hace 26 años no sé qué paso con mi adorado hijo
María Eugenia Basantes , intervención en conversatorio sobre DDHH, organizado por ASFADEC e INREDH
Foto: El Comercio
Saludos cordiales, a todos los presentes.
Mi nombre es María Eugenia Basantes tengo 59 años de edad soy de la provincia de Cotopaxi Cantón Pangua el Corazón, cuando yo tenía 8 años de edad mi madre falleció a raíz de eso mi papa se hizo alcohólico, por eso motivo yo vine a trabajar a Quito a la edad 12 años. Y con mis propios recursos termine la primaria y tres años en la carrera de corte y confección la cual no la ejercí nuca porque me dedique al trabajo de limpieza de casas y niñera; cuando supe que estaba embarazada tuve sentimientos de miedo porque mi pareja me amenazaba con que me iba a dejar pero con el pasar de los días me sentí feliz y un amor infinito hacia mi bebe el termino dejándome pero yo preferí quedarme con mi hijo, yo tenía 30 años de edad cuando él nació el 7 de julio 1992 fue el día más feliz de mi vida porque tuve una razón para poder salir adelante. Le puse de nombre Alexander Adrián Basantes porque al principio el padre no lo reconoció; luego por consejo de una amiga se hizo una demanda de reconocimiento de paternidad y para que pase una pensión por alimentos en el Tribunal de Menores. Mi situación económica estaba muy dura pues tenía trabajos esporádicos, una prima que tenía una restaurante en el antigua terminal Terrestre de Quito me ayudaba de vez en cuando en el cuidado de mi hijo eso se me dificultaba para tener un trabajo estable porque nadie quería que yo fuera con mi hijo, el día que mi hijo desaparece el 6 de noviembre de 1994 a los dos años cuatro meses de edad mi prima me invito a desayunar en su restaurante, un domingo como yo estaba desempleada me puse a ver el comercio en eso mi hijo jugaba con dos niñas el entraba y salía del cuarto donde estaba yo anotando los anuncios del periódico en eso pidió agüita y salió en una mano lleva una pelotita y en la otra un esfero, desde ese momento hasta el día de hoy hace 26 años no sé qué paso con mi adorado hijo.
Antes de hacer la denuncia lo buscamos todo el día en el terminal y alrededor, al otro día hice la primera denuncia de su desaparición en la Policía Nacional, el 7 de noviembre de 1994 (falta datos de la denuncia) ellos anotaron en un papel mi denuncia y no hicieron absolutamente nada; yo fui a difundir la desaparición de mi hijo en televisión, radio, periódicos y andaba por las calles de Quito con una foto, también me fui sola a otras provincias del país ; familia y amigos me ayudaron en la busque por un tiempo; pedí ayuda al papá el cual estaba más preocupado por el dinero que me pasaba por alimentos que ayudar en la búsqueda de nuestro hijo; a los tres meses que desapareció mi hijo la gente que me ayudaba a buscar me decía que el papá lo desapareció entonces yo le puse una denuncia y estuvo detenido un día, la investigación no arrojo nada.
A los cuatro años caí en una profunda depresión por 6 meses estuve con siquiatra y medicada, un tiempo después recibí la llamada de un chico conocido llamado Roberto la cual me supo indicar que mi hijo lo tiene la hermana del papá. Entonces hice una segunda denuncia en Quito el 26 de julio de 1999 en la DINAPEN, caso N 2y N de denuncia 170. Fui con tres agentes a la casa de él y conversaron a mí me dejaron al margen, después los agentes hablaron conmigo que él es el padre y tiene derecho de estar con su hijo y que yo para hacer una buena investigación tengo que tener dinero y carro.
En el año 2014 una señora me contó que en la Plaza Grande hacían plantones porque habían más persona desparecidas me acerqué a contar mi historia y la señora Lidia Rueda en ese momento secretaria de ASFADEC actualmente presidente y con el señor Telmo Pacheco en ese entonces presidente (falta datos de la denuncia) me ayudaron a poner la denuncia como tenía que haberlo hecho antes. Y desde ese momento he salido a los plantones, marchas conversatorios y talleres. Lo que hemos pedido a la Fiscalía y DINASED es que investiguen con ética y profesionalismo, ya que nuestros seres queridos no son frías estadísticas.
Mi situación económica con la pandemia ha empeorado pues la gente tiene miedo de que yo vaya hacer la limpieza de su casa, actualmente estoy desempleada y como yo tengo diabetes no me puedo arriesgar a contagiarme de COVID por tal motivo no he salido a los plantones, pues quiero que cuando encuentre a mi hijo este bien.
Agradezco a todas las organizaciones y amigos que sean solidarizado conmigo en la búsqueda de mi adorado hijo Alexander Romo.
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