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Colombia. Una negra de admirar /EL CAPITÁN PARMENIO UN GUERRILLERO DE VERDAD

Comandante Pablo Béltran / Resumen Latinoamericano // Voz elena



Foto: Resumen Latinoamericano


El pasado 20 de diciembre se cumplieron 9 años de la desaparición física de la Comandante Yesenia, luchadora inolvidable de la Serranía de San Lucas, que es donde muere la Cordillera Central porque se lo impide la unión de los ríos Magdalena y Cauca.


“No saben lo difícil que es avanzar en la vida teniendo que arrastrar tres grilletes, el de ser mujer, pobre y negra”, nos lo dijo Yesenia en tono de confidencia, en la navidad del año 2002, cuando acababa de cumplir 30 años y asistía a la Escuela de Cuadros del Ejército de Liberación Nacional, que se desarrolló en la vereda Las Nutrias de San Francisco, Antioquia.

La había conocido en 1992, cuando ella era responsable de una Comisión guerrillera encargada del Trabajo Político – Organizativo en los alrededores de Cerro Mujeres en Remedios, tarea que cumplía pese a estar en avanzado estado de embarazo; desde entonces me llamó la atención porque supe que llevaba 3 años incorporada al Frente María Cano (FMC) del ELN, después que el Cuarto Frente de las FARC le había quitado la vida injustamente a su joven esposo.

Caliche el jefe eleno que la incorporó debió conversar extensamente con ella para sacarla de su apatía hacia la lucha guerrillera, nacida tras el homicidio de su compañero; además debió motivarla para que brotara en ella la necesidad de luchar por los más pobres, los negros entre ellos.


En las primeras charlas que sostuve con ella me quedó claro que criticaba duramente el asesinato de su compañero, pero nunca le sentí resentimiento ni odio hacia las FARC, es más, logró desarrollar buenos niveles de amistad con los mandos farianos de esa región, entre ellos, Pastor Alape.


Éxodo


Fueron unos años muy convulsionados los que siguieron tras la disolución del llamado Campo Socialista en 1991, la desmovilización de una parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), y los Diálogos de Paz fallidos entre el Gobierno de Gaviria (1990-1994) y la CGSB que se realizaron en Caracas y en México entre 1991 y 1992.


Más allá del área del Frente María Cano cubriendo todo el Nordeste de Antioquia y el Sur de Bolívar, las operaciones punitivas del Ejército estatal duraron gran parte de 1994, en cumplimiento de la Guerra Integral decretada por Gaviria; en estas operaciones contrainsurgentes, Yesenia debió enfrentar a la recién creada Brigada Móvil Uno como unidad de élite contraguerrillera del régimen.


Lo peor vendría enseguida, los planificadores estratégicos de la guerra agregaron las operaciones encubiertas o paramilitares a las desgastadas operaciones militares abiertas, de tal forma que desde finales del mandato de Samper (1994-1998) Colombia sufrió un salto estratégico de la guerra, por medio de la generalización de las masacres y los asesinatos selectivos ejecutados contra líderes y comunidades de izquierda.


En su terruño natal, la franja ubicada entre el río Ité y la carretera que viene de Puerto Berrío y termina en Yondó, Antioquia, Yesenia vio cómo las bandas paramilitares ocuparon los caseríos que tenían una mayor organización social para masacrar indiscriminadamente a su gente y aterrorizarla, como hicieron en 1997 en las masacres de San Luis y San Francisco, en donde los matarifes luego de martirizar y asesinar a los principales líderes sociales, procedieron en público a fritar y engullir sus vísceras, era la imagen demoníaca que querían inculcar en la población.


Escapando del terror narcoparamilitar centenares de familias se refugiaron en los últimos rincones de las selvas de esta región, entre ellas los padres y las pequeñas hijas de Yesenia; huían de ser masacradas y también de ser secuestradas por las bandas del clan Castaño Gil, expertas en secuestrar y matar a los familiares de los dirigentes revolucionarios.

Este sería apenas un segundo destierro porque sus raíces seguían estando en el Chocó, tierra a donde Yesenia quiso ir como guerrillera, sueño que le quedó trunco.


Liderazgo


En 1984 René y Julián, los hermanos Estrella habían llegado al Frente eleno José Antonio Galán (FJAG) procedentes de Itagüí al sur de Medellín, huyendo del Cártel de la cocaína de Pablo Escobar, porque habían osado enfrentarse a las temibles bandas de los Galeano, combates en los que resultó herido y quedó cojo el famoso Don Berna, preso en los Estados Unidos desde 2008.


Aunque René y Julián hacían parte de una pequeña guerrilla marxista-leninista llamada La Estrella, debido a su enfrentamiento con los esbirros de Escobar, decidieron abandonar Itagüí y pedir la incorporación a los elenos. Después del Primer Congreso eleno de 1986, René salió del FJAG para formar parte de la Dirección del recién creado FMC.

Fue el 18 de octubre de 1998 el día del trágico accidente de Machuca, un corregimiento de Segovia, Antioquia, donde murieron decenas de personas humildes, la mayoría afros, debido a la explosión que desató una voladura al oleoducto Central. El ELN reconoció este grave error, pidió perdón por él y llamó a rendir cuentas a Julián, quien en ese momento era el primer responsable del FJAG, a quien pertenecían las unidades guerrilleras que habían hecho este sabotaje.


Solamente hasta una Asamblea guerrillera de mediados del año 2000, la Dirección Nacional elena pudo concluir el procedimiento disciplinario que estableció responsabilidades por la tragedia provocada en Machuca; las determinaciones adoptadas no fueron aceptadas por los hermanos Estrella, quienes optaron por salir del ELN y más tarde ingresaron a las FARC.


Desde 1997 Yesenia era la Primer mando de la Dirección del FMC y a partir de este momento fue promovida como primera responsable del FJAG, cargo que ejerció hasta diciembre del 2001, cuando pasó a ser miembro de la Dirección del Frente de Guerra Darío Ramírez Castro (FGDRC), estructura estratégica que agrupa a todos los Frentes elenos del Nordeste, Norte y Bajo Cauca de Antioquia, junto a los del Sur de Bolívar.


Entre 1998 y 2004 en esta región los combates al narcoparamilitarismo comandados por Macaco y Julián Bolívar se realizaron conjuntamente entre las FARC y el ELN, propinándoles una derrota estratégica que les significó la perdida de 3.000 integrantes; sólo al ELN esta Batalla le dejó más de medio millar de guerrilleros muertos.


En esta época Yesenia pasó las más duras pruebas como comandante guerrillera, dado que el machismo imperante siempre le impuso un esfuerzo adicional para ser reconocida como mando, pero lo que más le dolió fue no recibir el apoyo decidido del resto de combatientes guerrilleras.


Entrega


Participar en la lucha guerrillera significa asumir renuncias pero para las mujeres estas renuncias son doblemente difíciles, dado que significa delegar la crianza y educación de los hijos a otras familias distintas a la propia, es un desprendimiento que duele mucho más a las madres que a los padres, motivo por el cual muchas guerrilleras dejan de serlo, al no poder hacer este desprendimiento de sus hijos.


El trabajo de cimentar conciencia y compromiso revolucionario para mantener la entrega a la causa de los empobrecidos y excluidos, permite a guerrilleras como Yesenia ser madres, delegar el cuidado de sus hijos y seguir aportando integradas a las filas guerrilleras.


Otro reto que enfrentan las guerrilleras cuando asumen funciones de mando es que al establecer relaciones de pareja estables, su compañero debe plegarse a la ubicación y tareas propias de su compañera; retos que Yesenia encaró y supo remontar, pues para ella siempre fue prioritario cumplir con sus deberes de Dirección, que atender sus asuntos personales; entrega que no siempre fue bien valorada por sus allegados.


El afán de superación que la caracterizó la llevó a elevarse desde los escasos años de Escuela Primaria que cursó, hasta lograr una buena altura intelectual y espiritual, que fundamentó su natural pensamiento crítico, con el que ganó el respeto de los mandos y combatientes con quienes compartió la lucha revolucionaria.


Como siempre ocurre, Yesenia confió más de la cuenta en quienes tenía más cerca del corazón y por esta vía le llegó la muerte cuando acababa de cumplir 39 años. Una de sus ayudantías le trajo una planta eléctrica portátil que tenía incrustado un chip localizador, que guió las bombas hechas en los EEUU hasta su campamento en las orillas de la quebrada La Honda en Morales, Sur de Bolívar, el 20 de diciembre de 2011.


Pocas mujeres han tenido que afrontar tanto retos juntos, la vida y lucha de Yesenia fue una verdadera carrera de superación de obstáculos, que fue sorteando uno a uno: supo ser mujer y no dejarse oprimir por ello, vivió con alegría su identidad negra, no se dejó reducir en la esquina de la pobreza, superó su condición de víctima, y venciendo innumerables resistencias ejerció las funciones de Dirección y mando que esta causa le encomendó.


Fuente: ELN Voces




 

EL CAPITÁN PARMENIO UN GUERRILLERO DE VERDAD



Foto: ELN


Al finalizar el año 1959 la vida de aquella vereda del municipio de San Vicente en Santander del Sur, transcurría sin mayores sobresaltos porque ya habían disminuido bastante los patrullajes del Ejército, que perseguían a los reductos guerrilleros del finado jefe liberal Rafael Rangel Gómez.


Mi papá se había quedado con solo unas cuantas hectáreas de tierra porque las otras las vendió a pedazos para construir la casa de ladrillo donde vivíamos; uno de los compradores fue don Santos Gordillo, un colono boyacense muy trabajador, reconocido por su calvicie, piel blanca salpicada de pecas, ojos azules y estatura pequeña, que rondaba por los 60 años, era colérico, retraído y solo dejaba de fumar tabaco para comer y dormir.


Su esposa Doña Teófila tenía unos 55 años, era alta, trigueña, gorda y de cara ancha, dotada de un cariño maternal y dulce como muchas de las mujeres humildes; de apariencia curtida por el duro trabajo que hacía como jefa de hogar y madre de 5 hijos.


Muy pronto entramos en confianza con los hijos de los Gordillo; a Pacífico el mayor, le seguía Ana Delina, después iba Pedro de 17 años, Jesús de 15 y José Miguel de 12.


Comencé a hacer más confianza con Pedro y aunque apenas tenía 9 años lo fui convirtiendo en mi amigo y confidente, además me llevaba bien con el resto de sus hermanos, sobretodo con Jesús y José Miguel que eran mis compañeros de escuela primaria.


Los primeros años de la década de los 60 corrieron raudos sin que presintiéramos que junto a mi amigo, el destino nos tenía reservada la misma ruta de vida guerrillera, que nos depararía un camino de sacrificios, aventuras, esperanzas, convicciones e ideales comunes.


Hoy no sabría decir si intuimos el camino común porque avanzamos a ser más confidentes, hasta en los comentarios que nos suscitaba la programación de Radio Habana, que escuchábamos por un radio transistor grande junto a todo el vecindario, convocados por mi papá que era el líder comunitario de esas veredas.


Entonces creció nuestra admiración por Fidel Castro, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y los Barbudos de la Sierra Maestra.

Cuando Pedro se hizo novio de mi hermana Rosa sentí mucha alegría, tengo la impresión que ella era su primera novia, porque él no lograba esconder su timidez y nerviosismo cuando se sentaba con ella al lado de mi papá y de nosotros sus hermanos, algo obvio porque sus incipientes amores no podían salir a flote con tanto público a bordo.


Pedro tendría 21 años y yo estaba entrando a mis 13, cuando apareció Fabio Vásquez haciéndose pasar como un primo de la familia Gordillo, con el nombre de Carlos.


Era tan diferente su físico, acento y modales, que uno tenía que hacer bastante esfuerzo para aceptar que fueran primos, pero la malicia indígena del campesino reforzada por las duras realidades sufridas durante la Guerra civil llamada La Violencia, llevaba a que la gente no hablara de asuntos que se salían de lo normal.


Cuando le pregunté a Pedro sobre la gente que se reunía con él y con Fabio, y el por qué hacían ejercicios de día y de noche al escondido de los vecinos de la vereda, me respondió, “’coma callado’ cuñado y confíe en mí”. Desde entonces comprendí la necesidad de ser discreto con asuntos misteriosos que requerían de secreto; sin embargo, para no comprometerlo a él, yo mismo le pedí a Fabio que me enseñara a manejar la pistola que cargaba.


De esa manera empecé a entrar en el mundo de misterio, que Pedro no se atrevía a explicarme.


Por esos días Pedro se ausentó dos meses durante los cuales me sentí muy solo, luego me enteré que junto a otros 10 compañeros estuvieron explorando el terreno y hablando con la población, en la zona donde luego nos concentraríamos como fuerza guerrillera.


Todo era tan evidente para mí que no me aguanté las ganas y le dije a Pedro que me lo contara todo, entonces me dijo:


“Cuñado, yo se que usted me va a guardar el secreto”, sus ojos café claro y los gestos de su cara con evidente nerviosismo me hizo sentir en un ambiente de ceremonia, luego añadió, “todos los mejores muchachos de la vereda nos vamos para el monte y esto va a quedar solo”. Sentí que mi suerte estaba junto a él y le respondí sin vacilaciones que yo me iba con él.

Pedro en tono paternal y mirándome a los ojos me dijo, “cuñado, el problema es que usted es un pelado todavía y allí no aceptan menores de edad”.


Sentí que mi mundo se desplomaba y no pude contener mi tristeza, entonces él me dijo, “dígale a Carlos que usted se quiere ir para el monte, pero ‘ni por el putas’ le diga que los dos hemos hablado de esto”; ahí sí el ánimo se me levantó de nuevo y sellé con él un compromiso de secreto.


El 4 de Julio de 1964 bien de mañana, Pedro me dijo donde se reuniría el grupo empezando la noche y que llegara allí listo para ir en una marcha, yo le confirmé que aunque Carlos ya había hablado con mi papá y la decisión de acompañarlos él la había dejado en mis manos, tenía el temor que ellos partieran y me dejaran.


Ese día para mí fue evidente que con mi amigo entrañable haríamos parte de la naciente fuerza de caminantes insurrectos. Por su estatura de 1,75 metros, su cuerpo delgado y su porte militar, me daban la seguridad para afianzarme en alcanzar lo que me faltaba para ser buen guerrillero; él siempre fue mi consejero y quien me afianzó para superar dudas y abrirle camino a mis decisiones.


La cercanía y confianza de Pedro con Carlos lo hacían ganar cada vez con más fuerza una personalidad sólida, responsable y dinámica, reforzada por su humildad y sencillez, además del evidente entusiasmo por aprender de todo este torrente guerrillero que se nos vino encima, empuje que yo también me afanaba por asimilar.


De Pedro aprendí los secretos de la selva donde nos hicimos guerrilleros y cuando marchamos para la toma de Simacota, jamás pensé que allí él regaría su sangre y crecería en su gloria como inmortal capitán guerrillero.


El Pedro Gordillo Ariza de mi niñez, era ahora el guerrillero de mi adolescencia y el ejemplo a seguir por sus valores humanos y revolucionarios.


Muchas noches a la luz de un candil leíamos y escribíamos para asimilar lo que en el día nos enseñaba Carlos y otros compañeros, como método para que nuestro tiempo y acción fueran verdaderamente revolucionarios.


Los pobladores veían en Pedro el amigo, el insurgente y el maestro, Parmenio el seudónimo que eligió se hizo alegría, fortaleza y esperanza en aquella estructura popular y guerrillera.


Su entusiasmo y disciplina en la marcha a Simacota hablaban por sí sola, mientras caminábamos me confesó que le pediría a Carlos ocupar la primera línea en el combate, porque decía que “así puedo medir el tamaño de mis pantalones”.


Cuando Carlos aquel 7 de enero de 1965, un poco antes de las 7 de la mañana, nombraba a los que irían a asaltar el cuartel policial de Simacota, Parmenio se le colocó delante de modo que no tuvo otra opción que incluirlo en este Comando, que con creces garantizó la victoria.


Una bala enemiga disparada a más de 300 metros por las tropas de refuerzo que llegaron desde el Batallón del Ejército de El Socorro, le entró por la espalda segándole la vida en momentos en que ya nos replegábamos.


Parmenio cayó en este primer campo de batalla para dejar claro testimonio a las futuras generaciones del pueblo, lo que debe ser un guerrillero integral y cómo se asume el compromiso de ser revolucionarios de verdad.


Con su ejemplo y con su presencia hoy 56 años después seguiremos hasta siempre, porque dar la vida con amor por la justicia de la humanidad es vencer y vivir para siempre.


https://eln-voces.net/el-capitan-parmenio-un-guerrillero-de-verdad/

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