NO NOS EQUIVOQUEMOS DE OBJETIVO,
En ese momento el hombre malo es el presidente Moreno. Es cierto, pero ¿y si él fuera solamente una sombra? Aquí en Ecuador el problema mayor no es el presidente sino el sistema neoliberal que lo manipula, claro él acepta esa situación. Pero él no es más que la sombra del neoliberalismo. De tal manera que culpamos y queremos desaparecer una sombra. Es lo mismo cuando, en vez de mirar lo que nos muestra un dedo, mantenemos fija la mirada en el dedo y no en lo que nos quiere mostrar: estamos equivocados.
Fijándonos en Moreno, dejamos bien tranquilo al sistema que nos causa los males que nos destruyen. Así que: A apuntar al objetivo que nos está matando, un sistema, el sistema neoliberal. Ese es el desafío del momento. Y los mismos que están conduciendo el sistema nos están manipulando a nosotros para que peleemos sólo con la sombra. Mientras tanto ellos logran poco a poco lo que quieren: más poder, más dinero, más fama a costa de engaño, de nuestro despojo, de nuestra miseria y de nuestra muerte.
Muchos nombres, sobrenombres e insultos salen en las redes sociales salen sobre el presidente, pero pueden ser una equivocación de objetivo. Moreno, su familia y allegados se llevan mucha plata: se nos da nombres de bancos, números de cuentos, países de paraísos fiscales, hasta la cantidad de dinero de las cuentas: son datos muy reales. Pero otros se llevan mucho más. Moreno y sus compinches se quedan solamente con las migajas.
La deuda externo no es de Moreno y su monto es de unos 60’000 millones de dólares: es del Fondo Monetario Internacional y de sus socios… ¡y unos son ecuatorianos! Las multinacionales del petróleo, de la madera, de las rosas, de las drogas, del comercio, de las mimas, de los medicamentos, de los medios de comunicación… no las controlan ecuatorianos sino unos pocos magnates, como Bill Gates y unas decenas más: ellos son el ‘nuevo orden mundial’ que está en marcha. Estos magnates necesitan de cómplices ecuatorianos que les permitan desarrollar en paz sus negocios multimillonarios: los ecuatorianos son sólo intermediarios, tramitadores, traidores, vende patria… Por supuesto, de ellos también hay que deshacerse, porque se están preparando para ocupar el sillón presidencia y sus sillas adjuntas… Si nos limitamos a ganar estas batallas de segunda categoría, habremos perdido la guerra, porque la guerra es contra el sistema neoliberal.
Estemos atentos. El sistema neoliberal tiene mucha fuerza, la fuerza de la maldad que llamamos Satanás, el misterio de la iniquidad que habita nuestro mundo y que a veces nos habita también a nosotros. Nuestra lucha entonces no es sólo contra estructuras, sino también contra esta fuerza espiritual de la maldad diabólica. Debemos apoyarnos en las fuerzas espirituales que llamamos humanismo, fe y espiritualidad.
Nuestra lucha tiene a lo menos 3 campos de batalla. Primero: él de las estructuras neoliberales que nos encadenan desde años. Segundo: él de las personas que diseñan, dirigen y aplican estas estructuras -en caso ecuatoriano actualmente el gobierno de Moreno en manos de los empresarios, banqueros y otros traficantes. Tercero, el campo de la maldad diabólica que habita las estructuras y las personas que las mantienen vivas y mortales para nosotros. Por eso desde su reunión en Medellín, Colombia en 1968, hace más de 50 años, los grandes obispos latinoamericanos hablaron de ‘pecado social, estructuras de pecado, sistema diabólico’, expresiones que retoma con mucha fuerza el papa Francisco, como ningún otro anterior a él. En su carta a los Efesios san Pablo nos lo confirmó: “No nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas”.
¡Que no nos falte esperanza! El libro del Apocalipsis nos describe la gran batalla del Dragón contra la Mujer, aquel representando a las fuerzas diabólicas del mal y aquella la Humanidad que somos nosotros. Felizmente esta batalla apocalíptica termina por la victoria del Humanidad. ¿Estamos o no conscientes de esta batalla actual? ¿Somos los actores de esta batalla? O, por nuestra indiferencia o cobardía, nos hacemos cómplices de este sistema neoliberal que nos destruye sin piedad. Si no ‘batallamos’, el resultado será nuestra propia destrucción. Esto no hace entender la expresión de Jesús: “No he venido a traer la paz, sino la guerra y la división”. La paz será el fruto de esta lucha con el mal y los que lo ejecutan. Otra palabra de Jesús nos da esperanza: “¡Ánimo: he vencido el mundo (de la maldad)!”… pero nos queda ‘batallar’ contra el neoliberalismo para derrotarlo, entre todos. Ese es el momento oportuno para evitar peores desgracias.