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Para evitar la hambruna en Gaza, Biden envía bombas y un "puerto" innecesario

Tommaso Di Francesco (Sin Permiso)



Foto tomada de Info.Libre



Como ahora la falsedad se impone a la verdad, aquí viene Occidente con ropaje "humanitario", primero los Estados Unidos y luego la UE en la retaguardia. Han sido cinco meses de masacres, de fuego abierto contra la población civil, con 31.000 muertos, mujeres y niños, y más de 71.000 heridos y mutilados.


Más de 2,3 millones de seres humanos se han visto obligados a huir hacia el sur y el norte en una pequeña franja de tierra, en una "guerra" desigual autorizada como venganza por la masacre de Hamás del 7 de octubre. Un pueblo entero se ve reducido a la inanición mientras entierra a sus familiares en fosas comunes.


He aquí que llega entonces Joe Biden -mientras que para Trump los palestinos son una completa nulidad- luchando con las primarias demócratas, descubriendo de primera mano el gran peso electoral del disenso contra sus políticas pro-Israel entre el electorado árabe-norteamericano, entre los jóvenes del movimiento antisionista y entre los estudiantes de los campus universitarios. Por consiguiente, afirma que se está dedicando a la "ayuda humanitaria". A lo que realmente se dedica es a intentar salvar su propia candidatura en vísperas de las elecciones presidenciales estadounidenses.


Esta iniciativa tardía y propagandística (por decir lo mínimo) emite señales tan ambiguas como vergonzosas. En primer lugar, es una señal de fracaso, como admite el alto funcionario norteamericano Jeremy Konyndyk –citado el domingo por Michele Giorgio en il manifesto- debido a la demostrada incapacidad de Biden para frenar a Netanyahu; y, al mismo tiempo, deja claras las consecuencias de los vetos de Biden en el Consejo de Seguridad de la ONU contra cualquier propuesta de alto el fuego que ponga fin a la matanza indiscriminada en curso. No hay que olvidar que el gobierno israelí está siendo juzgado en La Haya, acusado de genocidio.


Y tampoco hay que olvidar otro hecho, denunciado por el Washington Post: nunca se habían enviado tantas armas desde los EE.UU. a Israel como en estos cinco meses. Además, según fuentes de la Casa Blanca, se tardará uno o dos meses en poner en marcha el "puerto humanitario", o más bien "embarcadero" -se ha mostrado un mapa del mismo en [el programa televisivo de la RAI] Porta a Porta, de Bruno Vespa-, por lo cual, mientras tanto, sigue vigente la carta blanca para la matanza, al menos hasta la llegada de las cámaras que ruedan anuncios para la virtud occidental.


Y para los que pensaban que esta iniciativa es una forma de eludir el desaire de Netanyahu, el "favor" de Tel Aviv se concede a condición de que el ejército israelí controle toda la ayuda para asegurarse de que no entre ningún artículo "peligroso", como harina, leche, incubadoras, medicinas, purificadores de agua, etc. Es lo mismo que en Rafah: la guerra "debe librarse hasta el final".


¿Por qué Netanyahu se inviste de repente de una fachada agradable? Porque la iniciativa de Biden sirve a sus propósitos. Excluye por completo a las Naciones Unidas, creadas precisamente para este tipo de operaciones, al excluir y penalizar aún más a la UNRWA, a la que los Estados Unidos y muchos países de la UE, entre ellos Italia y no sólo, han cortado la financiación tras las acusaciones interesadas de Israel sobre su supuesta infiltración por Hamás, a pesar de que, durante 75 años, la UNRWA-Naciones Unidas ha sido, y sigue siendo, el único instrumento de apoyo a la población palestina, la gente que llama hogar a los campos de refugiados. Y también hay una deslegitimación de las decisiones del Tribunal de Justicia de La Haya, que, en vista de la actual "pesadilla humanitaria de incalculables consecuencias regionales", ha ordenado al Estado de Israel (el 26 de enero) que "desista y adopte todas las medidas a su alcance, incluida la revocación de las órdenes pertinentes, de restricciones y/o de prohibición para impedir el acceso a la asistencia humanitaria, incluido el acceso a combustible, refugio, ropa, higiene y saneamiento adecuados."


Israel no ha hecho nada de eso, sino todo lo contrario. Si Biden quiere acudir realmente en ayuda de los palestinos, tiene que impulsar un alto el fuego que permita la entrada por tierra -el único corredor creíble y necesario- de la flota de contenedores actualmente varada en el desierto bajo las órdenes de Israel. En lugar de eso, promete un "puerto" en uno o dos meses. ¿Aterrizará también allí el "corredor marítimo" que propone la UE? Y nadie dice quién entregará la cifra de "dos millones de comidas", cómo y a quién.


Librar una guerra por hambre es un crimen contra la humanidad, como nos ha recordado [Sergio] Mattarella [presidente de la República italiana]. No necesitamos Inteligencia Artificial para entenderlo, ni remontarnos al Infierno de Dante para comprender que, ante el hambre, toda asociación humana se ve sometida a un chantaje mortal que desgarra cualquier solidaridad que todavía quede.


Cada día, nosotros mismos experimentamos la necesidad de comer como hábito inconsciente, porque somos capaces de satisfacerla; en Gaza, equivale a un presagio físico de muerte, de rendición, de impotencia. Allí ya no queda humanidad, salvo los restos de ella que mueren ante los ojos de los niños que aún sobreviven y que no olvidarán.


Y tampoco queda religión. El lunes comenzó el mes del Ramadán en el mundo islámico, pero en Gaza no hay necesidad de que un imán recuerde a los creyentes que deben guardar el ayuno diario. Ya no hay ofrendas que hacer, sólo ira.



il manifesto global, 13 de marzo de 2024


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