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Francisco Jiménez, el policía bueno

Juan Cuvi / EcuadorToday




Foto: Amnesty


No estamos en medio de una guerra, tal como algunos discursos fundamentalistas pretenden hacernos creer. Sin embargo, hay que admitir que algunas situaciones de la lucha política tienen similitudes con las de una conflagración bélica. Por ejemplo, estudiar, analizar y descifrar la estrategia del adversario. Esto se aplica hasta en un juego tan pacífico como el ajedrez.


​Nada novedoso, por supuesto. Sun Tzu, el célebremilitar chino, ya lo formuló hace más de dos milenios. Y cualquier manual básico de estrategia militar lo consigna. Pensar en lo que está pensando el adversario es fundamental para resolver con ventaja un conflicto.


​La dirigencia de la CONAIE debe aplicar estas normas fundamentales si no quiere sufrir severas derrotas en su diputa con el Estado nacional, sobre todo cuando los conflictos escalan de nivel; es decir, cuando la medición de fuerzas (un aspecto central de la política) trasciende el ámbito de la institucionalidad formal, como ocurre con el paro indígena.


​A la luz de los acontecimientos, es evidente que los aparatos de seguridad del Estado se pasaron dos años y medio (concretamente, desde octubre de 2019) no solo estudiando la estrategia de movilización del movimientoindígena, sino diseñando una estrategia de respuesta. Las muestras son abundantes, pero valdría mencionar unas pocas: ocuparon previamente sitios de concentración, como el parque de El Arbolito y la Casa de la Cultura, y neutralizaron sitios de apoyo cercano, como las universidades aledañas; hicieron movimientos de repliegue para proyectar una imagen de fragilidad que entusiasmó a algunos manifestantes con la falsa idea de que algunas tropas se estaban sumando al paro; se alimentó la especulación sobre la supuesta debilidad y acorralamiento del presidente Lasso; se permitió, luego de ciertos amagos represivos, que los manifestantes llegaranen forma masiva a las zonas más centrales de Quito, para tenerlos concentrados (lo cual facilitó su control y vigilancia); y el momento en que tuvieron posibilidad de tomar la iniciativa, dieron un golpe quirúrgico contundente.


​En este juego de presiones, cesiones y movimientos hay un recurso que sobresale y al que pocos han prestado atención: la técnica del policía bueno y el policía malo. Se trata de una práctica policial viejísima, usualmenteutilizada en los interrogatorios y la tortura, pero que, debidamente adaptada, sirve también en la confrontación política. Para el caso que nos ocupa, estas funciones fueron asignadas con absoluta precisión. Francisco Jiménez, ministro de Gobierno, asumió el papel de policía bueno, mientras que el general Patricio Carrillo, ministro del Interior, asumió su contracara. Mientas el primero formulaba llamados a la conciliación y abría el espacio de la Casa de la Cultura para la instalación de una asamblea de los movimientos sociales, el segundo preparabapacientemente la contraofensiva represiva.


​La técnica del policía malo y el policía bueno difiere de la del garrote y la zanahoria. Esta es más obvia y frontal, porque la alternativa no se presta a confusión. En cambio, la primera es más sutil, actúa sobre las condiciones sicológicas y emocionales del adversario. Su objetivo es estimular el deseo y la ilusión del contrario a fin de debilitar sus alertas y defensas. De ese modo, el golpe del policía malo es más demoledor.


https://ecuadortoday.media/2022/06/25/opinion-francisco-jimenez-el-policia-bueno/


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