Minga indígena se reactiva en el Cauca en apoyo al paro nacional / Belalcázar y las estatuas del ..
CRIC / Resumen Latinoamericano // Emilio Lagos Cortés / 2 Orillas
En la tarde del 30 de abril se realizó una asamblea indígena en el territorio Sa´th Tama Kiwe, la cual contó con la participación de 127 autoridades, asociaciones y la Consejería Mayor del CRIC. En ella sancionaron a los responsables del asesinato de la gobernadora indígena Sandra Liliana Peña Chocué, ocurrido el pasado 20 de abril. Además, tras evaluar la participación del CRIC en las movilizaciones, se decidió reactivar la minga indígena hacia afuera en el Cauca y el Valle del Cauca, e incluso se está evaluando la posibilidad de movilizarse hasta Bogotá.
“Tal vez esta semana nuevamente se pueda trasladar una comisión de guardias y de autoridades a Bogotá para generar coordinación y debate a nivel nacional con la posibilidad de que entre todos y todas podamos construir un plan de vida para juntar nuestros sueños y esperanzas en el marco de la pluralidad ciudadana. La idea es ir planteando un plan de vida para la nación”, expresó Giovani Yule Zape, dinamizador del equipo político del CRIC.
La concentración masiva se propuso inicialmente en el sector El Pinal, municipio de Caldono, en la tarde del viernes 30 de abril. Asimismo invitaron a los demás sectores y organizaciones sociales, así como a las organizaciones nacionales indígenas a unir fuerzas para mantener la movilización.
Las acciones que se han definido son principalmente para fortalecer lo que se ha hecho en estos tres días del Paro Nacional “como las tomas de las vías públicas, las marchas y los actos simbólicos con mucha fuerza que han venido teniendo gran importancia en la opinión nacional; entonces configurar una minga en el marco de las diversas actividades que se puedan realizar en las veredas, pueblos, territorios y ciudades y que podamos salir a manifestarnos en contra de este régimen y del Gobierno”, indicó Yule
Una de las prioridades es el apoyo a territorios que están fuertemente militarizados y reprimidos, como Cali y el Valle del Cauca. “Está organizada la reunión con las organizaciones populares del Valle para fortalecer el ejercicio en este departamento. Estarían fortaleciendo la Minga por la defensa de nuestros derechos, concretamente en este momento contra la reforma tributaria que golpea a los sectores populares del país”, manifestó Giovani Yule.
Tal necesidad de llevar la minga hacia afuera y fortalecer el paro se da “ante la arrogancia del gobierno, que pese a ver la multitudinaria manifestación, define no retirar la reforma tributaria y reprimir al pueblo. El Valle del Cauca hoy sigue siendo reprimido y militarizado tal como lo anunció el Ministro de defensa. Por eso, declaramos hoy que como Cric nacional, movimiento indígena, vamos a accionar en distintos puntos, porque no hay derecho que sigan reprimiendo a la población menos favorecida del país”, indicó en comunicado el CRIC.
Adicionalmente el CRIC resaltó los distintos mecanismos de movilización, visibilización y agitación que se han utilizado en estos tres días de Paro Nacional, como los cacerolazos nocturnos en las zonas urbanas; y se rechazó la represión a la protesta social que se ha venido presentando en todo el país.
Así, alientan a quienes no se han movilizado en los días anteriores para participar de las diferentes jornadas de movilización, “convocamos la Minga Nacional para que las personas que no han salido a movilizarse salgamos a movilizarnos hasta que este gobierno del presidente Iván Duque retire la ley que atenta contra las ideas del pueblo”, dijo Yule.
Por eso hacen un llamado al presidente Iván Duque y al Congreso de la República, “porque a este gobierno se le ha llamado la atención desde las calles, pero hoy no vemos respuesta. Y al congreso de la república, a reflexionar, porque son responsables también de hoy tener la confrontación de este país”, manifestó el CRIC.
Durante los días del Paro Nacional, indígenas del CRIC decidieron salir a las vías a Popayán y Cali. Además, las y los trabajadores del puerto de Buenaventura bloquearon el ingreso al puerto más importante del pacífico colombiano, el bloqueo de la vía al mar en Restrepo-Valle ya completa cuatro días a pesar de la represión del Escuadrón Móvil Anti Disturbios -Esmad-, e igualmente se mantienen bloqueos en diferentes puntos del departamento de Arauca..
Asimismo, las y los campesinos cundiboyacenses cerraron la vía Tunja-Bogotá, comunidades y procesos del centro oriente permanecen en la carretera en paro cívico, comunidades del nordeste antioqueño continúan en el paro minero y cocalero en Anorí, y varias ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Cúcuta y Pasto han tenido movilizaciones en diferentes sectores durante estos tres días consecutivos. A esto se suma el gremio transportador, el cual manifestó que el lunes se unirían al paro nacional si sigue en pie el proyecto de la reforma tributaria.
Por ello, Ermes Pete, Consejero Mayor del CRIC, expresó que “debemos movernos hasta que la reforma tributaria caiga. No podemos iniciar un trabajo y dejarlo a medias; hacemos el llamado a los organismos internacionales a estar como garantes frente a un gobierno que lo que ha hecho es masacrar y asesinar al pueblo colombiano”.
Sin embargo, el rechazo a la reforma tributaria no es el único motivo por el que el CRIC invita a la movilización social, sino que asegura que ésta deberá continuar posteriormente para seguir disputándose modelos de sociedad que garanticen condiciones dignas de vida para toda la población.
“El rumbo de la movilización es configurar un tejido que nos permita avanzar en la comprensión colectiva de la palabra, plantear un plan de vida basado en la vida, la defensa y el cuidado del territorio; en el fortalecimiento de las autonomías territoriales, comunitarias y organizativas; la defensa de nuestros derechos fundamentales y constitucionales; y en el fortalecimiento de la democracia, el trabajo y la justicia para avanzar en el equilibrio y la armonía social para encontrar la paz”, indicó Giovani Yule.
Belalcázar y las estatuas del poder
Emilio Lagos Cortés / 2 Orillas
En Cali, durante el primer día del actual paro nacional, miembros de la comunidad indígena misak derribaron la estatua de Sebastián de Belalcázar, conquistador español y fundador de la ciudad. De nuevo se abrió un fuerte debate. El establecimiento y su aparato publicitario, los grandes medios, denunciaron el vandalismo contra el patrimonio cultural, en tanto que sectores de oposición defendieron la acción como una reivindicación de la lucha popular. Ello amerita una reflexión.
Las estatuas, y, en general, los monumentos (placas conmemorativas, nombres de plazas, puentes y edificios públicos) son uno de tantos instrumentos que se usan para afirmar la autoridad y preeminencia social de los sectores que tienen el poder en las sociedades. Las decisiones sobre qué estatua, placa o monumento erigir, son decisiones que las toman los poderosos, en ocasiones cayendo en el ridículo. No hace mucho se colocó una placa conmemorativa que mencionaba al subpresidente Duque en el recién inaugurado (por tercera vez) túnel de La línea; más recientemente el bachiller Macías, mientras oficiaba como presidente del senado, hizo su última jugadita: una placa que exalta a Álvaro Uribe en el edificio del capitolio. Es la exaltación del poder por el poder mismo, o por sus áulicos.
En Colombia se puede rastrear al menos dos líneas en el levantamiento de estatuas. De un lado la que llamaré línea Belalcázar, la exaltación de los poderosos. Estas estatuas honran a conquistadores españoles, el mismo Belalcázar, Jiménez de Quesada o Sergio Arboleda. Son las estatuas de los blancos, de los esclavistas y de los latifundistas, sus herederos. Esta línea se proyecta hasta los poderosos y millonarios de hoy en estatuas de figuras como Misael Pastrana, Laureano Gómez o Carlos Lleras. Esta línea es llevada al absurdo a manos del uribismo, que sueña con erigir estatuas del presidente eterno. Para los actuales poderosos, herederos de la misma estructura oligárquica que Colombia padece desde la colonia, el derribo de la estatua de un conquistador español se siente como un ataque a su propio poder.
De otro lado está la que denominaré línea Galán, por José Antonio Galán, el líder comunero. Esta línea honra a quienes desde los sectores populares se han enfrentado al poder en defensa de sus derechos. En algunos lugares existen monumentos que honran a indígenas que enfrentaron la conquista, a esclavos que lucharon por su libertad, a los patriotas de la independencia, y a luchadores más recientes, como Gaitán, el general Uribe Uribe, o Camilo Torres Restrepo. Se trata de los sectores populares que en ocasiones logran honrar a sus más connotados representantes.
La historia de las sociedades muestra periodos de estabilidad del poder; en estos el poder es aceptado de muchas maneras, entre otras aceptando sus estatuas. En otros periodos, la sociedad cuestiona a sus elites y busca su desalojo del poder; ello se extiende a sus estatuas. Hoy Colombia pasa por un momento de crisis en el que el poder de las elites se erosiona; ellas han conducido al país al desastre que vivimos y, por eso, cada vez su poder es menos aceptado por amplios sectores de la población. Esa crisis se expresa de diferentes maneras, una de ellas es la destrucción de las estatuas que en la mente de muchos colombianos se asocian con el poder y la estructura social que se cuestiona.
Desde esta óptica, el derribo de ciertas estatuas no es un acto vandálico, es la expresión de una lucha política que cuestiona al poder desde los sectores populares. Cabe preguntarse si en Colombia hoy debe honrarse a los conquistadores españoles que asesinaron y esclavizaron a nuestros ancestros. Pienso que no. En esa lógica, debería proceder a desmontarse otras estatuas en otras ciudades del país, como la de Pedro de Heredia en Cartagena, y, en su lugar, erigir monumentos que honren a nuestros verdaderos héroes: quienes han luchado por construir una sociedad menos injusta.
Esta lucha se da en las calles, pero también en los altos niveles de la política: cuando Gustavo Petro ocupó la alcaldía de Bogotá, retiró el cuadro de Gonzalo Jiménez de Quesada del salón que lleva su mismo nombre. El salón pasó a llamarse Bolívar, y fue decorado con un cuadro del Libertador. Al llegar Peñalosa a la alcaldía, restableció al conquistador en los “derechos” que le fueron “violentados” por parte de una administración de clara estirpe popular. El Petro popular y el Peñalosa oligárquico enfrentados a través de Bolívar y Quesada. El debate sobre las estatuas continúa.
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