Somos históricas, entendimos la importancia de la lucha colectiva
Nelly Valbuena / Mujeres contando
Foto: Página de la entrevista
Fernanda Villavicencio es una actriz, comediante y pedagoga teatral chilena que hace parte de la Coordinadora Feminista 8M. Con ella revivimos los momentos previos y los retos que abre el masivo triunfo del Plebiscito del 25 de octubre, considerado ya un hito de Chile y su pueblo, sobre todo de su juventud y del poderoso movimiento de mujeres que lograron no solo sepultar por fin la constitución pinochetista, que impera por 40 años, sino también apuntalar el nacimiento de una nueva Constitución que deje atrás el ultra neoliberalismo constitucional, único en su género en el continente, que anula derechos y desprotege al pueblo, los trabajadores, las mujeres, el seguro social público, la educación, el agua, las nacionalidades indígenas y la Naturaleza, con el fin de que se pueda escribir un nuevo pacto social sin exclusiones y en igualdad de condiciones entre mujeres y hombres.
“Estamos con muchas sensaciones, entendiendo que se viene un largo camino a recorrer, pero unidas seguiremos en la lucha para que nuestras demandas se hagan realidad”, dice la Fernanda, mientras hace énfasis en que ella nunca había votado en un plebiscito y que cuando se trabaja en colectivo, se siente la fuerza de la historia, de las mujeres que vinieron antes y sentaron las bases del ejemplar movimiento feminista chileno.
Octubre de 2019 se convirtió en el mes de descontentos sociales en el mundo y especialmente en América Latina. Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia, Haití, pero también Cataluña e Irak, fueron escenarios de protestas sociales masivas para reclamar a los estados por los abusos de derechos, el alza de precios en combustibles, servicios públicos y pasajes, la precarización de la vida, la desigualdad laboral, las reformas al sistema económico y financiero, la nula participación social en las decisiones políticas, o el asesinato impune de cientos de defensores y defensoras de derechos, líderes y lideresas sociales, entre otras causas.
En Latinoamérica las calles fueron y son, incluso pese a la pandemia del Covid-19, espacios de disputa y exigencia, a veces muy violenta, de diversas demandas represadas que buscan denunciar estructuras sociales, económicas y de poder, que históricamente marginan a millones de seres humanos. En Chile, la revuelta de octubre de 2019 develó, por un lado, un país en condiciones de precariedad social debido al modelo económico publicitado en el mundo como “el milagro chileno”; esa mezcla de estabilidad institucional y éxito macroeconómico que los fascismos reivindican por encima de la libertad, la democracia y los derechos más elementales de millones de excluidos y excluidas de ese “milagro”, que dejó por fuera a la gran mayoría, que elevó los costos de vida a niveles inauditos, devaluó salarios y pensiones y convirtió en mercancía los derechos a la educación, a la salud, al seguro social e incluso al agua.
Por otro lado, mostró a un mandatario de espaldas a los nuevos rostros sumergidos de la sociedad civil y a las viejas demandas postergadas, y en errática confrontación con un pueblo movilizado. Palabras poco atinadas como “estamos en guerra contra un enemigo muy poderoso” dejó en el imaginario colectivo callejero la idea de un Piñera asustado y presto a confundir movilización social con “subversión y enemigo interno”, que fue el viejo molde conceptual de la guerra fría y su expresión más duradera en el cono sur: el pinochetismo. Por eso las mujeres dijeron desde el comienzo: “Necesitamos que Piñera se vaya”.
Fernanda cree que el jefe de estado tiene una visión del orden público ligado a la negación del derecho a manifestarse en las calles de manera pacífica, pues “los disturbios no se producen al inicio sino cuando llegan las fuerzas especiales que empiezan a reprimir, a golpear, cuando nos sacan los ojos y nos arrojan de los puentes”.
Ahora, en plena pandemia, se han realizado un par de convocatorias más, con medidas sanitarias, pues ellas no quieren que nadie se exponga, se cuidan entre todas, pero para Fernanda está claro que el gobierno de Sebastián Piñera no quiere que el pueblo salga a las calles, una constante en Chile, “pues en el Plebiscito de 1980, cuando Pinochet decidió hacer una Constitución, se dio un proceso fraudulento que impidió al pueblo participar”.
El feminismo es mi partido
Fernanda Villavicencio Ávila se acercó al feminismo entre el 2008 y 2009, cuando con su primer salario, compró un libro de Sonia Montencino, pionera en los estudios sobre el papel y legado de la mujer en la sociedad. “Me empecé a acercar y a darme cuenta que quizá, había sido feminista desde hace tiempo, pero no me había dado cuenta”.
Las artes la llevaron a los derechos humanos, “no desde la institucionalidad sino desde las cosas que uno va viviendo, a lo largo del camino y por la historia que tenemos como país”. A esas lecturas e influencias del entorno se sumó la grata impresión que le dejó un taller con la colombiana, comediante y feminista Caru Garzón. Ahí conectó la comedia feminista como un acto político de resignificación, de las diversas experiencias de mujeres en relación con temas traumáticos, abuso sexual y acoso callejero, es decir, “todo lo que vivimos las mujeres a diario y en todas partes”.
Desde allí no paró, empezó a incorporar la comedia como una herramienta política y de pedagogía feminista; entretanto el activismo le llegó en la Librería Proyección, en el centro de Santiago, cuando conoció a Javiera Manzi, una de las voceras de la Coordinadora Feminista 8M, organización que articula a varias organizaciones populares, barriales, de los territorios, mujeres sindicalistas y defensoras de derechos humanos. De inmediato ingresó a la Coordinadora, con la brigada Laura Rodig, estructura encargada de las acciones callejeras para disputar los espacios públicos mediante el arte y los afiches.
Empezó a activar de una. Participó en “Camino a la huelga General Feminista”, acción que concluye, cada año, con el Encuentro Plurinacional de “Las y Les que Luchan”, que hasta ahora se hace en Santiago, pero que ya pronto se descentralizará. Luego vino la tarea de empapelar la capital con afiches sobre “La huelga va” y todo el trabajo intenso para el Plebiscito.
Las acciones artísticas en el espacio de lo público no sólo llaman la atención, sino que hacen parte de una forma diferente de contar una ciudad y una cultura que tradicionalmente está hecha por y para hombres. Por ejemplo, los nombres de las estaciones del Metro solo reconocen a los hombres y, al tratarse de un medio de transporte masivo se convierte en un espacio ideal para bautizar narrativas feministas. Además, el Metro se convirtió en un símbolo de la revuelta en octubre de 2019: “Todo está conectado” dice Fernanda muy emocionada; y mientras hablamos de su vida en el movimiento feminista, ella va relacionando los hechos que llevaron a que el 25 el octubre la historia de Chile lograra un aire de renovación.
Así pues, la Coordinadora decidió cambiar los nombres de las estaciones y para ello trajo, a la memoria colectiva, los nombres de mujeres olvidadas. “Yo vivo cerca de la estación Metro Pedrero que está cerca del Estadio del Colo-colo”, un sabio mapuche que tuvo que ver con la lucha de los pueblos originarios, “entonces le cambiamos el nombre a Janequeo, heroína y guerrera mapuche, que luchó por la descolonización española”.
“Hija de perra”, transformista y activista reemplazó a San Joaquín, en la estación frente a la Universidad Católica. Y así fueron apareciendo los nombres de Violeta Parra, artista y folklorista; Elena Caffarena, una de las mujeres que impulsó la Ley del sufragio y Claudia López, bailarina víctima de una bala, en una protesta.
La autogestión es la clave del trabajo que realizan estas mujeres, un esfuerzo que logró tener sus frutos pues con estas acciones se abonó el terreno para las movilizaciones de octubre y, desde luego, fueron antesala del Plebiscito. El impacto fue tal que los medios de comunicación, históricamente silenciados en estos temas, cubrieron el cambio de nombres a las estaciones del Metro y la gente decidió inmortalizar el momento, tomándose fotos al lado de los nombres de mujeres hasta ahora desconocidas.
Para los grupos de poder la preocupación era de dónde estas mujeres estaban sacando el dinero y quién las financiaba, incluso llegaron a tacharlas de comunistas. Entre risas Fernanda recuerda que juntaban el dinero de poco en poco, cada una ponía lo que podía. El movimiento feminista chileno es un movimiento diverso en edades, regiones y luchas, “es súper transversal, una puede generar debate y discusión con compañeras que ya vivieron otros procesos importantes a lo largo de nuestra historia como país, pero también hay mucha energía de mujeres jóvenes”.
Santiago 8 marzo 2019. Miles de mujeres participan de la marcha “La Huelga General Feminista, Va! Karin Pozo/Aton Chile.
Así como Fernanda llegó al feminismo, muchas más se están uniendo para generar nuevos imaginarios desde las mujeres. El movimiento feminista chileno tiene la fuerza de las que caminaron antes el mismo camino, ellas son sus referentes, las que potencian el seguir construyendo un país más equitativo. “Yo veo el movimiento con mucha esperanza y fuerza, con mucho amor y trabajo. Si tú me preguntas cuál es mi partido político, yo te diría que el feminismo”.
“Se abre un camino nuevo, un camino que ojalá para nosotras sea feminista”…
Mujeres Contando: Las acciones y protestas de octubre de 2019 fueron el prólogo del plebiscito ¿Cómo se prepararon para llegar al 25 de octubre de 2020?
Fernanda Villavicencio: Hubo mucha discusión, plenarias y asambleas muy largas, porque existe un cierto nivel de desconfianza. La clase política está súper devaluada. Entonces levantamos La huelga General Feminista y nuestro programa con diferentes puntos y ejes que apuntan a una gran transversalidad de derechos. Luego de varias discusiones decidimos que íbamos a apoyar, no el pacto de la paz que hicieron los partidos políticos, bajo cuatro paredes, sino un proceso desde los movimientos sociales y la revuelta popular.
MC: ¿Cómo se vivió el domingo 25 de octubre?
FV: Con mucha expectativa y esperanza en un proceso que se generó en la calle, porque aquí no hubo acuerdo con los partidos políticos sino con los movimientos sociales y populares. Muchas mujeres estaban como apoderadas de mesa, estuvieron defendiendo los votos, vigilando para que todo se hiciera de manera correcta. Yo era la primera vez que votaba en un plebiscito y te sientes importante, dejas la individualidad y te unes al colectivo que te da sentido.
MC: ¿Cuándo deciden que van por la Convención Constitucional paritaria?
FV: Casi desde el comienzo de las reuniones visualizamos una Asamblea Popular Constituyente que respondiera a todas las preocupaciones y a todos los derechos que nosotras también necesitamos tener. Fue un camino largo por recorrer, pero hermoso al mismo tiempo. Hicimos varios grupos para accionar en la calle apoyando la Convención Constitucional, no la Convención Mixta que implicaba que fueran personajes ya conocidos de la política y otros elegidos para redactar la Nueva Carta, es decir los mismos de siempre. Ganó la Convención Constitucional, con ciertas pillerías por cierto, porque no hay escaños todavía para los pueblos originarios, no puedes postularte si eres independiente y tienes que estar de la mano con algún partido político. Entonces ahora viene esa lucha. Por eso llamamos a no soltar las calles y a seguir ejerciendo presión, porque desde ahí, como lo dijo Kari Nohales, vocera también de la Coordinadora, lo que no hicieron en 30 años los partidos nosotras lo conseguimos en pocos meses.
MC: La Constitución Nacional va a ser escrita paritariamente, es decir por el 50% de mujeres y el 50% de hombres, ¿cómo han pensado cubrir ese 50% de representatividad?
FV: Es la primera Constitución en el mundo que será escrita paritariamente y eso es muy significativo, pero tenemos que ver cuáles son las mujeres que van a estar en esos espacios. Sabemos que pueden postularse mujeres de la derecha, de sectores tradicionales y muy católicos de este país. Hay que estar alertas y organizadas porque se viene un camino muy importante, pero aprobamos y saltamos todos los torniquetes que tengan que venir. Nosotras nos seguimos articulando con otras organizaciones, con la Red Chilena contra la violencia hacia las mujeres y con Anamuri, Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, entre otras. Es poco tiempo, en abril del próximo año se debe votar a quienes van a la Constituyente. Tenemos que ver la forma en que podamos unirnos para llegar y, sobretodo, de manera independiente para no transar con ningún partido político, pues son ellos los que precarizaron la vida a lo largo de todos estos años.
MC: Los partidos cuentan con todas las condiciones para las campañas y ustedes, ¿cómo lo harán?
FV: Es difícil porque quien tiene dinero para la campaña política es quien logra hacer el mayor lobby, conocen la dinámica, están metidos en el Senado y el Congreso y, nosotras somos organizaciones auto gestionadas, sin fines de lucro. Entonces estamos viendo la manera para que los partidos liberen los cupos y queden para independientes. Existe un movimiento social y popular fuerte que también avala el lugar de las personas independientes. Este movimiento no tiene un representante de un partido político, es más horizontal, es un movimiento popular que se levantó por toda la precarización que vivimos y que tiene un montón de temas dando vueltas. Nosotras esperamos sacar compañeras que puedan estar en la Constituyente.
MC: ¿En qué momento se termina con la Constitución de Pinochet?
FV: Se acabó con la revuelta que nació en octubre de 2019. Ahí comenzamos a articularnos. Levantamos la consigna: Aprobamos, saltamos todos los torniquetes, en alusión a un proceso plural, no es “apruebo”, porque nosotras somos muchas. Por eso “Aprobamos… saltamos todos los torniquetes”, en referencia al torniquete del Metro que se saltó el 18 de octubre y lo hicieron estudiantes de secundaria que contradictoriamente no pudieron votar porque no son mayores de edad. Fue un movimiento muy importante. Las imágenes son maravillosas, las jóvenes se anticiparon saltando el torniquete y el 25 lo saltamos todas.
MC: Se deja atrás una Constitución que fue el resultado de un proceso impuesto en 1980 que violaba los derechos humanos, que no tenía empatía con las víctimas y tutelaba la democracia. ¿Cómo explican las mujeres, el significado real que tiene este hecho hoy?
FV: Primero, abre el paso a que vivamos en un país, en un territorio que sea democrático de verdad, no con los intereses de unos pocos. Las estadísticas ya lo mostraron: solo tres comunas de todo Chile votaron masivamente por el rechazo al Plebiscito, se trata de espacios donde se alberga solo el 1% más rico del país y que tiene coartados todos los derechos básicos que son para la ciudadanía. La Constitución de los 80’ no tiene legitimidad democrática porque fue hecha por un dictador con personas de su confianza. Para nosotras haber dado ese paso a esta nueva Constitución, y ojalá sea una Asamblea Popular Constituyente, es derrotar la forma cómo Jaime Guzmán diseñó este sistema, en donde los cambios importantes al sistema político tenían que hacerse con la aprobación de la derecha y eso no es democrático para nada, pues por lo general se oponen a los cambios. También es una forma de acabar con la impunidad porque todas nosotras insistimos y somos súper-radicales en eso, hay presos y presas por luchar en la revuelta. Hay mujeres que no pudieron votar: la Machi Linconao, mujer mapuche no pudo votar, no sabemos por qué, pero le negaron el derecho a votar, porque probablemente el Servel, el Servicio Electoral, no había actualizado sus datos.
MC: Los cambios que se vienen son en diversos frentes entonces…
FV: Así es. Esto va a permitir que siga habiendo avances para desestructurar el modelo neoliberal que implica que toda la intervención del Estado funcione bajo una lógica de mercado, en la cual la libertad de estudiar está determinada si es que tienes la plata para poder pagar esos estudios, pero no es un derecho reconocido por la Constitución. Tampoco se garantiza el derecho a la seguridad social, a la invalidez por enfermedad, a la jubilación, a la maternidad y al empleo. Todo esto da paso a enterrar una Constitución que se hizo en una época muy oscura de nuestro país y con cero democracia. Se gastó un montón de plata para hacer un plebiscito que estuviera a favor de la dictadura. Para nosotras es poder acabar con todo eso para generar una Constitución para todas, todos y todes. Somos un país plurinacional, somos un país migrante, tenemos 10 pueblos originarios que aún no tienen un escaño reservado para poder ser parte de esta nueva Constitución. Ahora se abren un montón de puertas para poder reencontrarnos y escribir esta madre de todas las leyes, que nos dé sentido y un camino nuevo, un camino que ojalá para nosotras sea feminista porque abarcamos muchas luchas.
MC: Allende es una figura emblemática que marcó la historia de Chile, ¿cuál habría sido su expresión tras el triunfo del 25 de octubre?
FV: En él había un anhelo por tener un país que fuera por y para los chilenos y chilenas, que los recursos naturales fueran bien distribuidos para poder vivir en armonía. La Unidad Popular tenía un proyecto integrador que fue guillotinado por la dictadura militar. Entonces hoy decimos, ganamos, tenemos abiertas las grandes alamedas y no las vamos a soltar. Hace mucho tiempo que no decíamos “¡ganamos!” Así que creo que él hubiera estado muy contento con este triunfo. Hubiera tenido mucho sentido su discurso que es muy vigente aún, pero también estaría frente a un nuevo movimiento, que no tiene la voz de una sola persona, sino que es la de muchas voces.
MC: ¿Qué viene ahora?
FV: Estamos sacando conclusiones en limpio, seguimos organizándonos y fortaleciéndonos para seguir peleando y lograr que sea una Asamblea Popular Constituyente y Feminista, donde se preserven todos los derechos, donde se dé prioridad a los temas de salud, vivienda, agua, los escaños reservados para los pueblos originarios, la salud reproductiva, los cuerpos gestantes, el derecho a la educación. Todos estos temas están en nuestro programa y lo llevamos debajo del brazo, no lo soltamos. Tenemos que seguir difundiéndolo y ver que quienes nos representen sea quienes queramos que lo hagan. Tenemos que ser consecuentes con las que vinieron antes y con nuestras propias demandas. Somos históricas, entendimos la importancia de que la lucha supera la individualidad, es colectiva.
https://mujerescontando.com/2020/11/15/somos-historicas-entendimos-la-importancia-de-la-lucha-colectiva/
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