sobre la nueva crisis mundial de la deuda y las posibilidades de reducción
Eric Toussaint ,Olivier Bonfond, Mats Lucia Bayer / CATDM
Foto: CADTM
Introducción: La crisis actual es sin duda la más grave desde la crisis de 1929. Se trata de una crisis multidimensional del capitalismo: sanitaria, económica, social, ecológica, climática y democrática.
La actual crisis sanitaria ya ha tenido y tendrá dramáticas consecuencias socioeconómicas, pero también un enorme impacto en las finanzas y el endeudamiento público, tanto en el Norte como en el Sur del planeta. Este estudio se centrará en la dimensión de la deuda pública. Pero recordemos no obstante dos hechos importantes.
En primer lugar, según estimaciones publicadas en la revista Science en 2018, hay más de un millón de virus desconocidos en mamíferos y aves, de los cuales entre 540.000 y 850.000 «tendrían la capacidad de infectar a los humanos». No hay ningún misterio sobre las causas de la pandemia de Covid-19 o cualquier otra pandemia moderna. Los riesgos de contagio de los seres humanos por estos virus se multiplican por la lógica capitalista neoliberal (deforestación masiva, expansión de la agricultura intensiva y química, cría industrial, comercio internacional de bienes de producción y consumo no sostenibles, comercio internacional excesivo, etc.). Esta lógica destruye la naturaleza y aumenta el contacto entre los animales salvajes y de granja, potencialmente portadores de virus patógenos, y los humanos. El 70% de las nuevas enfermedades (Ebola, Zika) y “casi todas las pandemias conocidas” (gripe, sida, Covid19) vienen de patógenos animales.
En segundo lugar, la dramática situación sanitaria que vivimos es consecuencia directa de las desastrosas políticas de austeridad que han debilitado nuestro sistema de salud pública, nuestros servicios públicos y nuestra seguridad social. Mientras que en el Sur el FMI ha impuesto recortes drásticos en el gasto en salud durante cuatro décadas, en Europa, entre 2011 y 2018, la Comisión Europea ha recomendado 63 veces que los estados miembros de la UE privaticen ciertas partes del sector de la salud o reducir el gasto público en salud.
Resolver esta crisis sanitaria y evitar que nuevas pandemias mortíferas y devastadoras se multipliquen en los próximos años, pasa necesariamente por romper con la lógica capitalista y construir una sociedad basada en otros valores que diferentes del lucro, el crecimiento económico, la competencia, el egoísmo y la propiedad privada de los grandes medios de producción.
Ahora bien, como veremos en este estudio, la deuda constituye una de las principales armas para permitir que el capitalismo se mantenga y se desarrolle.
Sommaire
1. ¿Todas las deudas son inherentemente malas?
2. ¿Cómo es la deuda un mecanismo de transferencia de riqueza?
3. ¿Cómo es la deuda una herramienta de dominación política y económica?
Resumen
Si bien toda deuda no es mala en sí misma (pregunta 1), la deuda pública ha sido, durante más de dos siglos, un mecanismo de transferencia de riqueza a favor de los tenedores de capital, por un lado, y un instrumento de dominación política y económica, por el otro (preguntas 2 y 3).
En el Sur, como ocurrió durante la crisis de 1982, la trampa de la deuda vuelve a cerrarse. Según el Banco Mundial, 19 países están en suspensión de pagos parcial o total, y 28 países están en situación de sobreendeudamiento. Mientras que la crisis actual ha destruido en pocos meses cerca de 300 millones de puestos de trabajo formales (OIT), 100 millones más de personas caerán en la pobreza extrema y 250 millones más se encontrarán en una situación de inseguridad alimentaria aguda, y mientras que los países del Sur continúan dedicando 5 veces más recursos al servicio de la deuda que al gasto en salud, la cancelación inmediata e incondicional de la deuda de los países del Sur es un tema central. A pesar de algunos discursos oficiales que van en esta dirección, la respuesta actual que dan el G20 y los acreedores es, una vez más, una cortina de humo (preguntas 7 y 8).
En Europa los gobiernos están reproduciendo el mal escenario de 2008. Después de haber suspendido provisionalmente las normas presupuestarias, los gobiernos europeos piden prestado miles de millones en los mercados financieros para orientarlos principalmente al rescate de grandes empresas, bancos y accionistas. Si los movimientos sociales lo dejan pasar, existe el gran riesgo de que muy rápidamente los gobiernos neoliberales nos entreguen TINA (There Is No Alternative, No hay alternativa) e impongan a la ciudadanía, en nombre de una deuda pública demasiado alta (aumento de 20% del PIB solo en 2020), nuevas políticas antisociales: ataques adicionales a los derechos sociales, a la seguridad social y a la legislación laboral, reducción de los derechos democráticos, nuevas privatizaciones de sectores estratégicos, etc. Las medidas tomadas actualmente (planes nacionales de recuperación, plan de recuperación de la Comisión Europea, plan de emergencia del BCE) son totalmente insuficientes y, contrariamente a lo que afirman algunos economistas, no hay en la agenda ningún cambio en la orientación neoliberal (preguntas 9 y 10 ).
Este escenario desastroso no es inevitable. Es posible salir de la crisis y existen soluciones fiables para reducir radicalmente la deuda y cambiar de rumbo (pregunta 11).
Apoyándose en la ley, afirmando que varios tipos de deuda no tienen que ser reembolsados
(pregunta 4), y basándose en experiencias concretas de países que han suspendido el pago o cancelado su deuda pública (pregunta 5), los pueblos y gobiernos progresistas, tanto del Sur como del Norte del planeta, deben abordar este tema y cuestionar el pago de la deuda pública. También se trata de aprender y extraer lecciones de la forma en la que el gobierno de Syriza en Grecia abordó el problema de la deuda, para evitar una nueva capitulación ante los acreedores cuando un gobierno progresista regrese al poder (pregunta 6).
Sumario
Parte 1: La deuda, una herramienta de dominación 1. ¿Todas las deudas son inherentemente malas? 2. ¿Cómo es la deuda un mecanismo de transferencia de riqueza? 3. ¿Cómo es la deuda una herramienta de dominación política y económica?
Parte 2: No, una deuda no siempre se paga 4. ¿Cuáles son las deudas que no se pagan? 5. ¿Cuáles son los ejemplos históricos de países que han suspendido o cancelado deudas? 6. ¿Qué nos enseña la experiencia griega sobre la deuda?
Parte 3: Deuda pública en el Sur: la trampa se cierra 7. ¿Por qué se vuelve a cerrar la trampa de la deuda para los países del Sur? 8. ¿Cuál es la respuesta del G20 y los acreedores para gestionar la crisis del Sur?
Parte 4: Deuda pública en el Norte: no hay ruptura con el neoliberalismo en curso 9. ¿Cuál es la situación en Europa? 10. ¿Qué respuestas han dado los Estados, el BCE y la Unión Europea?
Parte 5: ¡las alternativas existen! 11. Qué soluciones proponer para reducir radicalmente la deuda
Parte 1: la deuda, una herramienta de dominación Aunque no toda deuda es mala en sí misma, la realidad es que la deuda es, desde hace más de dos siglos, un mecanismo para transferir la riqueza creada por las y los trabajadores a las y los tenedores de capital, por un lado, y por otro lado, un instrumento de dominación política y económica. 1. ¿Todas las deudas son inherentemente malas?
El CADTM, red internacional presente en más de 30 países milita a nivel local e internacional, para lograr dos objetivos: la cancelación inmediata e incondicional de la deuda de los países del Sur, y la cancelación de todas las deudas ilegítimas del mundo.
Para el CADTM, la cancelación de la deuda no es un fin en sí mismo. Esta es una condición necesaria, pero no suficiente, para garantizar la satisfacción de los derechos humanos. Por tanto, debemos ir más allá de la cancelación de la deuda pública si la humanidad desea lograr una justicia social que respete el medio ambiente. Reivindicar la cancelación de la deuda no significa rechazar todas las formas de deuda pública. Si bien es preferible financiar el desarrollo humano a través de recursos que no generen deuda, la deuda pública puede constituir un instrumento de financiación para las autoridades públicas, siempre que forme parte de proyectos sociales o ecológicos a gran escala, como:
Invertir en salud y servicios públicos.
Sustituir los combustibles fósiles y la energía nuclear por energías renovables respetuosas con el medio ambiente. Financiar una reconversión de la agricultura actual.
Financiar un amplio programa para desarrollar viviendas de mejor calidad que consuman mucha menos energía. Reducir radicalmente el transporte por carretera y aéreo en favor del transporte público por ferrocarril. Por tanto, para superar las actuales crisis económica, social, sanitaria y climática, la deuda pública puede ser necesaria. Pero es fundamental que la política de endeudamiento sea transparente y democrática, es decir, bajo el control de la ciudadanía, y que tenga como objetivo servir a los intereses de la comunidad. ¿De quién tomamos prestado? ¿Bajo que condiciones? ¿Para hacer qué? ¿Cuáles son las alternativas a la deuda? … Son tantas las preguntas básicas que deben hacerse. Este no es el caso en este momento.
La deuda constituye un poderoso mecanismo de transferencia de riqueza a favor de las y los capitalistas que, a través del mecanismo de los intereses en concreto, se apropian de una parte significativa de la riqueza producida por las y los ciudadanos. Este mecanismo está programado para perpetuarse indefinidamente, en particular mediante el roll-over (refinanciación de la deuda): una técnica que «permite» a los Estados reembolsar los préstamos antiguos que vencen mediante nuevos préstamos por el mismo importe. El roll-over, practicado por Estados de todo el mundo, viene muy bien a los bancos. Por un lado, les permite seguir recibiendo intereses de la deuda de forma indefinida. Por otro lado, les permite mantener una presión sobre los Estados: si estos últimos tuvieran la mala idea de implementar políticas contra los bancos, podrían aumentar la carga de la deuda al aumentar las tasas de interés, o peor aún, podrían decidir poner fin al roll-over, lo que podría estrangular financieramente al país.
Este mecanismo de bombeo de riqueza ha desviado recursos considerables que podrían haberse utilizado para políticas socialmente útiles y ecológicamente sostenibles. Durante el período 1980-2008, los países del Sur transfirieron 4.400 millardos de dólares para el pago del servicio de la deuda. Esto también representa sumas considerables para los países del Norte: entre 2010 y 2019, los 19 países de la zona euro pagaron a los grandes bancos 2.496 millardos de euros en intereses de la deuda, una media de 250.000 millones de euros al año (fuente: Eurostat).
“La deuda pública, en otros términos, la alienación del Estado, marca con su huella la era capitalista. La deuda pública opera como uno de los agentes más enérgicos de acumulación primitiva."» Karl Marx (1867) en el capítulo 31 del libro I de El capital.
El endeudamiento de los países latinoamericanos como medio para imponer el libre comercio y la subordinación Desde la década de 1820, los bancos europeos, pero sobre los todo británicos, buscaron activamente endeudar a los nuevos Estados independientes. Estos Estados necesitaban endeudarse, en particular para financiar los esfuerzos de guerra y fortalecer su independencia. Pero recurrir al endeudamiento externo resultó desastroso, en particular porque estos préstamos se contrataron en términos leoninos (tasas de interés excesivas, comisiones abusivas). En su libro «El sistema de la deuda - Historia de las deudas soberanas y de su repudio», Eric Toussaint muestra que, por un título emitido con un valor de 100 libras, el país deudor recibió sólo 65 libras, constituyendo el resto una comisión para el Banco. El estado deudor, sin embargo, tuvo que pagar tasas de hasta el 6%, calculadas, por supuesto, sobre una deuda de 100, a reembolsar en su totalidad. Los países deudores entraron muy rápidamente en un círculo vicioso de endeudamiento.
En 1825, estalló la primera gran crisis mundial del capitalismo, consecuencia del estallido de la burbuja especulativa en la Bolsa de Londres. Los banqueros europeos dejan entonces de conceder préstamos (fin del rull-over) y, muy rápidamente, todos los países latinoamericanos independientes se vieron estrangulados financieramente (suspensión total o parcial de pagos). Las potencias occidentales, en particular Gran Bretaña, utilizaron entonces la deuda como medio de presión y subordinación, para imponer políticas a favor de sus intereses, en particular: el libre comercio (acuerdos que abren la economía de los nuevos Estados a bienes e inversiones británicas, mientras que Gran Bretaña seguía protegiendo su industria y comercio); préstamos “ligados” (obligación de los Estados de utilizar el dinero del préstamo para comprar bienes ingleses, de modo que el dinero prestado vuelva directamente a Inglaterra) y privatizaciones (en 1825, Simón Bolívar, presidente de la Gran Colombia, paga la deuda cediendo una parte de las minas de Perú).
George Canning, uno de los principales políticos británicos de la época, escribió en 1824: “El negocio está hecho: América hispánica es libre, y si nosotros no llevamos demasiado mal nuestros asuntos, ella será inglesa«(13677). Trece años más tarde, Woodbine Parish, el cónsul británico en la Argentina, hablando de un gaucho de la pampa argentina escribió:»Tómense todas las piezas de su ropa, examínese todo lo que lo rodea y exceptuando lo que sea de cuero, ¿qué cosa habrá que no sea inglesa? Si su mujer tiene una pollera, hay diez posibilidades contra una que sea manufactura de Manchester. La caldera u olla en que cocina, la taza de loza ordinaria en la que come, su cuchillo, sus espuelas, el freno, el poncho que lo cubre, todos son efectos llevados de Inglaterra" (13677).
Después de liberarse del yugo colonial de España y Portugal, los Estados latinoamericanos entraron en un nuevo ciclo de dependencia, subordinación y expoliación, guiados por los intereses del gran capital británico y francés. “Los préstamos constituyen el medio más seguro para los viejos países capitalistas de mantener bajo su tutela a los países jóvenes, de controlar sus finanzas y de ejercer una presión sobre su política exterior, aduanera y comercial" (Rosa Luxemburgo, 1913 La acumulación del capitalhttp://grupgerminal.org/?q=system/files/LA+ACUMULACIÓN+DEL+CAPITAL.pdf)
El endeudamiento de África y los demás países del Sur durante los años 1960-1970, sigue exactamente el mismo proceso y persigue los mismos objetivos
La deuda de los países africanos (pero también la de los demás países del Sur) aumentó bruscamente durante las décadas de 1960 y 1970 por varias razones.
Empecemos recordando que en varias ocasiones las deudas contraídas por las potencias coloniales durante la colonización, que sirvieron por tanto para saquear los recursos de estos países y oprimir a sus pueblos, fueron legadas a los nuevos Estados africanos independientes, lo que es totalmente odioso y contrario al derecho internacional.
El Banco Mundial y el FMI han prestado masivamente para servir los intereses económicos de las potencias, ya sea para imponer un modelo de desarrollo basado en la exportación de productos del subsuelo (petróleo, gas, minerales) y productos agrícolas (té, cacao, bananas, café), mientras que los países europeos podrían transformar estos productos y lograr enormes plusvalías, ya sea para financiar megaproyectos dirigidos a servir a los intereses de las potencias occidentales, como por ejemplo las enormes presas hidroeléctricas para extraer el minerales (cobre y uranio) del subsuelo y exportarlos al mercado mundial. Estas dos instituciones también prestaron por razones geoestratégicas, para mantener a los países en el redil capitalista.
“En muchos casos, los préstamos estaban destinados a corromper a los gobiernos durante la Guerra Fría. El problema entonces no era si el dinero promovía el bienestar del país, sino si conducía a una situación estable, dadas las realidades geopolíticas globales” Joseph E. Stiglitz, en L’Autre mondialisation, Arte, 7 de marzo de 2000.
Los gobiernos del Norte también prestaron en el marco de préstamos “ligados”: el dinero recibido tenía que usarse para comprar bienes, equipos y tecnologías a los países que otorgaban los préstamos.
Por su parte, los bancos privados estaban interesados en prestar dinero a países que tenían importantes recursos en materias primas, porque aunque estos países tuvieran algún día dificultades para reembolsar, estas riquezas harían posible de una forma u otra, el reembolso.
Añadamos que, en la gran mayoría de los casos, los gobiernos del Sur, antes que oponerse a este mecanismo de sumisión de su país y su pueblo, prefirieron cobrar su comisión y llegar a un arreglo con las clases dominantes locales, que tenían (y siguen teniendo) interés en la perpetuación del mecanismo de la deuda.
Ya sea para los países de América Latina durante la primera mitad del siglo XIX, o para todos los países del Sur en la segunda mitad del siglo XX, la deuda ha sido utilizada por las clases dominantes del Norte para reemplazar el colonialismo por un neocolonialismo, encaminado a mantener su dominio sobre las economías y pueblos del Sur.
En su libro Las confesiones de un asesino financiero (Alterre, 2005), John Perkins lo resume a la perfección: “Una vez que los Estados se endeudaron y se vieron incapaces de pagar su deuda, hicimos presión sobre ellos para que vendieran su petróleo a nuestras empresas a un precio ridículo, o que nos votaran y apoyaran nuestra política en las próximas sesiones de Naciones Unidas, o también a que nos autorizaran a construir una base militar en su suelo. Este tipo de cosas. Y, a veces, cuando no conseguíamos sobornar a los presidentes ni conseguir que aceptaran estos préstamos, entonces los sicarios tomaban el relevo, derrocaban gobiernos o asesinaban a sus líderes”.
La crisis de la deuda mundial de 1982: un arma para imponer el neoliberalismo puro y la austeridad a más de 100 países del Sur
Durante el período 1960-1980, fuertemente incitadas a endeudarse, la deuda de los países en desarrollo se multiplicó por 12: pasó de 50 a 600 mil millones de dólares. Durante este período, los países del Sur generalmente lograban saldar sus deudas, gracias a los recursos extraídos de sus exportaciones de materias primas. Pero a partir de 1978, todo cambiará muy rápidamente. Básicamente por dos razones:
Un aumento muy fuerte de los tipos de interés (multiplicados por 4, del 3 al 12%). De la noche a la mañana, los países del Sur tienen que pagar muchos más intereses de la deuda.
La caída de los precios de las materias primas.
Esta combinación de los dos factores estrangula financieramente a los países del Sur y, en 1982, estalla la crisis y una decena de países también se declaran en suspensión de pagos.
Entonces, el FMI entra en juego a gran escala, con una lógica bastante simple: a cambio de sus préstamos de emergencia, exige que los países «beneficiarios» apliquen políticas económicas neoliberales: austeridad presupuestaria (despidos masivos de funcionarios públicos, congelación de salarios, recortes drásticos del gasto en salud y educación), privatización de los recursos naturales y sectores estratégicos y liberalización de la economía (apertura de los mercados a las multinacionales del Norte).
El balance de estas políticas es negativo a todos los niveles: la deuda siguió aumentando, el desarrollo humano se estancó, la pobreza y las desigualdades aumentaron, el tejido económico y social se desestructuró y los ecosistemas continuaron deteriorándose drásticamente. Agreguemos que este sistema de dominación sigue siendo relevante hoy. Ha cambiado de nombre varias veces (ya no hablamos de una política de ajuste estructural (PAE), sino de un Documento Estratégico para el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza (DSCRP)), pero la lógica sigue siendo la misma: los Estados y los pueblos del Sur quedan sujetos a los dictados de los acreedores, el FMI y el Banco Mundial.
En el Norte, el dominio de la deuda ha estado en pleno apogeo desde 2009
Aunque se logró de una manera menos violenta que en los países del Sur, la crisis de la deuda global de los años 80 también implicó una hemorragia financiera y políticas antisociales en los países del Norte.
Desde la crisis financiera de 2008, que, a través de una socialización masiva de deuda privada, se ha convertido en una crisis de las deudas soberanas, los pueblos de Europa, especialmente los del Sur y Este de Europa, pueden sentir en sus carnes los efectos devastadores de las políticas de austeridad neoliberal que se implementan en nombre del pago de la deuda pública. Refuerzo de las privatizaciones, bajada de los impuestos directos, desregulación financiera, austeridad presupuestaria, ataques a los derechos sociales, debilitamiento de los sindicatos, flexibilización de los derechos laborales, todas estas ofensivas contra las conquistas sociales se llevan a cabo en nombre de la reducción del déficit presupuestario y del reembolso de la deuda. El problema es que la deuda pública también juega este papel político de dominación en los países del Norte: es claramente en nombre del reembolso de la deuda y de la reducción de los déficits públicos como, desde hace decenios, todos los gobiernos de la UE aplican recortes masivos en los servicios públicos, privatizan empresas públicas estratégicas y/o rentables, degradan los sistemas de salud pública y llevan a cabo una ofensiva contra los derechos democráticos y sociales de las y los ciudadanos.
“Hay dos formas de conquistar y esclavizar una nación. Una es por la espada. La otra es a través de la deuda." (John Adams, 1735-1826, segundo presidente de los Estados Unidos).
https://www.cadtm.org/11-preguntas-11-respuestas-sobre-la-nueva-crisis-mundial-de-la-deuda-y-las#3_como_es_la_deuda_una_herramienta_de_dominacion_politica_y_economica
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