El veto total al COS, una nueva arremetida contra nuestros derechos
La voluntad política a favor de los derechos de las personas en situación de vulnerabilidad se traduje en la capacidad de Estado de generar leyes y políticas públicas que protejan y garanticen sus derechos.
Ocho años le ha tomado a la Función Legislativa tener listo un Código Orgánico de Salud, que entre todos sus artículos, tenía varios que eran indispensables a favor de los derechos de las mujeres, la atención a emergencias obstétricas, su salud sexual y reproductiva; y de la población LGBTI. De acuerdo a declaraciones del asambleísta Sebastián Palacios, integrante de la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, durante los últimos tres años, el gobierno de Lenín Moreno ha sido parte activa de la construcción de dicho Código.
Finalmente, el 25 de septiembre del año en curso, este gobierno dio a conocer su veto total al Código Orgánico de la Salud. A través de redes sociales se conoció el documento enviado al Presidente de la Asamblea, suscrito por Lenín Moreno, con esta novedad. El documento, una hoja, habla de que el COS tiene imprecisiones, procedimientos pocos claros y que no garantiza el derecho a la salud y bienestar de las y los ecuatorianos. Así de general. La hoja no especifica qué artículo o artículos caen en dichas imprecisiones, procedimientos poco claros o vulneran derechos.
Nos llama la atención con estupor y dolor la posición de algunas organizaciones y mujeres feministas que, básicamente, dicen que todo lo que decía el COS sobre derechos de mujeres y población LGBTI ya está en la Constitución y otras leyes. Sin embargo, representantes de estas mismas organizaciones defendieron con uñas y dientes el COS hasta antes del 25 de septiembre. Si en verdad todo el aparataje legal está a nuestro favor, cómo se explica que del 2015 hasta enero de 2019 se registraron al menos 378 investigaciones por aborto en la Fiscalía General del Estado, muchas de ellas originadas en instalaciones de servicios sanitarios, donde personal médico condicionó la atención requerida a las mujeres con emergencias obstétricas previo a que ellas realicen confesiones ante las autoridades, para que los casos sean tratados como supuestos delitos flagrantes. ¿Dónde ha estado el deber ético de estos médicos de garantizar una atención digna y oportuna para salvaguardar la vida de la paciente? ¿Dónde quedó el secreto profesional o la confidencialidad sobre la información de la salud de las pacientes? ¿Dónde?
Lo mismo sucede con los mal llamados centros de “deshomosexualización” que siguen existiendo y funcionando a vista y paciencia de las autoridades de turno, pese a que el COIP en su Artículo 151 tipifica como tortura la que se cometa con la intención de modificar la identidad de género u orientación.
El COS dejaba claro que toda emergencia obstétrica tenía que ser atendida y que los médicos deben guardar la confidencialidad del caso y el secreto profesional, pues no es ni su deber ni su obligación denunciar a una mujer en proceso de aborto. El COS hablaba del derecho de las y los adolescentes a acceder a asesoría, información y atenciones relativas a salud sexual y reproductiva y a que se garantice la confidencialidad de las mismas. El COS prohibía la existencia y funcionamiento de las clínicas de tortura que pretenden curar lo que no es enfermedad. El COS prohibía los procedimientos médicos de asignación de sexo a personas intersexuales hasta que ellas lleguen a la pubertad y puedan elegir el género con el que se identifican. Todo esto para que la objeción de conciencia no sea utilizada para menoscabar derechos o atentar contra la vida y sexualidad de las mujeres y población LGBTI.
Como mujer y lesbiana; como feminista y activista LGBTI rechazo rotundamente el veto total al COS que dispuso el presidente Lenín Moreno. El gobierno pudo hacer un veto parcial al COS, corrigiendo los artículos que consideraba imprecisos o que supuestamente vulneraban derechos; pero eso requería un mínimo de esfuerzo por parte de su equipo, un poco de trabajo más allá de su inercia habitual; pero no hubo nada de trabajo, ninguna revisión. El veto total de este gobierno al COS no es técnico, es político, y hace eco de las posiciones de los grupos conservadores y antiderechos, dejando en la indefensión los derechos de las mujeres y población LGBTI.
Es evidente que no nos vamos a quedar sentadas ni calladas ante este nuevo golpe que el poder nos infringe, recordándonos nuevamente que somos ciudadanía de segunda, y que nuestros derechos siempre están relegados y a voluntad de la autoridad de turno. Pero eso no quita que hoy lloremos, que hoy nos sintamos de luto, que hoy nos abracemos entre nosotras intentando sostener nuestra valía y valentía. La conquista de nuestros derechos ha sido nuestra, siempre nuestra. Ha costado tiempo, fuerza, historias y vidas. Es desgastante y doloroso, pero seguiremos. Esta es una lucha de resistencia.
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