El voto nulo y las interpretaciones truchas

Juan Cuvi / ECuador Today

Foto: redes sociales

Definitivamente, el voto nulo ha sacudido el sistema político ecuatoriano. Tanto los simpatizantes de Lasso como los de Arauz están empeñados en tergiversar u opacar su importancia. Desde la vieja lógica del poder, resulta inadmisible que una postura diferente desbarate los esquemas de la democracia formal con sus propis ingredientes. Estos abanderados de las conveniencias condenan la opción del voto nulo como si se tratara de una ilegalidad.

La estrategia de la derecha apunta a la minimización del hecho desde una simplona interpretación aritmética. Mientras la remontada de Lasso es una hazaña digna del bronce imperecedero, la duplicación del voto nulo no es más que una contingencia secundaria e irrelevante. Según este análisis, se trata de un 7% insignificante frente al incremento del voto del candidato de CREO.

Obviamente, nada dicen de la consistencia de esos votos, pues eso echaría por los suelos la argumentación aritmética. Porque mientras los votos nulos que se incrementaron en la segunda vuelta reflejan la adhesión consciente a una propuesta, los votos de Lasso pueden atribuirse al rechazo a Correa, del mismo modo que los votos de Arauz no expresarían adhesión sino rechazo al banquero. Lo único cierto es que los datos finales de las elecciones reflejan una condición política, no una situación contable. Del mismo modo que los votos de los dos finalistas son una realidad, esas 700.000 personas que se sumaron a la indignación por al fraude electoral son una fuerza política innegable, concreta y potencial.

En efecto, lo que más atemoriza a la derecha es la posibilidad de que ese voto nulo supuestamente insignificante se convierta en un actor movilizado, en un sujeto político que ocupe y se apropie del espacio público, en un interlocutor autónomo frente al poder.

Justamente por esto también los voceros del correísmo también hacen una crítica despiadada al voto nulo. No conciben unos movimientos sociales con agenda propia, reacios a plegar a una concepción vertical y utilitaria de la organización. Varios cuadros verde-flex se han dedicado a la ingrata tarea de desprestigiar a los sectores que asumieron el voto nulo como una opción. Y lo hacen con argumentos que oscilan entre la candidez y el delirio. Da pena que personajes con un bagaje intelectual reconocido recurran a explicaciones tan infantiles.

Ahora resulta que el masivo voto nulo es el causante de la derrota del correísmo. Como si la muerte del ahorcado fuera culpa de la soga. Nada dicen de la cantidad de barbaridades que cometieron durante 14 años de gobierno; entre otras, habernos dejado como presidente a Lenín Moreno. Miran para otro lado. Se desentienden. Señalan con el dedo manchado de chocolate al que supuestamente se comió la caja de bombones.

Ahora pretenden endilgarle a la izquierda su propia responsabilidad en el triunfo de Lasso. Echando mano de una falsa ecuación, sostienen que si los movimientos sociales y Pachakutik hubieran apoyado a Arauz se habría derrotado a la derecha. Con la misma puerilidad se puede invertir la ecuación: ¿por qué, si tanto deseaban derrotar a la derecha, no hicieron lo contrario, es decir, apoyar al candidato de la izquierda, que tenía mejores condiciones para derrotar a Lasso?

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