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El examen SER Bachiller y los mitos de la contrarreforma universitaria


El examen SER Bachiller y los mitos de la contrarreforma universitaria (I)

Ujir Ciencias Médicas

“... lo inaceptable... para la universidad democrática, es que una minoría del pueblo usufructúe en ella derechos que no le deben ser exclusivos...”

Documentos de la Reforma de Córdoba

I

El movimiento de reforma latinoamericano proclamó que la educación superior no debe ser una simple fábrica de diplomas, sino un elemento dinámico en la cultura, en la formación de la conciencia colectiva de la nación. De allí, el principio: “Universidad de puertas abiertas”, es decir, la aplicación consecuente de la concepción democrática del mundo a la vida universitaria.

En nuestro país, el movimiento estudiantil ofrendó su sangre para lograr el libre ingreso a la educación superior. Hechos como la Masacre de la Casona Universitaria en Guayaquil de 1969 y la clausura y ocupación militar de la Universidad Central durante la dictadura de Velasco Ibarra, abrieron la senda a la Segunda Reforma Universitaria que forzó a la clase dominante a reconocer el derecho a la educación de las masas trabajadoras. Así, se pudo formar toda una generación de profesionales cuya labor fue esencial para el desarrollo nacional en el período de la bonanza petrolera (años 70 y 80 del siglo XX).

En los años 90, el Estado burgués institucionalizó la contrarreforma que ha barrido con las conquistas de la lucha democrática estudiantil. Se introdujo la matrícula diferenciada y se impuso nuevamente el examen de ingreso. Pocos años después, la dictadura del decenio en 2010 eliminó la autonomía y el cogobierno y restringió aún más el acceso a la universidad.

Esta ofensiva antipopular estuvo acompañada de una intensa campaña ideológica con el objetivo de convencer a la población de las múltiples bondades del examen de ingreso. Se afirmó con total descaro que el examen ponía en condiciones de igualdad a los hijos de obreros y campesinos en relación a los vástagos de burgueses y oligarcas; se aseveró que era un prodigioso instrumento que cuantificaba el “mérito” hacía a alguien digno de cursar estudios superiores e, incluso, que este era capaz de determinar la “aptitud” para tal o cual carrera u profesión.

Tales son los mitos de la contrarreforma universitaria.

II

El tristemente célebre René Ramírez, quien pretendió erigirse en ideólogo de la contrarreforma, afirmó en 2013 que el examen (en ese entonces conocido como ENES) daba igual oportunidad a ricos y pobres para ingresar a la universidad, curiosamente, un año antes el mismo René Ramírez escribió que si “una familia no tiene ningún libro en su casa el hijo saca en promedio 627 puntos y si tiene 100 libros su hijo saca en promedio 735 puntos”(Ramírez, 2012, 2013)⁠.

¿Cuál es la realidad? ¿El examen da igual oportunidad a ricos y pobres o favorece a los que tienen recursos como para poseer una biblioteca con 100 o más libros en su casa? La investigación no es muy abundante y en instituciones oficiales como el INEVAL más abunda la propaganda que el conocimiento científico. Sin embargo, existen datos y estos evidencian que factores como la alimentación, nivel educativo de los padres, acceso a servicios básicos, nivel de ingresos, si el aspirante trabaja o no, la posibilidad de acceder a propedéuticos privados, o si proviene de la educación pública o privada pueden influir hasta en un 40% en las probabilidad de obtener un rendimiento excelente o satisfactorio en el examen SER Bachiller. Siendo que por cada punto de incremento en el índice socioeconómico de la familia el estudiante mejora sus posibilidades en un 6.53%, es decir, “a mayor nivel socioeconómico, los estudiantes alcanzan mejores resultados” (Cárdenas García, 2018; León Altamirano & Oña Pillajo, 2018)⁠.

Los resultados de la prueba SER Bachiller 2016-2017 muestran que existe una diferencia de 41 puntos entre el promedio obtenido por estudiantes de instituciones fiscales y los estudiantes de instituciones municipales y particulares y una brecha promedio de 74 puntos entre los aspirantes del quintil 1 (más pobre) y del quintil 5 (más rico), y la ocurrencia del evento de ser apto para el ingreso a la universidad es un 74% menor en el quintil 1 y 87% menor en el quintil 2 en comparación con el quintil 5. Siendo que los hijos de los campesinos indígenas, afroecuatorianos y montubios tienen hasta 91% menos probabilidades de ser aptos para el ingreso a las universidades en comparación con los mestizos de clase media urbana (León Altamirano & Oña Pillajo, 2018)⁠.

El origen de clase social es tan determinante que al comparar los puntajes obtenidos por estudiantes formados en instituciones privadas con aquellos que poseen el mismo nivel de ingresos y que se graduaron en instituciones públicas se encontró que no existían diferencias y el propio INEVAL se vio obligado a admitir que “la diferencia en los puntajes de colegios públicos y privados se da por las diferencias económicas de los estudiantes y no la calidad del colegio”(Mena Andrade, Celorio Moreno, & Belalcazar Cadena, 2018)⁠.

La propaganda estatal pretende convencer a la población que el sistema de admisión y otorgamiento de becas beneficia a los trabajadores del campo y la ciudad, pero los resultados tanto del ENES como del SER Bachiller y el hecho de que las becas recayeron en su gran mayoría en miembros de familias pequeño burguesas y burguesas desnudan las mentiras del discurso oficialista (Mena Andrade et al., 2018; Rosero, 2017)⁠.

Contrario a lo dicho por sus defensores, el examen no pone en pie de igualdad a proletarios y campesinos pobres en relación con burgueses y oligarcas. Este es un instrumento dirigido a acentuar el carácter clasista de la educación superior, solo apunta a convertir a las universidades y escuelas politécnicas en claustros reservados para las clases altas. De tal forma que el falaz argumento del mérito en Ecuador, al igual que en otros países, no sirve más que para justificar políticas reaccionarias dirigidas a perpetuar el monopolio de terratenientes y burgueses sobre la ciencia, cultura y arte.

En otras latitudes la situación no es diferente. En 2010 un reporte señaló que en Reino Unido: “Niños provenientes de la clase social alta que inician con calificaciones de baja habilidad cognitiva relativa eventualmente superan cuando llegan a la juventud a aquellos niños provenientes de la clase baja que fueron valorados inicialmente como poseedores de una alta habilidad... Al observar de la edad de 3 a 14, las diferencias en la valoración relacionadas con el ingreso familiar, la ocupaciones del padre y la educación de la madre se amplían en cada etapa”(Hill et al., 2010)⁠. En otras palabras, una sociedad dividida en clases sociales como la capitalista (sea Ecuador o Reino Unido), el talento y habilidad cognitiva de los niños tiene poco que ver con su futuro pues la riqueza de los padres compensa la falta de habilidad de los hijos, no es el “mérito” sino la pertenencia a una clase social la principal determinante en el acceso a la educación (Galindo-Rueda & Vignoles, 2002)⁠.

El gran pionero del comunismo utópico, Robert Owen, señaló que el ser humano “es un ser compuesto, cuyo carácter se forma de su constitución u organización al nacer, y de los efectos de circunstancias externas actuando sobre esa organización, cuyas consecuencias continúan operando, y lo influencian, del nacimiento a la muerte”, creando las diferencias entre los individuos que “no son hechas por estos; sino que son hechas, para ellos, por las circunstancias preexistentes, y a nadie se le puede endilgar de manera justa el mérito o demérito por diferencia alguna que pueda existir entre él y cualquiera de sus congéneres” (Owen, 1836)⁠.

Las circunstancias de vida de los hijos de las clases trabajadoras los ponen en desventaja para el acceso a la Universidad, no por su falta de capacidad, sino en razón del orden social erigido para perpetuar las relaciones de propiedad capitalistas. Por ello, las menores habilidades cognitivas del descendiente de la familia adinerada se convierten en el transcurso de la vida en una ventaja para este, en tanto el gran talento del joven campesino y obrero se convierte en una desventaja al ser aplastado bajo el peso de la dictadura de clase.

La revolucionaria soviética, Nadia Krupskaya escribió que en la sociedad burguesa “[todo] el sistema de instrucción pública estaba profundamente pensado con el fin de fortalecer el régimen capitalista. La libre elección de profesión era muy problemática. Durante la guerra imperialista se discutía acaloradamente en las publicaciones pedagógicas de Alemania el problema de destacar a las personas de más talento y más capaces. Pero el fondo de la cuestión no consistía en dar a todos la posibilidad de desarrollar sus fuerzas y capacidades, sino seleccionar a los más capaces para ponerlos al servicio del capital, para defender el sistema capitalista, haciéndolos lacayos de los explotadores” (Krupskáia, 1978)⁠. Solo la instauración del poder de obreros y campesinos pondrá fin a las barreras de clase y permitirá reorganizar todo el sistema de instrucción pública, desarrollando los medios para el desarrollo cultural no de una élite, sino de las amplías masas trabajadoras.

La lucha democrática del movimiento estudiantil, plasmada en los principios de la Reforma de Córdoba y de la Segunda Reforma Universitaria, aspira a mejorar las condiciones y acceso a la educación de los trabajadores del campo y la ciudad, a colocar a la Universidad al servicio de las grandes mayorías fomentando la discusión e investigación de los problemas del desarrollo nacional. La Universidad no debe ser un convento de clausura sometido a la férula del Estado capitalista y de las grandes empresas nacionales y transnacionales, sino que debe abrir sus puertas a los palpitantes problemas sociales y concebir a la educación no como un privilegio, sino el derecho legítimo a la ciencia y a la cultura para todos.

Por una Universidad científica, democrática, laica, gratuita, de puertas abiertas y unida al pueblo.

Organizarse es comenzar a vencer

Lucha muerte por una Patria nueva

Unión de las Juventudes de Izquierda Revolucionaria

Bibliografía

Cárdenas García, J. K. (2018). Examen Ser Bachiller: Análisis de los factores que inciden en el rendimiento académico de los estudiantes de educación media en Ecuador. Universidad Central del Ecuador.

Galindo-Rueda, F., & Vignoles, A. (2002). Class Ridden or Meritocratic? IZA DP, (677). Recuperado de http://ftp.iza.org/dp677.pdf

Hill, J., Brewer, M., Jenkins, S., Lister, R., Lupton, R., Machin, S., & Mills, C. (2010). An Anatomy of Economic Inequality in the UK. Londres. Recuperado de https://eprints.lse.ac.uk/28344/1/CASEreport60.pdf

Krupskáia, N. (1978). La educación de la juventud. Madrid: Nuestra cultura.

León Altamirano, J. A., & Oña Pillajo, A. P. (2018). Determinantes socioeconómicos que influyen en la prueba “ser bachiller” para la postulación a la educación superior, Ecuador Periodo 2016-2017. Universidad Central del Ecuador.

Mena Andrade, M. S., Celorio Moreno, G. A., & Belalcazar Cadena, G. F. (2018). Perfil de los estudiantes que forman parte del grupo de alto rendimiento. Quito. Recuperado de http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/6085/1/PI-2018-02-Mena-Celorio-Belalcazar-Perfil.pdf

Owen, R. (1836). The Book of the New Moral World (1a ed.). Londres: Effingham Wilson.

Ramírez, R. (2012). Resultados del ENES del 19 de mayo. Recuperado el 5 de mayo de 2017, de www.ecuadoruniversitario.com

Ramírez, R. (2013). Los pobres son igualmente aptos que los ricos para estudiar en la Universidad. Recuperado el 6 de agosto de 2013, de www.ecuadoruniversitario.com

Rosero, M. (2017, diciembre 5). Augusto Barrera: ‘Becas de alto rendimiento se entregan a los más ricos’. El Comercio. Recuperado de https://www.elcomercio.com/tendencias/entrevista-augustobarrera-becas-altorendimiento-educacionsuperior.html

 

El examen SER Bachiller y los mitos de la contrarreforma universitaria (II)

Ujir Ciencias Médicas·Miércoles,

“La Universidad tradicional ha sido generalmente de élite. Para seleccionar a los que se consideraba mejores, se ha utilizado desde la limpieza de sangre en la etapa colonial, que pusiera en aprietos a hombres del talento de Espejo, hasta la carrera de obstáculos constituida por las pruebas de ingreso. De esta Universidad elitista, salieron los hombres que durante siglos han gobernado, directa o indirectamente al País, y que son en gran parte los responsables de su miseria y subdesarrollo. En esta forma la Universidad no hizo otra cosa que preparar a los líderes de la clase gobernante y con ellos defender el pasado, el retraso, el statu-quo.”

Manuel Agustín Aguirre

I

El proceso de contrarreforma universitaria inició en los años 90 con la eliminación del libre ingreso y la reintroducción del examen de admisión. En 2010, la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) profundizó este proceso de retroceso con la creación de un sistema de admisión unificado para la educación pública cuyo eje es la prueba estandarizada, primero el ENES y luego SER Bachiller.

Las autoridades y representantes del Estado capitalista se regodearon por su victoria sobre el campo popular y afirmaron con arrogancia que el examen de ingreso era el instrumento de la excelencia académica al no permitir que los mediocres entren a las universidades, de modo que quien se atreviese cuestionar el examen de ingreso era un enemigo del progreso nacional. Al mismo tiempo, la demagogia burguesa intento engañar a los trabajadores al propagandizar la falacia de que esta prueba al “no ser de conocimientos sino de aptitudes” colocaba en condiciones de igualdad a burgueses y proletarios (Ospina Peralta, 2012; Redacción, 2012a, 2012b)⁠.

La experiencia demostró que la prueba de ingreso solo era una herramienta para “cernir” a los hijos de obreros y campesinos acentuando y reconstituyendo el carácter clasista y de “élite” de la Universidad pública ecuatoriana. Ante estos obstáculos, padres y jóvenes de extracción popular recurrieron al endeudamiento con el chulco o la banca formal con la esperanza obtener matrícula en las universidades privadas. Estas últimas lucraron enormemente gracias al sistema de admisión de la LOES (ya en 2013, universidades como la UDLA, Politécnica Salesiana y Técnica Particular de Loja obtenían ganancias superiores a los 10 millones de dólares).

Es llamativo que los pregoneros de las ideas antipopulares y antidemocráticas sean tan cínicos que incluso al admitir el descarado carácter de clase que el examen de ingreso da a la educación superior lo justifican con el argumento de que es justo porque se basa “en la aplicación de exámenes estandarizados y debidamente validados”(Redacción, 2012b)⁠. Desde este punto de vista, quienes tienen acceso a la Universidad se lo “merecen” y el resto son vagos y mediocres.

De tal forma, la vieja concepción burgués-terrateniente que ve en la Universidad una “aristocracia del conocimiento” se camufló con la máscara de la pseudociencia, pues ya no sería la sangre azul, el apellido ilustre o la billetera gorda la que decidiría quién puede o no estudiar, sino que lo haría un examen estandarizado y validado, un instrumento científico que supuestamente divide a la sociedad entre los nacidos para ser científicos y los nacidos para recoger papas en el campo.

II

Pese a las arrogantes afirmaciones de los impulsores del examen de ingreso y de sus defensores, durante todos estos años de vigencia del ENES y del SER Bachiller nunca se han publicado los datos referentes a su validez y confiabilidad.

Todo instrumento de medición sea de conocimientos o aptitudes debe poseer confiabilidad, ser consistente tanto en el tiempo (confiabilidad externa) como en el conjunto de los ítems (confiabilidad interna). ¿Cuál es la confiabilidad de SER Bachiller? No lo sabemos, aunque si conocemos que las evaluaciones del mismo individuo se modifican sustancialmente tras cursar un preuniversitario pagado de tan solo 1 o 2 meses de duración, esto en un examen que supuestamente evalúa “el desarrollo de las aptitudes y destrezas que los estudiantes deben alcanzar al culminar la educación intermedia”, es decir, el resultado de todos los años precedentes de estudio (Blum & Naylor, 1990; Coolican, 2014; Instituto Nacional de Evaluación Educativa, 2020; Mena Andrade, Celorio Moreno, & Belalcazar Cadena, 2018; Moscoso, Salgado, & Anderson, 2017)

En cuanto a la validez de contenido, la “Ficha Técnica” publicada por el INEVAL da una definición de las destrezas y habilidades evaluadas en cada campo así como una descripción de cada grupo temático. Cabe la pregunta de si el contenido del examen es representativo de lo que debe evaluar, al respecto una ponencia publicada en 2016 encontró pocas o ninguna coincidencias entre el currículum del bachillerato unificado, el contenido del examen SER Bachiller y los cursos de nivelación en la Escuela Politécnica Nacional. “No existe una correspondencia entre los ámbitos de conocimiento, los contenidos y la carga horaria entre bachillerato, su examen de validación SER Bachiller y el Curso de Nivelación, que define los requerimientos mínimos de conocimientos para cursar una carrera universitaria” (Blum & Naylor, 1990; Coolican, 2014; Franco-Crespo, 2016; Instituto Nacional de Evaluación Educativa, s/f; Mena Andrade et al., 2018)

Por si fuera poco, en el aspecto más crucial que es la validez de predicción tampoco existen estudios oficiales. No tenemos evidencia de si la prueba SER Bachiller (o el ENES) guarda correlación o no con los criterios de desempeño académico en la educación superior o con los criterios de desempeño ocupacional tras la graduación. En otras palabras, no es posible afirmar que altos puntajes en SER Bachiller garanticen ni un buen desempeño académico ni un buen desempeño ocupacional. De hecho, alrededor del mundo existen serios cuestionamientos respecto a la utilidad de este tipo de evaluaciones como criterios para pronosticar el desempeño académico u ocupacional.

III

Tomemos el test SAT que se aplica como prueba de admisión a las universidades en Estados Unidos desde 1926. Este fue creado por Carl Brigham un conocido partidario de la eugenesia y el racismo que en su libro “Un estudio de la inteligencia americana” de 1923 escribió que la “marcada inferioridad intelectual del negro” era un hecho comprobado por la “investigación psicológica”. Por eso científicos y académicos en Estados Unidos hoy señalan que el SAT estratifica a los estudiantes según su acceso a la educación y crea una escala basada en las diferencias socioeconómicas y raciales ya existentes en la sociedad norteamericana, bajo la apariencia de ser instrumento de medición de la preparación para la universidad (Gilmore, 2016; Onwuachi-Willig & Fricke, 2011)⁠.

Otras críticas al SAT señalan que este carece de validez de contenido pues aunque declara ser un examen de aptitud general en realidad gran parte de sus ítems son altamente específicos, a lo que se suma la buena cantidad de estudios que demuestran que el puntaje en el SAT y otras pruebas se correlaciona con el nivel de ingresos de los padres a tal punto que este forma parte de las “ventajas del alto nivel socioeconómico en la cancha de la admisión” (Gilmore, 2016; Onwuachi-Willig & Fricke, 2011; Rothstein, 2002)⁠. En otras palabras, el SAT al igual que el SER Bachiller (o el ENES) está diseñado para favorecer a los estudiantes que provienen de familias con mayores ingresos.

Existen quienes argumentan que el SAT si predice el desempeño de excelencia académico y profesional de los estudiantes y que por una extraña casualidad este coincide con el nivel socioeconómico de los estudiantes. Sin embargo, los estudios señalan que el SAT tiene una correlación de 0,56 (moderada) con las calificaciones del primer año de universidad, y de 0,36 (baja) con el promedio de calificaciones durante toda la carrera universitaria y una validez de predicción de 0,30 (baja) respecto a si el estudiante se graduará o no (Camara & Echternacht, 2000)⁠.

Si se toma en cuenta las variables demográficas de los estudiantes como nivel socioeconómico, raza o tipo de colegio la validez predictiva del SAT disminuye, siendo para las notas en el primer año de 0,026 (mínima), para las calificaciones en una carrera de 5 años de 0,021 (mínima) y para la obtención del grado de 0,001 (mínima) (Rothstein, 2002)⁠.

IV

Queda en claro que las pruebas ENES y SER Bachiller carecen de respaldo alguno, pese a las sonoras afirmaciones de sus defensores. Estas pruebas coinciden con el SAT norteamericano en ser un instrumento que justifica las diferencias de clase en el acceso a la educación superior. La experiencia muestra que este tipo de pruebas tienen poca o nula capacidad predictiva del desempeño académico y menos aún del desempeño profesional.

Quienes desean sostener al examen de ingreso claman que sin este la Universidad caerá en la mediocridad, una falsedad sin sustento alguno. Afirman que el SER Bachiller puede “perfeccionarse”, pero no se aclara cómo se realizará esto cuando en otras latitudes no se ha logrado tras décadas de aplicación de pruebas semejantes. Finalmente, carentes de pretextos se sinceran y gritan “no todos pueden entrar a la Universidad, esta es una élite intelectual, una aristocracia del conocimiento”. Es verdad, en las condiciones actuales no se puede aspirar a una educación superior universal, pero esto no es argumento contra el libre ingreso ya que es falso que toda la población juvenil tenga como objetivo ingresar en la Universidad y de igual manera es una mentira que estemos bajo la amenaza de un “exceso de médicos, de psicólogos, de dentistas”. Actualmente, Ecuador posee una tasa de 17,28 médicos por cada 10.000 habitantes, muy por debajo de los 23 recomendados por la OMS, y mayor aún es el déficit de psicólogos clínicos, ya que en nuestro país la tasa es 0,8 por cada 10.000 habitantes, cuando lo recomendable es superar los 20 psicólogos clínicos por cada 10.000 habitantes.

A fin de cuentas, los argumentos de los enemigos del libre ingreso se reducen al pánico del gran gamonal (descrito por Jorge Icaza en su novela “Mama Pacha”) que tras la huida de la indiada y al quedarse sin peones se lamentaba: “¿Y ahora que hacemos con el ganado, con el riego, con las sementeras, con el desmonte?”. Hoy, terratenientes y burgueses dicen con temor: “¿Si todos se hacen universitarios quién trabajará en nuestras fábricas y haciendas?”. No se preocupen señores capitalistas, el libre ingreso no es todavía la desaparición de los asalariados, ni la abolición de la propiedad capitalista, este es la reivindicación democrática enarbolada históricamente por nuestro pueblo por el acceso a la educación y a la ciencia. Se consiguió tras derramarse la sangre de los bachilleres de Guayaquil en 1969 y se perdió en décadas subsiguientes. Hoy se alza nuevamente como objetivo del movimiento estudiantil democrático.

Por una Universidad científica, democrática, laica, gratuita, de puertas abiertas y unida al pueblo.

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Unión de las Juventudes de Izquierda Revolucionaria

Febrero 2020

Bibliografía:

Blum, M., & Naylor, J. (1990). Psicología Industrial (2da.). México: Trillas.

Camara, W. J., & Echternacht, G. (2000). The SAT(R) I and High School Grades: Utility in Predicting Success in College. Research Notes. Nueva York.

Coolican, H. (2014). Research Methods and Statistics in Psychology (6a ed.). Londres y Nueva York: Psychology Press.

Franco-Crespo, A. (2016). LA BRECHA ENTRE EL PERFIL DE SALIDA DEL BACHILLERATO Y LOS PERFILES DE ENTRADA DE LAS UNIVERSIDADES EN EL ECUADOR. Quito.

Gilmore, H. (2016). The SAT, LSAT, and Discrimination. Law & Inequality: A Journal of Theory and Practice, 34(I).

Instituto Nacional de Evaluación Educativa. (s/f). Ficha Técnica. Quito. Recuperado de http://www.evaluacion.gob.ec/evaluaciones/fichas-tecnicas-ser-bachiller/

Instituto Nacional de Evaluación Educativa. (2020). Preguntas frecuentes. Recuperado el 1 de febrero de 2020, de http://www.evaluacion.gob.ec/evaluaciones/preguntas-frecuentes-ser-bachiller/

Mena Andrade, M. S., Celorio Moreno, G. A., & Belalcazar Cadena, G. F. (2018). Perfil de los estudiantes que forman parte del grupo de alto rendimiento. Quito. Recuperado de http://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/6085/1/PI-2018-02-Mena-Celorio-Belalcazar-Perfil.pdf

Moscoso, S., Salgado, J., & Anderson, N. (2017). How Do I Get a Job, What Are They Looking For? Personnel Selection and Assessment. En N. Chmiel, F. Fraccaroli, & M. Sverke (Eds.), An Introduction to Work and Organizational Psychology (3a ed., pp. 48–64). Hoboken: Wiley.

Onwuachi-Willig, A., & Fricke, A. (2011). Class, Classes, and Classic Race Baiting: What’s in a Definition? Denver University Law Review, 88(807).

Ospina Peralta, P. (2012). La re-estructuración de la educación superior en el Ecuador. Recuperado el 27 de enero de 2020, de https://lalineadefuego.info/2012/06/26/la-re-estructuracion-de-la-educacion-superior-en-el-ecuador-de-la-gramatica-de-la-autonomia-a-la-semantica-del-poder-por-pablo-ospina-peralta/

Redacción. (2012a, febrero 2). Jóvenes que quieren ser profesores sacaron peores resultados en evaluación para ingresar a universidades. Ecuadorinmediato. Recuperado de http://www.ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=wap_news_view&id=170265

Redacción. (2012b, agosto 25). Examen de ingreso a la Universidad. Ecuador Noticias. Recuperado de https://ecuadornoticias.com/examen-de-ingreso-la-universidad/

Rothstein, J. M. (2002). College Performance Predictions and the SAT (No. Working Paper No.45). Berkeley.

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