que se enfrentaron en las calles de la capital fracciones del ejército en la llamada guerra de los cuatro días; de esta manera fue derrotada la llamada fracción terrorista de los terratenientes serranos, pero este choque entre fracciones serranas es aprovechada por los sectores oligárquicos de la costa, que asumen la dirección del Estado el mundo está en crisis y el país sucumbe en ella.
La inestabilidad política permitió que el campo popular tome una fuerte presencia, y con ello que la organización y pensamiento socialista se discuta incluso en los cuarteles, ante el crecimiento del movimiento social de los trabajadores las fracciones burguesas de la Costa y la Sierra, toman nuevamente el control, los patronos toman nuevamente la iniciativa y organizan una central de trabajadores, la CEDOC, de orientación religiosa y conducción de oligarcas y terratenientes.
Lo anterior se dio porque en el seno del movimiento obrero y político de la izquierda, subsisten las tesis evolucionistas, porque habiendo una situación de crisis económica política y social, renuncian a un proyecto político que conduzca a la nación. El argumento de que la sociedad
es atrasada, que subsisten los rezagos pre capitalistas, que hay que realizar la revolución
democrático burguesa, lleva también a considerar que las posiciones clasistas de los trabajadores no estaban maduras.
Revolución y contrarrevolución.-
En la década de los años cuarenta, la organización obrera y popular vive momentos trascendentales. Por un lado, constata la traición de la clase dominante, frente a la agresión maquinada por los monopolios imperialistas. Por otro, siente la imposición del imperialismo en nombre de la unidad continental, tras lo que se impone a nuestra patria el cercenamiento de su territorio (Tratado de Río de Janeiro).
La dictadura constitucional y los gobiernos del fraude son una larga historia y tradición del dominio de la clase burguesa. En el gobierno del liberalismo arroyista, responsable de la traición y gestor de la represión, el crimen y la persecución a la organización popular y a sus dirigentes, se expresa con nitidez la verdadera vocación de las clases dominantes de nuestro país. Esto impone la unidad de las fuerzas populares bajo banderas de redención nacional, unidad y derechos del pueblo trabajador.
La llamada revolución del 28 de Mayo de 1944, sintetiza el accionar de la clase obrera y el pueblo en su lucha por el progreso, los derechos, la democracia y la libertad. Pero esta jornada hermosa de la lucha del pueblo, significó a la vez una de las mayores derrotas del proletariado en su historia. Esto se debe, ante todo, a que en dicho movimiento concurrieron tres corrientes:
1. La de la derecha anti-arroyista por sentirse afectados en sus intereses y por la pérdida de injerencia en las decisiones económicas y políticas del Estado, es decir, las fracciones burguesas encabezadas por Galo Plaza y Camilo Ponce Enríquez.
2. La fracción de la derecha liberal con influencia en las organizaciones políticas de la clase obrera, es decir, al interior de los partidos socialista y comunista.
3. La corriente expresada por la fracción de izquierda, fracción revolucionaria, que siendo minoría al interior de los partidos socialista y comunista, se suma a la posición de derecha de estos partidos y concurre tras el proyecto de alianza de clases, expresado en Acción Democrática Ecuatoriana (ADE). Sin comprender que con ello se convertía también en responsable, de que el movimiento popular quede sin dirección.
En efecto, ADE lo conforman los partidos opositores de la derecha burguesa y los de las fuerzas de izquierda. Bajo la influencia popular y obrera se cobijaba el movimiento de la tropa y baja oficialidad. Es decir, que si bien se reconoce que la unidad nacional era impostergable, y bajo este criterio se da amparo a los políticos burgueses -que entonces se decían progresistas-, en cambio, se olvidó garantizar no sólo el porvenir del mov imiento revolucionario obrero y popular, sino también la más estrepitosa derrota. Por eso, sus gestores populares fueron perseguidos por la burguesía triunfante al mando de Velasco. Esta es la victoria burguesa que llevó al conjunto de los miembros de la clase dominante a crear la modernidad capitalista bajo claras orientaciones anti-proletarias.+++
La conducción de clase no sólo fue trabada por la presencia de fracciones de la clase dominante al interior de su movimiento de lucha, sino que además, tomó como banderas de unidad del movimiento de masas y de dignidad nacional, a un objetivo que no le beneficiaba a ella ni al pueblo, sino a la burguesía oligárquica: la candidatura de Velasco.
De otra parte, el movimiento de resistencia popular, expresión de la unidad del proletariado, la tropa y baja oficialidad, realiza acciones que no tienen nada que ver con los planes de ADE. De su interior surgen no sólo grupos de autodefensa popular con el nombre de "Comités de Defensa Popular" que asumen el control territorial, sino también las Milicias de Obreros y Trabajadores, toman el control de las principales ciudades del país, conjuntamente con marinos y soldados. Pero, empuñado el poder a través de Velasco, la oligarquía exige a las
dirigencias socialista y comunista, el desarme de los obreros, como condición para reconocer las demandas populares.
La movilización popular victoriosa es sofocada, tanto por la demagogia de Velasco -expresión de los intereses del caciquismo de la Costa y de la Sierra- que ante la carencia de dirección política y clasista, se convierte en un verdadero caudillo popular al servicio de la oligarquía y el imperialismo; como por la maniobra burguesa que convoca a elecciones constituyentes, imponiendo de esta forma a la izquierda de ADE y al movimiento obrero, el abandono de la plataforma democrática de ésta. De nada sirvió la condena a las maniobras burguesas por parte de los sectores combativos de la clase obrera. El legalismo parlamentarista, lo mismo que el militarismo y reformismo, sacaron la cabeza y concurrieron en favor de los proyectos de la burguesía.
Sin embargo, este movimiento revolucionario de carácter patriótico, democrático y por el progreso nacional, tuvo un carácter mucho más amplio y profundo que la acción proletaria del
15 de Noviembre de 1922, no sólo porque en esta ocasión la clase obrera y el pueblo se lanzaron de lleno a las tareas de armamento y autodefensa, sino también porque rompió su
carácter localista. En efecto, la insurrección popular se realizó en distintas ciudades de nuestro país: Guayaquil, Quito, Loja, Manabí, etc.; es decir, un movimiento que se expresaba en acciones de masas, acciones políticas y militares bajo el lema: "del Carchi al Macará", e hizo sentir su peso y su repudio a los gobiernos antipatria de la oligarquía y la burguesía traidora.
Este formidable movimiento, que deliberadamente ha sido ocultado por la burguesía y que se lo ha presentado únicamente como una expresión de la lucha civilista y más concretamente del movimiento sufragista encarnado por el velasquismo, es el movimiento de masas en que se concreta la organización popular del pueblo obrero, cholo, indio; del pueblo trabajador, de la juventud, los pobladores, las mujeres, en una palabra de las masas empobrecidas del campo y la ciudad. Esta es la victoria más notable, éste es el resultado de una acción del proletariado que no ha podido ser eliminado de la faz de la República, ni por dictaduras civiles o militares, ni por la represión y persecución. Es un movimiento que ahora camina derecho hacia su unidad política y clasista.
Las plantaciones bananeras, la exportación de este producto, a la vez que ligó definitivamente nuestra economía a la de los monopolios imperialistas, abrieron el camino de la movilización social, y la modernización de nuestro país. Es decir, trajo, consigo la descomposición del campesinado, el urbanismo, los suburbios y con ello, puso en evidencia lo que durante siglos se había ocultado: la terrible explotación, miseria y esclavitud de los pueblos indios, las condiciones de insalubridad, analfabetismo de las mayorías nacionales.
A partir de entonces, el cholo ingresa a la historia con sus luchas agraristas en la Costa. En su organización por vivienda y derechos, el polo de lucha se dirige al campo. Es una lucha igualitaria y democrática que a la vez combina su accionar con el enfrentamiento obrero y campesino contra los monopolios imperialistas (6).
A continuación enumeramos un cuadro somero de las luchas de las décadas del 40 y 60 contra los pulpos imperialistas enclavados en nuestro país:
* Contra la South American Development Corporation (Minas de Portovelo).
* Contra la Compañía Bananera Ecuatoriana (subsidiaria de la United Fruit), luego que
ésta abandonara Centroamérica.
* Contra las petroleras: Anglo Ecuadorian Oil Fields Limited, Petropolis Oil Company, Internacional Petrolium Company, Shell Company of Ecuador Limited.
* Contra la Cotopaxy Exploration Company, Calera Exploration Company.
* Contra EMELEC. Contra American Cables, subsidiaria de la ITT y todas las empresas eléctricas controladas por la Electric Bond and Share Corporation.
(6) El cantante Julio Jaramillo, es expresión de este momento de nuestro vivir nacional.
* Contra la Grace Line -empresa naviera- y los monopolios que controlan los ferrocarriles nacionales.
* Contra la United Fruit, frente al desalojo de los finqueros de la isla Rocafuerte.
Lucha que hace crecer el sentimiento nacional anti oligárquico y antiimperialista y logra la expulsión de las compañías imperialistas que controlaban grandes extensiones de tierra, de miles de hectáreas, a lo largo de las provincias de El Oro, Azuay, Cañar, Guayas y Los Ríos, conocido como "levantamiento de Tenguel" (1956); la expulsión de la Old American Cables a finales de la década del 60; la recuperación de los ferrocarriles nacionales a control estatal. Son grandes jalones de la lucha nacional antiimperialista de nuestro pueblo.
CAPITULO X. LA REFORMA ANTICOMUNISTA
La década del sesenta es el escenario de las juventudes nacionales, de las mujeres, de las barridas populares. Luego de la feroz masacre al pueblo de Guayaquil, en julio de 1959, bajo el gobierno del terrateniente Camilo Ponce. Son las masas populares, que ingresan definitivamente a la historia a reivindicar y hacer sus derechos democráticos, de educación, escuela pública democrática, escuela e instrucción que responda tanto a las necesidades del trabajo de los campesinos como al de los jóvenes proletarios para acceder al mundo del trabajo. Son grandes jornadas de lucha antidictatorial, jornadas en las que los jóvenes cayeron en las calles y dieron su vida para cambiar la faz del país.
La noche negra del oscurantismo, de los señores de la horca y el cuchillo comenzaba a eclipsarse, las grandes movilizaciones campesinas, las de los pueblos olvidados del Ande, de la Costa y el Oriente, las luchas de los pobladores por vivienda y por derechos se unía a la voz de gigante de nuestra raza que retomaba su palabra para declarar frente al mundo su organización y objetivos.
Esto, llevará a afirmar "somos pueblos de milenaria cultura que sufrimos la explotación... desde la conquista española, hace 485 años, nuestra situación no ha cambiado: continúan las humillaciones, el racismo y el marginamiento en todos los órdenes de la vida social e incluso se nos ha quitado nuestra tierra... pedimos... a nuestros gobernantes que continúen y profundicen la reforma agraria, respeten la tierra de los pueblos indígenas amazónicos y reconozcan que el Ecuador es un país pluricultural integrado por diversas nacionalidades: Quichuas, Shuaras, Achuaras, Chachis, Awas, Tsachilas, Cofanes, Secoyas, Sionas y Huaronis, a más de la sociedad de tipo occidental"1 .
La década del 70 puso a la cabeza de todo el pueblo a la clase obrera, que gracias a la modernidad capitalista se ha vuelto potente y numerosa, pero que aún no consigue una dirección de clase y la unidad que signifique el poder de los explotados del campo y la ciudad. Es la década del setenta que sacude la conciencia nacional y el mismo fervor de organización de nuestros pioneros, de los primeros años de este siglo, se amplía y crece en los barrios, comunas, fábricas, talleres, pueblos y caseríos, lomas, valles y montañas.
Es la clase obrera que encabeza ahora, el clamor nacional de las bases por la unidad, la lucha política y clasista, la acción resulta por la defensa de la patria, la soberanía y la dignidad nacional.
Es un clamor nacional del pueblo por derechos, democracia, justicia, igualdad, libertad, tierra, cultura, pan, trabajo, que sólo puede ser conducido por la clase obrera, dirigida por los verdaderos proletarios militantes y revolucionarios, en la causa de todos los pueblos contra el enemigo número uno de la humanidad: el imperialismo de los Estados Unidos.
Son cerca de 200 años de lucha por la emancipación de nuestro pueblo, cien años de organización y lucha popular por sus derechos, setenta años de organización sindical y de destacar los objetivos anticapitalistas y antiimperialistas del proletariado.
Nuestros precursores están regados a lo largo de la historia nacional, en cada página de nuestras luchas: desde los indómitos héroes de la Resistencia Nacional con Rumiñahui a la cabeza; los héroes de la lucha antimonárquica y anticolonialista con Tomás Asitimbay y Antonio Obando, pasando por los insurrectos Cecilio Taday, Julián Quito y Lorenza Abimayay, junto a nuestros "decembristas" Daquilema y sus capitanes, lo mismo que a los generales indios de la revolución alfarista José Morocho, Alejo Saenz, Huaman. Y los forjadores de la organización popular, los trabajadores héroes del 15 de Noviembre.
El educador proletario Tomás Regato, el poeta obrero Alejo Capelo, los intelectuales de los trabajadores Genaro Elías, Julio Paredes, Delfín González, Luis Maldonado Estrada, Manuel Echeverría, los organizadores populares Tomás Briones, las luchadoras populares María Julia Salazar, quien al referirse a la fuerza del pueblo en las jornadas de Noviembre de 1922 decía, "los ricos nos e atrevían a asomarse al balcón porque nosotros las amenazábamos con nuestros gritos".
Las heroínas del movimiento popular, Tomaza Garcés (Negra Tomaza). A las precursoras del sindicalismo y organizadoras de la lucha por la igualdad de la mujer Rosa Vivar, a las organizadoras y organizadores del sindicalismo campesino Dolores Cacuango y e l gran coronel Ambrosio Laso. Junto a los militantes revolucionarios que no cedieron a los ofrecimientos de los capitalistas; de embajadas, ministerios y otros trabajos de la alta burocracia del Estado, que viven y vivieron militantemente en las filas de los trabajadores.
Telmo Hidalgo, Ricardo Paredes, Joaquín Gallegos, Enrique Gil Gilbert, son parte de la larga lista de los precursores del movimiento proletario que han regado con su ejemplo y vida, su compromiso y su sangre generosa las calles y campos del país.
Pero es historia reciente, que los obreros y campesinos reivindican a los próceres de la lucha libertaria como: Lázaro Condo, Macondeo León, Rafael Perugachi, Alfredo Pachacamac, José Cotacachi, la maestra Rosa Paredes, Milton Reyes, Rafael Brito.
Junto a esta larga, limitada e insuficiente lista de los precursores y forjadores de la lucha de nuestro pueblo están nuestros hermanos: Gonzalo Rivera, Fausto Vargas, René Pinto, Raúl Cedeño, Rafael Perugachi, Galo Veloz, hermanos que con seudónimo comenzaron "a caminar por la senda de los mejores, de los que empujan la llegada del prevenir con sus vidas, no importa éstos son Claudio, Ariel..., siempre serán guía y bandera en la lucha por la revolución y la libertad de nuestro pueblo".
Nuestro pueblo no tiene más precursor que sus propios hijos, luchadores de las huelgas fabriles, de los sindicatos indios, de los paros y reclamaciones del Ande, la Costa y la Amazonía. A ellos nos debemos.
Bendecimos las ideas y el ejemplo de nuestros héroes y mártires, de los ignotos forjadores de la organización de la lucha por la democracia para el pueblo, la justicia, la libertad y la igualdad, levantando las consignas de la reivindicación por pan, trabajo, tierra, techo, salud, derechos, cultura, educación, progreso y bienestar.
¡Porque esas ideas nos han enseñado que podemos ser revolucionarios, lograr la libertad, vivir con honor y alcanzar la victoria!
1 Manuel Imbaquingo, Presidente del Consejo Nacional de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador.