Consulta y desaparición de Derechos Laborales
Diego C. Delgado Jara (Opción S)
Gráfico tomado de redes sociales
Aparte de las trampas en las preguntas sobre aceptar el arbitraje (letra E); o tener carta blanca para imponer legislación represiva (letra A); y restringir el derecho a la Acción de Protección (letra C), el régimen de Daniel Noboa también incorpora en la consulta para la supuesta defensa de la seguridad ciudadana, preguntas que nada tienen que ver con la seguridad, como es la letra E, para retroceder y anular derechos de los trabajadores obtenidos en más de un siglo de luchas y reivindicaciones, conforme lo vamos a demostrar.
En la pregunta 4 de la enmienda Constitucional, en el casillero de la letra E, de Ecuador, señala:
“¿Está Usted de acuerdo con enmendar la Constitución de la República y reformar el Código del Trabajo para el contrato de trabajo a plazo fijo y por horas, cuando se celebre por primera vez entre el mismo empleador y trabajador, sin afectar los derechos adquiridos de los trabajadores de acuerdo con el Anexo 4?
OBSERVACIONES INDISPENSABLES
PRIMERA: El Art. 327 de la Constitución prohíbe toda forma de precarización del trabajo, entre ellas la contratación por horas, que ya se probó en el año 2000 y fue un fracaso, cuando determina:
“La relación laboral entre personas trabajadoras y empleadoras será bilateral y directa.”
“Se prohíbe toda forma de precarización, como la intermediación laboral y la tercerización en las actividades propias y habituales de la empresa o persona empleadora, la contratación laboral por horas, o cualquiera otra que afecte los derechos de las personas trabajadoras en forma individual o colectiva. El incumplimiento de obligaciones, el fraude, la simulación, y el enriquecimiento injusto en materia laboral se penalizarán y sancionarán de acuerdo con la ley.”
El derecho al trabajo está garantizado en los Arts. 35, 325, 326 de la Constitución, en concordancia con los Arts. 424, 425, 426, 82 y 11 de la misma Constitución.
El derecho al trabajo también está proclamado por los Arts. 23 y 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, que garantizan a todo ser humano el derecho a laborar, a la estabilidad, a la organización, a la seguridad social y a la defensa de la vida y sobrevivencia de la familia del trabajador para intentar disponer de alimentación, salud, educación, vestido, vivienda y bienestar mínimo de su esposa e hijos.
SEGUNDA: En la actualidad existe el contrato de jornada parcial (menos de ocho horas al día) pero permanente, lo que garantiza su estabilidad, un ingreso proporcional a su jornada, el pago de la seguridad social, décimos, vacaciones. Con la jornada por horas el horario de trabajo se puede manejar con tanta discrecionalidad que los trabajadores precarios, para cuidar su puesto inestable, quedan a disposición de asistir solo cuando los llamen, pero sin derecho a ninguna estabilidad, ni a la organización, ni a la seguridad social, ni a los décimos, ni a las vacaciones, quedan desprotegidos en caso de enfermedad y sin el auxilio de la jubilación en la tercera edad. Noboa y sus aliados pretenden volver al siglo XIX en materia de derechos laborales.
TERCERA: Quedan en riesgo los trabajadores estables porque muchos empleadores pueden desvincular a sus servidores estables para sustituirlos por trabajadores por horas, quienes no pueden reclamar derechos, como estabilidad u organización; quedan en el aire. Si se aprueba el trabajo por horas podrían sacar de sus labores, en muchísimos casos, a los trabajadores estables y los reemplazarían por trabajadores sin derechos conseguidos con la lucha laboral desde hace más de cien años. Este es el verdadero trasfondo de esta pregunta tramposa, regresiva e inconstitucional.
CUARTA: En nuestro país no hay trabajo pero hace falta construir, a la brevedad, un millón 300 mil viviendas, más de diez mil kilómetros de caminos vecinales, reservorios, canales de riego, reforestación de buena parte del país, escuelas, colegios, universidades, hospitales, centros de salud, servicios básicos como dotación de agua potable y alcantarillado, entre otros tantos requerimientos. Podríamos construir en forma directa un sistema nacional moderno de carreteras y ferrocarriles, además de formar cientos de miles de profesionales y técnicos de profunda convicción solidaria. La penuria social tremenda, y la ausencia de trabajo para millones de personas en posibilidad de laborar, que padece el país de manera tan dolorosa, es responsabilidad de los gobiernos indolentes, egoístas, saqueadores y depredadores de la oligarquía, que permanecen en el poder solo porque existe el fraude electoral permanente.
QUINTA: El argumento, para no atender ni dar trabajo al pueblo, es que necesitamos inversión extranjera (para justificar las transferencias y privatizaciones de los gobiernos oligárquicos a favor de las corporaciones extranjeras y pegarse unas suculentas “mordidas”), cuando tenemos, en recursos naturales, muchísimo más dinero de lo que se puede imaginar. El Telégrafo, del viernes 31 de octubre del 2015, pág. 5, informaba que existen según estimaciones oficiales, reservas comprobadas por USD 217.000 (doscientos diecisiete mil) millones de dólares, y que podrían cuadruplicarse. En este cálculo no constaban las reservas fabulosas de la mina Cascabel, de Alpala, Imbabura. Dividamos esta cantidad ya verificada (USD 217.000 millones) para 365 días que tiene el año, para calcular a un millón de dólares diarios (o USD 500 mil cada doce horas), el número de años que cubre esta cifra incompleta pero que no tiene el país por qué ceder a las multinacionales. EQUIVALE A 594,5 AÑOS A UN MILLÓN DE DÓLARES DIARIOS.
SEXTA: Es decir que, si la explotación minera hubiese empezado en el 2.020, los ingresos garantizados, reconocidos de manera oficial, permitirían el millón de dólares diarios, sin un centavo de intereses, hasta el año 2.614. Casi seis siglos de ingresos. Con ese monto se podría construir 41,3 veces el nuevo canal de Panamá cuyo valor es de USD 5.250 millones. El problema es que los gobiernos de Ecuador y de América Latina, por lo general instalados con fraude, entregan toda la riqueza nacional a compañías extranjeras a cambio de cuantiosas tajadas y fabulosas mordidas. El interés nacional y popular les resbala. Defendiendo al pueblo no hay “comisiones”. Las “mordidas” suculentas y multimillonarias les reconocen las multinacionales. Por eso vivimos en medio de tanta necesidad. La única salida es sacar a las mafias oligárquicas del poder y que el pueblo por primera vez en la historia gobierne.
SÉPTIMA: Las posibilidades de trabajo no se concretarán retrocediendo en más de un siglo de luchas tremendas y conquistas laborales milimétricas, sino utilizando el caudaloso dinero de nuestros recursos naturales para hacer las obras indispensables para el bienestar de nuestra sociedad en su conjunto, sin exclusiones, para dotar de los servicios elementales que faltan, para fortalecer la producción agrícola y agroindustrial, educando en principios con calidad y civismo, con valores patrióticos y nacionalistas a nuestra niñez y juventud, garantizando una salud de calidad y gratuita para nuestro pueblo sufrido y aguantador.
OCTAVA: ¿Por qué los gobiernos prefieren concesionar, privatizar y entregar el patrimonio público? La explicación la dio el Premio Nobel de Economía del año 2001, Joseph Stiglitz, en una entrevista publicada en el diario “The Observer”, de Londres, realizada por Greg Palast, donde quien entonces era vicepresidente del Banco Mundial y principal asesor del Fondo Monetario Internacional, reconoció de manera expresa, con el conocimiento y experiencia de ser alta autoridad de los organismos multilaterales más importantes del mundo, que “a todo gobernante o alto funcionario de cualquier país, que permita, facilite o tramite la transferencia, concesión o privatización de un bien público, sean recursos naturales o empresas fiscales, en el llamado “Reino del Soborno”, se le reconoce o entrega el diez por ciento de su valor colocado en la banca suiza o en un paraíso fiscal a escoger.” Por ello el ex presidente argentino Arturo Illía siempre exclamaba: “No les tengo miedo a los que desde afuera nos quieren comprar, sino a los que desde adentro nos quieren vender.”
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