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Luchas indígenas y populares del siglo XX: raíces profundas de octubre


Foto: Redes sociales

El proceso electoral en marcha inquieta a muchos. Al gobierno y la derecha porque creen que el correismo amenaza sus objetivos de re-constituir su bloque de poder desde nuevos parámetros que les permita subordinar la crisis en su beneficio. A los correístas que trabajan desesperadamente por reagrupar sus fuerzas tras la ausencia formal de su líder, para eso buscan colocarse como la única respuesta posible a la crisis. Esta tarea no lo podrán hacer sin una disputa directa, aunque solapada, con los movimientos populares, particularmente el movimiento indígena, por los imaginarios contestatarios, especialmente los del levantamiento de octubre. Del lado de las organizaciones populares, no han podido asegurar un frente consolidado, algunos porque creen que lo electoral es una coyuntura pasajera al que no vale la pena dedicarle muchos esfuerzos, otros que se ven a sí mismos como los únicos capaces de garantizar buenos resultados, y hay los que dan total importancia a lo electoral, olvidándose de la importancia social y política del movimiento organizado, condición fundamental para la lucha en general.

Lo electoral, si bien es una coyuntura corta, es un escenario donde se condensan visiblemente los conflictos económicos, políticos, sociales, culturales, de género, cuyo desenlace marcará el rumbo del país en por lo menos los cuatro años siguientes, ya que el grupo o bloque político triunfante establecerá determinados marcos políticos para la acción de las organizaciones populares. Por lo tanto, ya sea que se participe o no en las elecciones, no se puede minimizar su rol en la disputa política. Las organizaciones sociales del campo popular estamos obligados a tener una posición clara, que oriente el ánimo y los deseos de la sociedad por un futuro de justicia y de democracia.

El gobierno de Lenin Moren, conjuntamente con las cámaras empresariales y los grandes medios de comunicación aprovecharon descaradamente la crisis económica y la emergencia sanitaria por la pandemia del COVID 19 para amasar grandes ganancias, atornillarse en el poder, dejando a su suerte a os pueblos. Ya superamos el millón de despidos, los que mantienen un trabajo, ya sea en el sector público o privado, lo hacen a costa de sufrir disminución de sus remuneraciones, restricción de derechos laborales. La inversión pública en salud y educación sufren drásticas disminuciones presupuestarias, precisamente en tiempos de pandemia. No contentos con esto, estos mismos sectores de poder apuntan a una masiva privatización de las principales empresas públicas.

La sociedad ecuatoriana, por si misma o mediante sus organizaciones ha tenido que buscar la manera de responder a la crisis y sobrevivir a la pandemia. La creatividad popular y comunitaria no ha tenido límites. En estos seis meses de emergencia las formas económicas familiares, comunitarias, asociativas, barriales son las que estuvieron presentes, demostrando que el sector verdaderamente productivo es la gente, los y las trabajadoras, y no los empresarios como nos quieren hacer creer los economistas neoliberales, los medios de comunicación, el gobierno.

En medio de estas dos crisis la gente ha ido tomando conciencia de sus propias fuerzas y viendo quiénes nunca estarán a favor de sus luchas. Pese al temor por la presencia todavía amenazante del COVID 19 está decidiendo salir a la calle y reclamar a los gobernantes y los círculos de poder que lo sostienen. Luego del levantamiento del estado de emergencia muchos sectores organizados y no organizados están protagonizando marchas, plantones, manifestaciones en contra de las medidas gubernamentales: los estudiantes universitarios, los trabajadores de la salud, los sindicatos, las organizaciones de mujeres, organizaciones del movimiento indígena ocupa las calles para hacer oír su voz de protesta. La gran marcha de ayer miércoles 16 fue la más masiva, con presencia en varias provincias del país. Esto es una clara muestra de que el pueblo está saliendo del miedo y se muestra cada vez más decidido a luchar. También es indicativo de que octubre sigue estando en la memoria y conciencia de la gente.

Las organizaciones del campo popular deben tomar con mucha responsabilidad este desafío que impone la realidad. Ya sea desde lo electoral o la movilización los objetivos deben ser los mismos: destruir el neoliberalismo y construir una propuesta desde abajo.

Comunicación pueblo Kitu Kara

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