LA SEMANA SANTA… ES AHORA,
Pedro Pierre. / vía correo electrónico
Foto: redes sociales
Para entender correctamente la Semana Santa hay que ubicarla en la realidad de Palestina en tiempos de Jesús. Por una parte, el país era invadido por el imperio romano desde unos 90 años. La mayoría de la población vivía en la esclavitud porque los romanos cobraban altos impuestos Las rebeldías eran durante castigadas: ciudades enteras destruidas y sus habitantes asesinados. Las crucifixiones eran el castigo corriente.
Por otra parte, las autoridades judías se habían constituidas en torno a la religión como una minoría acomodada que poseían tierras, casas y dinero abundante, lo controlaban todo y cobraban también altos impuestos. Habían pactado con los romanos para tener cierta autonomía y muchos privilegios. El resto de la población vivía en la pobreza y la miseria extrema.
Con este cuadro, la Pascua era mucho más que una serie de manifestaciones religiosas. Era la fiesta nacional que recordaba la fundación de la nación gracias al liderazgo de Moisés y su hermana Myriam. Festejaban la salida de la esclavitud de Egipto y el proceso del éxodo a través del desierto del Sinaí para llegar a la Tierra Prometido por Dios a Abraham: Palestina. Era un proyecto libertad, igualdad y fe.
Por todo esto, cobra otro sentido el recibimiento alegre y masivo de Jesús en Jerusalén con ocasión de esta fiesta nacional de varios días. La hemos transformado en una procesión religiosa sin mayor referencia a la realidad que vivió Jesús. De hecho, las aclamaciones de Jesús como Rey y Mesías fueron más bien unas protestas tanto contra los romanos que los mantenían en una esclavitud parecida a la de Egipto, como contra las autoridades religiosas que usaban la religión para conservar y aumentar su poder, sus privilegios y sus riquezas. El pueblo de los pobres, venido a la capital de todos los rincones del país, conocía a Jesús, sus milagros, sus parábolas, su proyecto del Reino en solidaridad con todos los marginados. Por todos estos motivos las autoridades romanas y judías rápidamente se unieron y se organizaron eliminar a Jesús lo más pronto posible.
Jesús se daba cuenta de la peligrosa situación y comprendió que le quedaban pocos días de vida si seguía en Jerusalén. Pero decidió quedarse para finiquitar su misión: Devolver a Dios su lugar y su verdadera identidad de Padre y Madre, y animar a los pobres a volver al proyecto de libertad e igualdad inaugurado por Moisés y Myriam, confirmado por los profetas y los sabios. Es allí cuando tiene lugar el enfrentamiento de Jesús con los vendedores del templo que Jesús expulsa de manera violenta. En este ambiente tenso se da la celebración de la Cena pascual donde Jesús resume las características del Reino: Es semejante a un gran compartir fraterno en una comida de fiesta; el lavado de los pies manifiesta la misión de los discípulos como servidores y, con la recomendación de repetiré estos gestos en memoria de él, les invita a seguir siendo una comunidad de fe que vive en libertad, fraternidad y equidad. Con todo Jesús había completado su misión… por eso se retira a rezar en un cerro boscoso, el Monte de los Olivos.
Entre los discípulos no faltó un traidor para facilitar la tarea a las autoridades judías de apresar a Jesús. Querían entregarlo a los romanos y hacerlo condenar a la crucifixión. Entonces vienen los acontecimientos que conocemos, todos de noche: el arresto violento de Jesús, la dispersión de los discípulos, el juicio amañado, las presiones sobre Pilato, las manipulaciones de las gentes y la condena a una muerte de cruz. Así muere Jesús, condenado injustamente, torturado, traicionado por todos, desnudo, con sólo su madre, unas mujeres y el apóstol Juan al pie de la cruz. Y se lo entierra rápidamente en una tumba cercana.
Al tercer día empiezan las experiencias de la resurrección… no con los discípulos varones sino con las mujeres y en particular la primera con María Magdalena. Los evangelistas las resumen en un tiempo de 40 días para recordar los 40 años que duró el primer éxodo con Moisés, Myriam, Aarón… Si Jesús está vivo en medios de las y los discípulos, es para enviarlos, con la ayuda de su Espíritu, a continuar la construcción del Reino ya comenzado, burlado, pero más necesario y fuerte que nunca.
Que esta presentación actualizada de la Semana Santa nos ayude a relacionar nuestras celebraciones y costumbres religiosas, por una parte, con la realidad exacta en los tiempos de Jesús que generalmente se oculta, como también con la realidad de hoy que se olvida. Hay muchos parecidos: la pobreza y la miseria, las traiciones, las cobardías, la valentía de las mujeres y de los jóvenes representados por Juan al pie de la cruz, una espiritualidad liberadora para continuar el proyecto del Reino.
Descubramos que el Reino es a la vez un proyecto social y religioso que retoma el sueño de Abraham y Sara, la gesta libertadora de Moisés y Myriam, la valentía de los profetas y la fuerza de los sabios… Unamos las actitudes, los sufrimientos y la resurrección de Jesús con nuestros mártires, nuestros grandes obispos y cuantas y cuantos siguen dando la vida y lo mejor de sí por el Reino en una Iglesia renovada y una sociedad nueva. Por todo esto les deseo unas ¡Felices Pascuas de resurrección!
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