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EN EL VIAJE A LA CHINA

Francisco Escandón Guevara


Foto Ministerio de Relaciones Exteriores de China



Mucha controversia provocó la visita del presidente Lasso a la lejana China. Más allá de las especulaciones sobre su asistencia a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno y del desarrollo de la mayoría de relaciones bilaterales desde la virtualidad, lo trascendente a evaluar son los resultados del viaje presidencial.


De los comunicados emitidos por el gobierno, la renegociación de la deuda será delegada a una simple mesa de trabajo, la famosa inversión extranjera continúa siendo un baratillo de ofertas para privatizar los activos estatales y se firmó un memorándum que expresa el deseo de los países para suscribir un acuerdo de libre comercio.


Es evidente que los resultados del viaje presidencial son limitadísimos, no sobrepasan el plano de las intenciones, pues el petróleo sigue empeñado, los plazos e intereses de la deuda con China son los mismos que contrató el correísmo, no lograron atraer un solo centavo de los inversionistas y la apertura comercial está por verse.


Más bien, la visita de Lasso resultó un acto protocolario de alto pragmatismo diplomático que no discrimina la procedencia de los capitales internacionales sean estos norteamericanos, chinos, europeos, etc.


En el viaje a la China la dependencia se renovó. El banquero dejó claro que no excluye relaciones con otros imperialismos y que el color de la bandera de la superpotencia no importa con tal de aplicar el régimen neoliberal. Por ello, a más de las tratativas con el gigante asiático, Lasso enalteció el acuerdo de multipartes (Tratado de Libre Comercio) que el correísmo firmó con la Unión Europea y a la par tiene prisa por aperturar la economía y cooperar en asuntos de seguridad continental con los Estados Unidos de Norteamérica.


Quizás la traducción de la consigna gubernamental más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador es la sumisión a las potencias imperialistas. En ciernes hay un proceso de recolonización al servicio del mejor postor y una complicidad de los grupos de poder criollos que están subordinados a los intereses transnacionales.


Con esas élites, neoliberales o progresistas, el Ecuador está condenado al atraso, a la reprimarización eterna de la economía y a enterrar cualquier proyecto de industrialización soberana.





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