Bolivia: ANÁLISIS DE COYUNTURA POS-ELECTORAL
Editorial PUKARA / Vía Correo Electrónico
foto: Desinformemos
1. La victoria del MAS en las elecciones de octubre de este año en Bolivia señala un desenlace inesperado de la crisis abierta un año antes, cuando un levantamiento urbano concluyó con el abandono de las funciones del presidente Evo Morales y su fuga del país.
2. En octubre y noviembre de 2019 tras la denuncia de fraude en las elecciones de entonces, la movilización de los llamados “pititas” —un fenómeno eminentemente urbano de clase media—, puso fin a 14 años de gobierno del MAS y de Evo Morales. Ello fue posible porque los sectores populares e indígenas —considerados puntales del gobierno masista— no se movilizaron para apoyar a ese gobierno, entonces cuestionado.
3. Catorce años de gobierno del MAS puso en evidencia sus fortalezas y debilidades, evidenciando un desgaste que ante la contestación sobre la acusación de fraude en las elecciones del 2019 no pudo detener el colapso de ese gobierno. Ambos aspectos — fortalezas y debilidades— contribuyeron a debilitar esa gestión y finalmente expulsarla del gobierno de Bolivia.
4. Entre las fortalezas está el manejo de la economía nacional en beneficios de sectores de la población, al amparo de un periodo de bonanza, fruto del alza internacional de precios de materias primas. Los sectores populares se vieron beneficiados con bonos y estipendios. Sin embargo, los más favorecidos fueron sectores que el gobierno presentaba como objetores de su gestión y hasta enemigos de la misma: la banca privada, los grupos financieros y la clase agroexportadora del oriente boliviano. Esos sectores, abandonaron el régimen que les favorecía y, en los momentos decisivos, actuaron eficazmente acelerando su caída.
5. Los sectores indígenas y populares se mantuvieron al margen y no defendieron al gobierno del MAS. De haberlo hecho, la asonada de los “pititas” no habría sido exitosa. La instrumentalización de la cultura indígena, la marginación constante de elementos indígenas de círculos de poder en el MAS y las contradicciones del gobierno con pueblos indígenas y sectores populares (Caranavi, Achacachi, TIPNIS, cocaleros de los Yungas…) contribuyeron a ello. Jugó papel importante, con seguridad, que la prorroga en el mandato no está en los parámetros de la cultura política popular e indígena.
6. Ciegos ante la realidad social y por el peso de su extracción de casta, El nuevo gobierno, llamado “de transición” desde sus inicios inició una arremetida contra los sectores populares, al identificarlos como si ellos fuesen, en esencia, el gobierno al cual sustituían.
El racismo y la discriminación recrudeció, convirtiéndose en discurso oficial. Se agredió simbólicamente a la wiphala. La situación de emergencia por el Covid-19 fue motivo para que la exclusión de esa parte de la población fuese más evidente. A ello se sumaron los actos de corrupción en los cuales fue abundante ese gobierno.
7. Los partidos de oposición al MAS que se presentaron a elecciones este año reprodujeron los males y vicios del gobierno transitorio. Señoriales y encerrados en sus límites de clase y de casta, reprodujeron clichés de distanciamiento y declaraciones y actitudes peyorativas a los sectores indígenas y populares; no incluyeron a las poblaciones indígenas y sectores populares en sus estructuras y entre sus candidatos más visibles. Los que hubieron, fueron elementos desvinculados de arraigo en los sectores que debían representar o intelectuales inorgánicos, siendo su única fuerza el ser placenteros a los sectores criollos que así los coptaban. De esa manera, partidos de oposición al MAS y gobierno transitorio actuaran aunadamente para empujar de nuevo a los sectores populares e indígenas en los brazos políticos del MAS.
8. El resultado de todo ello fue el apabullante triunfo del MAS, con cerca del 55% de preferencia electoral.
9. Si a alguien sorprendió ese éxito, fue al propio MAS, pues le presenta una realidad que no sabe cómo administrar. El MAS en sus 14 años anteriores de gobierno no transformó el sistema colonial en Bolivia, más bien se sirvió de él. En su discurso utiliza aun demagógicamente el slogan de que abriría paso a la democracia comunitaria. El reclamo de los sectores populares es el de tener participación en la estructura actual del poder, en su forma más puramente colonial: Piden la repartija de ministerios: 5 para las Bartolinas, 5 para los Interculturales, 10 para la COB y así sucesivamente.
Ello prevé conflictos futuros y estancamiento en lo que debería ser la verdadera desestructuración de los esquemas de dominación institucionales. Esta situación se complica, pues es sabido el papel que jugó David Choquehuanca, el vicepresidente electo, para volcar la contestación popular e indígena y convertirla en apoyo al MAS. Su éxito se debió a ofertas que está obligado ahora cumplir.
10. Lo anterior nos muestra al MAS que empezará su nueva gestión con apoyo mayoritario de la población, pero preñado de elementos conflictivos y de componentes de desestructuración que tarde o temprano harán crisis.
11. Tanto el MAS como los partidos más representativos que están en oposición enfrentan la alternativa de renovarse radicalmente o perecer, pues los últimos acontecimientos han mostrado al siempre vigente factor de poder popular e indígena con nuevas características.
Ya no es el sector fácilmente manipulable, como lo fue en épocas pasadas, y existe ahora una intensidad en el surgimiento
y promoción de cuadros representativos. La vigencia de estos partidos tradicionales, entre los cuales está el MAS, solo puede ser posible mediante una mutación profunda en su composición, doctrina y manera de actuar. De no ser así, es previsible la emergencia de formas nuevas, con el correspondiente acompañamiento de esperanzas y también de apremios que ello implica.
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Noviembre 2020
Qollasuyu
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