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“¡NOS VENDEN HUMO!”

Pedro Pierre





Es lo que pasa en todas las campañas electorales: hacer promesas que, en muchos casos, no se cumplirán.


“¡No venden humo!” porque estas promesas, en la mayor+ia de los casos no se pueden cumplir. El desafío es

discernir ‘cuándo nos venden humo y cuando no’. El caso del actual gobierno es patente. Nunca se había visto

hasta ahora un gobierno que, sistemáticamente, no haga obras sociales: Ni se utiliza el presupuesto asignado

porque el ministro de economía no lo entrega. ¿Por qué motivo se da esto? Es muy sencillo: En nuestro país, se

está aplicando estrictamente el sistema neoliberal y para eso el gobierno obedece a las orientaciones del FMI

(Fondo Monetario Internacional). El FMI hace o ha hecho préstamos y exige que se pagan sin ningún retraso.

Entonces se guarda el dinero en reserva para que se pague a tiempo los intereses de las deudas contraídas.

Pero el gobierno, apoyado irrestrictamente por los grandes medios de comunicación y por la represión

policial y militar, no es el único culpable. Mucha gente está creyendo ciegamente que ‘la política es sucia’ y que no

tenemos que meternos en ella… Es justamente lo que quieren el gobierno y los partidos políticos que lo apoyan o

que quieren alcanzar el poder y continuar con el sistema neoliberal. Así nos van engañando, nos van manipulan,

nos van ‘vendiendo humo’ … para seguir gobernándonos para el beneficio de ellos y a costa nuestra.


‘Nos venden humo’ todos los candidatos que apoyan el sistema neoliberal porque es un sistema

construido por los grandes ricos para conservar su capacidad de acumular riquezas sin límite. Por eso también

quieren que no nos interesemos en la política afín que ellos sigan sin problemas siendo cada vez más ricos.

Tradicionalmente la jerarquía católica y el clero en general han estado ligados a los ricos y a sus gobiernos, y han

utilizado la religión y el púlpito para machacar que ‘los cristianos no se deben meter en política’ … aunque sin

nunca explicar por qué motivos, explicándonos que Jesús y la fe en él son exclusivamente relacionados a lo

espiritual, al cielo y a la salvación después de la muerte.


En la Iglesia católica, las cosas han comenzado a cambiar con el Concilio Vaticano 2°, esta reunión de unos

1,400 obispos de todo el planeta, convocado por el papa Juan 23 en 1961 para actualizar el pensamiento y la

misión de la Iglesia. Esta reunión tuvo 4 sesiones en los años 1962 a 1965. La gran novedad fue la invitación a

regresar a la persona de Jesús, su vida, su mensaje y su misión al servicio del Reino. La Iglesia debe ser un

testimonio colectivo de la vida, del mensaje y de la misión de Jesús…. Dijo el Concilio que la primera misión de la

Iglesia era la de Jesús, es decir, la construcción del Reino, o sea de la fraternidad y que no hay fraternidad sin

igualdad. ¡Menudo compromiso que todavía no ha sida captado por un número significativo de obispos,

sacerdotes y laicos! En el Concilio lo obispos dijeron que la Iglesia era ‘Pueblo de Dios’ y no solo jerarquía o clero.

Además afirmaron que el Pueblo de Dios en su conjunto tenían un ‘sentido correcto de la fe’ que debía ser

escuchado y asumido por la jerarquía.


Resumiéndolo, diremos que su mensaje principal fue: “Seamos una Iglesia pobre y servidora a la manera

de Jesús”. Reapareció la importancia de todos los bautizados para reconocer lo que nos decía Dios y Jesús en los

tiempos actuales para hacer presentes el Reino de Dios en la vida cotidiana, social, económica y política. El

Concilio, que es la máxima autoridad en la Iglesia católica, proclamó que la Iglesia en general estaba al servicio del

Reino, o sea, de la humanización de las personas y de la fraternidad universal. Eso era su primer servicio, imitando

a Jesús.


La novedad de estos tiempos es el testimonio del papa Francisco que nos invita a volver al Concilio

Vaticano 2°, continuar sus orientaciones y actualizar sus intuiciones: Ser servidores del Reino y conformarnos en

una pobreza que es solidaridad con los pobreza y eliminación de la miseria. Por eso ha lanzado en gran proyecto

de la ‘sinodalidad’. La sinodalidad quiere ser un regreso a las fuentes del cristianismo, un volver a Jesús y a su

misión del Reino, un seguimiento de las prácticas de las primeras Comunidades cristianas. El bautismo es el gran

motivador de estas opciones porque nos hace a todos iguales e igualmente responsables, porque hemos sido

marcado por la unción del crisma que nos hace a todos ‘profetas, sacerdotes y reyes-pastores’.


Esta renovación eclesial nos plantea enfrentar el compromiso político de nuestra fe. Si la política es

fundamentalmente el servicio de bien común para el bienestar de todas y todos, es también el compromoso de

todos los ciudadanos, en particular de los cristianos que son, según la palabra de Jesús, “sal, luz y fermento” de un

mundo nuevo conforme a los valores del Reino: la hermandad universal.


En nuestro Ecuador mayoritariamente cristiano, si seguimos la manera de vivir de Jesús, su mensaje y su

misión al servicio del Reino, como también el testimonio de las primeras Comunidades cristianas, estaríamos

mucho más empeñados a comprometernos por la fraternidad sin frontera, la superación de la miseria, la lucha

contra las desigualdades, la defensa de los derechos humanos… Todos estos compromisos son íntimamente

relacionados con una política al servicio del bienestar de todos… De esta manera, los gobiernos neoliberales y los

malos políticos no se dedicarían a “vendernos humo” con tanta facilidad.

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