“¡SÁLVESE QUIEN PUEDA!”
Tenemos que hacernos a la idea que la pandemia se va a quedar, seguramente más calmada, pero siempre con algunos rebrotes. Vamos a tener que aprender a vivir con ella, como hemos aprendido a vivir con la tuberculosis, el dengue, etc. Esta pandemia lo está dejando todo por los suelos… personas, economía, empleo, proyectos individuales y colectivos…
Leonardo Boff, gran especialista de la teología de la liberación sobre la Ecología, o sea, el Cuidado de la Naturaleza, nos advierte en un artículo titulado “El coronavirus: un ataque de la Tierra contra nosotros”, donde escribe: “La Tierra ya ha perdido su equilibrio y está buscando uno nuevo. Y este nuevo podría significar la devastación de importantes porciones de la biosfera y de una parte significativa de la especie humana. Esto sucederá, aunque no sabemos ni cuándo ni cómo… La actividad humana es responsable de la producción masiva de muerte de seres vivos… Si insistimos en mantener el consumo actual, especialmente el consumo no necesario, tenemos que aplicar más violencia contra la Tierra obligándola a darnos lo que ya no tiene o ya no puede reemplazar… O cambiamos nuestra relación con la Tierra viva y con la naturaleza o tendremos que contar con virus nuevos y más potentes que podrían aniquilar millones de vidas humanas. Nuestro amor a la vida, la sabiduría humana de los pueblos y la necesidad del cuidado nunca han sido tan urgentes.”
Estamos sobre aviso. ¿Estamos conscientes de esto y de su gravedad? ¿Tenemos amor a la vida? ¿Contamos con nuestra sabiduría como pueblo ecuatoriano? ¿Estamos decididos a cuidar la naturaleza? Parece más bien que es el “¡Sálvese quien pueda!”, cada uno volviendo a su actividad de antes como si nada hubiera pasado, a esta ‘normalidad’ que nos llevó a esta pandemia. Hablemos claro: es nuestra manera de mal vivir que no respeta a las personas y destruye la naturaleza que ha permitido la irrupción de esta pandemia. Más que nunca tenemos que aprender a vivir juntos de manera más armonioso donde nos solamente nos cuidamos individualmente, sino que nos unimos y organizamos para evaluar nuestra manera de vivir y la validez de nuestras actividades profesionales, culturales, recreativas… Más que nunca nos necesitamos unos de otros para cambiar personalmente nuestra falta de consciencia, de espíritu crítico, como también llegar a ser suficientemente decididos y valientes para dejar de hacer lo que es dañino para nosotros, los demás y la naturaleza. No es tan fácil, peor si pensamos que todavía es un asunto secundario o que solitos lo vamos a lograr.
Tenemos igualmente que despertar y cultivar nuestra espiritualidad, o sea, nuestra capacidad de sacar fuerza desde lo más hondo de nosotros para vivir como debe ser. La espiritualidad no es un conjunto de actos religiosos, de oraciones tradicionales o de devociones individuales. Nuestra religión nos ha acostumbrado a negocias con Dios y a pedirle que resuelva nuestros problemas, cuando somos nosotros que tenemos que enfrentarlos y superarlos juntos. ‘Juntos’, ‘en comunidad’, ‘organizadamente’ son las palabras claves para salir adelante y evitar nuevas pandemias más devastadoras.
Nuestra vida está en las “manos de la Tierra” y la Tierra está en nuestras manos. Ella no necesita de nosotros para existir y nos va a eliminar si seguimos agrediéndola tal como lo estamos haciendo directa o indirectamente. Nosotros sí, necesitamos de la Tierra para que produzca lo que nos hace falta para vivir: aire puro, agua no contaminada, tierra fértil, alimentos sanos, clima amigable, temperaturas equilibradas… es decir: lo que estamos destruyendo a diario y desmesuradamente desde más de 50 años. O nos unimos para salvarnos juntos -y nos hablamos de la futura generación- o nos perdemos todos antes de 30 años. El “¡Sálvese quien pueda!”, sencillamente, es un crimen. Y Dios dijo: “No matarás”.