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Marquetalia lecciones no aprendidas. Tercera Parte

Los 48 campesinos marquetalianos alzados en armas amparaban su alzamiento armado en el derecho universal a la rebelión, como único medio posible para defender su vida y la de sus familias del ataque cobarde de la oligarquía. En su guerra defensiva Manuel Marulanda manifestó, “En esta lucha iremos acompañados de todo el pueblo, de todos los guerrilleros y guerrilleras que vayan surgiendo para encarar la lucha armada contra el despotismo, por las libertades para el pueblo y por una democracia efectiva…”, y agregaba, “…mientras luchamos por esas libertades estamos luchando por el triunfo de la revolución, por el socialismo” (Jacobo Arenas)

En una de las tantas asambleas, realizadas en los ratos que le robaban a la guerra, Manuel Marulanda en su intervención dijo, “Voy a exponer quince puntos sobre problemas militares, táctica y disciplina general…, cuestiones de orden interno, externo, conducta con las masas, relaciones políticas entre los guerrilleros…, imperialismo y la revolución, reforma agraria revolucionaria, moral del combate revolucionario, libertades democráticas, colectivismo revolucionario”. Consideraba que el guerrillero debe “prepararse en todos los terrenos tanto en el político como en el militar”. En cuanto a la disciplina interna hacía énfasis de manera especial en resguardar los secretos del movimiento guerrillero, “Hay –decía- compañeros que charlando, contándole cosas a su mujer, o a su amigo, se van de la lengua y van soltando los secretos a su mujer… hasta que el secreto llega a oído del enemigo”. Recomendación no atendida, asunto que le costó la vida a más de uno, caso del Mono Jojoy e incluso a Raúl Reyes. Era muy importante la moral del combatiente guerrillero, “la moral no tiene porqué flaquear ni en el momento del combate ni en ningún otro momento”. “Nadie tiene porqué sentir miedo. Si la aviación está ametrallando y las bombas están cayendo cerca del guerrillero no tiene porqué amilanarse. …Cuando los aviones ametrallan o bombardean, lo están haciendo a tientas, no están apuntando a cada uno de nosotros, porque no nos ven”. “Y Como nosotros no tenemos aviones ni armas antiaéreas no tenemos porqué ocuparnos de la aviación. Dejarla que ametralle, que lance bombas, y cuanto más grandes y poderosas, mejor. Que lance propaganda, bacterias; que gaste presupuesto”. Respecto a la honradez revolucionaria advertía, “El guerrillero no tiene porqué manchar sus manos con las cosas de la gente; en cambió todo lo que tomemos al enemigo es bueno; esas expropiaciones que hacemos al gobierno, a los grandes latifundistas, a los reaccionarios llevan pavor a sus filas, les ponen los pelos de punta, se desmoralizan; y cuando eso ocurre los altos militares se desesperan, lanzan palos de ciego y nos dan la posibilidad de golpearlos con mayor eficacia”. “Respetamos los bienes del pueblo, y no solo los respetamos sino que los defendemos, si se quiere al precio de nuestras propias vidas, porque somos una parte del pueblo”. De manera tajante dejó muy en claro, “Nuestra actitud tiene que ser de amor al pueblo, de defensa del pueblo, mientras la de las fuerzas armadas oficiales es del odio al pueblo, de violencia, de robo y guerra”.

Resalta Jacobo Arenas que para Marulanda era sumamente importante “la cuestión del colectivismo revolucionario”. Manuel sostenía que _“Desaparecida la propiedad individual y todo sea de propiedad colectiva, todos estamos obligados a cuidarla, a no malgastarla, porque el pueblo nos pedirá cuentas”_ y remarcaba: _“Debemos desde ahora ir educándonos en el espíritu colectivista, en el amor y el respeto por lo colectivo, de la propiedad colectiva”. Dentro de los quince puntos, también, se refirió al imperialismo yanqui como “nuestro enemigo mayor”. Lo consideraba como enemigo de todos los pueblos del mundo. _“Los enemigos que combatimos aquí en estas selvas no son más que la tropilla al mando de los imperialistas”. Pero esa tropilla no va a la selva a enfrentar la guerrilla”. Resaltaba _“…Los altos mandos militares, los banqueros, los grandes industriales y comerciantes, los grandes latifundistas, los políticos de alto coturno no vienen aquí, porque ellos, en primer lugar, le tienen mucho miedo al pueblo en armas, y en segundo lugar porque no están en capacidad física de hacerlo. Por eso mandan a sus tropas engañadas”. “Por eso recurren a la mentira y a las armas vedadas (guerra biológica) Por eso se apoyan en el imperialismo. Y concluía _”Si no fuera por la ayuda norteamericana, pronto daríamos buena cuenta de la oligarquía”.

Manuel Marulanda no se desesperaba por lo tortuosa y demorada que se tornaba la guerra contra los enemigos de las clases populares y el imperialismo, entendía que es un problema de conciencia popular. Pensaba que “mientras la conciencia de clase esté anestesiada por la ideología burguesa, la lucha de los revolucionarios, sus consignas, su línea, no prenderán con suficiente fuerza en el pueblo, único capaz de realizar la revolución”. La falta de conciencia de clase en aquella época como hoy es un eterno problema en el seno de las clases populares, a la gente no le gusta reconocer que es pobre, hoy día una persona que obtiene ingresos mayores a doscientos mil pesos se siente rico, así le duela la úlcera gástrica causada por las diarias aguantadas. La ausencia de conciencia social lleva a los pobres a seguir y a elegir como sus representantes a sus antagonistas de clase, algo así como poner a cuidar el queso al ratón.

Terminada la exposición del comandante Manuel, se retornó a la realidad que imponía la guerra. El 10 de julio de 1964 se hace necesario abandonar de prisa la caleta, un guerrillero de la “avanzada” llega con noticias preocupantes. Por un lado se teme un ataque por parte de las tropas gubernamentales y por otro lado hay mucha gente enferma; así mismo, ocurrió un hecho grave y doloroso, el indígena Andrés, quien había evadido exitosamente el fuego enemigo sucumbió en una trocha al pesado fardo que llevaba a la espalda, se enredó en una raíz y el lazo con que aseguraba el bulto de 60 kilos de maíz lo estranguló. Eso sí se le despidió con todos los honores, se efectuó una cena especial en su honor; su hermano Carolito, manifestó, -“En la muerte de un hombre como mi hermano hay que atender a la gente aunque sea con gallina”, y para todos hubo abundantes pierna pernil y pechugas.

La nueva caleta en el sector conocido como La Hacienda quedó también camuflada que el enemigo no podía otearla ni siquiera bajo sus narices; no obstante, esa sensación de seguridad producía cierta desazón en la tropa guerrillera, así que ante la inacción Manuel ordena hacer varias tareas tendientes a provocar a la tropa. En primer lugar deciden cocinar de día, pues el humo atrae al enemigo como la carroña a los gallinazos. Las columnitas de humo sirven para que el enemigo, sin esfuerzo alguno, los localice. Sin embargo, como las señales de humo no fueron suficientes para agitar el enjambre militar, buscando acción deciden mudarse a “Villa Caranga”, le llaman así porque abundan unas pequeñas garrapatas conocidas con tal nombre. La Villa es una pequeña meseta pestilente y húmeda cubierta de grandes árboles bajo los cuales se puede burlar las balas de la aviación. Pero ante lo intolerable de la inacción, el 8 de agosto sale un cuerpo armado en busca del enemigo, iniciando a partir de entonces la línea de movilidad total. Parten 51 unidades. El 10 de agosto se consiguen los frutos deseados, en un solo enfrentamiento dan de baja a más de 20 militares, el reporte oficial reconoció 9 muertos y 2 heridos; así mismo, recuperaron cinco fusiles automáticos M1 y cuatrocientos proyectiles punto 30. De ese tamaño fueron las acciones en el inmediato futuro.

Pero la movilidad total implicaba que no se debía tener gran cantidad de provisiones cerca de las áreas de combate. Entonces, tuvieron que alejar a un sito alejado varios kilómetros 300 bloques de sal y varias toneladas de maíz, de esta manera podían disponer de toda la fuerza humana para afrontar con éxito la guerra.

Mientras los guerrilleros festejaban, en el campamento militar el ambiente no era el mejor, _ “Es el horror”_ comentó Currea Cubides, comandante de la Operación Marquetalia, _”No es posible que estando esa gente casi toda muerte, recibamos semejantes golpes”_. Y trinó, _”que digan algo el comandante Gil y el mayor Torres”_

Ante la incapacidad para perseguir y enfrentar a la guerrilla las tropas gubernamentales enfilaron sus armas contra los campesinos desarmados. El 19 de agosto, la radio informa que “Tiro Fijo es perseguido” y que “ha perdido ochenta de sus hombres”; según Jacobo Arenas, “Esto indica que el gobierno y los altos mandos militares aceptan haber asesinado ochenta personas desde que comenzó la Operación Marquetalia”. No obstante, en la realidad “los asesinatos perpetrados hasta hoy por las fuerzas oficiales pasan de 200” (Jacobo Arenas) Entonces, como no obtenían los resultados esperados impulsaron una táctica impuesta por el Comando Sur: aislar a la guerrilla de las masas. Currea Cubides dijo, _”Las masas son las responsables de los golpes que venimos sufriendo”. Así que en el término de 24 horas obligaron a los campesinos de varios lugares, entre otros, de las veredas de El Puerto y El Socorro a abandonar sus ranchos y sus fincas. Pero no contaban con que los guerrilleros ya estaban esperando a los campesinos en los nuevos sitios de exilio. Tampoco contaban con que a una guerrilla móvil le da igual que la gente esté aquí o allá. Esta aberrante práctica de “quitarle al pez el agua” se sigue implementando en todo el territorio colombiano, ahora el Pentágono la reforzó con la criminal idea del “enemigo interno”. Tales concepciones al día de hoy han provocado alrededor de 8 millones de campesinos desplazados dentro del territorio nacional, asesinados más de cinco mil miembros del partido político Unión Patriótica UP, genocidio reconocido por el mismo Estado, cientos de exiliados, más de 5 mil “falsos positivos” y, lo peor de todo, cientos de líderes sociales asesinados. Respecto de asesinato de líderes sociales, recientemente la Fiscalía hizo público algunos videos recopilados en el seguimiento al reconocido narcotraficante apodado el Ñeñe, íntimo amigo de infancia del actual presidente Iván Duque; en uno de ellos, el presidente Duque le dice al Ñeñe, _“Hablé con Álvaro Uribe y le manifesté que ya era hora de parar el asesinato de líderes sociales, pero Uribe no quiere…” saquen ustedes sus propias conclusiones.

*Libardo Sánchez Gómez. Ex catedrático universitario. DMV. Msc. Economía.

http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2020/05/marquetalia-lecciones-no-aprendidas.html

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